El Viajero del Alba • 𝐄𝐃𝐌𝐔𝐍𝐃 𝐏𝐄𝐕𝐄𝐍𝐒𝐈𝐄

~Capítulo 4

La mitad de la tripulación estaba sentada en la cubierta, terminando de almorzar, mientras que la otra parte se encontraba trabajando porque ya habían almorzado.
Todos reíamos y hablábamos con la reina Lucy sobre la esperanza que teníamos de encontrar tierras pronto para poder desembarcar y conseguir más provisiones.

—Piensa rápido —escuché gritar a Caspian y vi como tiró una espada al aire

Edmund la tomó del suelo, y comenzaron un enfrentamiento cuerpo a cuerpo.
El pelinegro movía la espada hacia el cuerpo de Caspian, y él las esquivaba con facilidad. Pero las devolvía con fuerza, Edmund debía girar y hasta agacharse para evadir el filo de la espada.
Iban empatando en la lucha, se notaba en las sonrisas burlonas que había en sus caras.
Todos estábamos a su alrededor, viendo con atención cada movimiento. Yo intentaba recordarlos para luego practicarlos en la despensa.
Saltaban y se movían de un lado para el otro esquivando los espadazos que se daban mutuamente.

Lucy y yo nos cansamos de ver la pelea y fuimos por algo de agua a la cocina, y luego nos sentamos a un costado de la cubierta, observando las espaldas de los marineros que observaban la pelea y alentaban por el rey Caspian.

La juntada de hombres se separó tras el grito del capitán que los enviaba a continuar con su trabajo y vimos acercarse a nuestro lado a Edmund, que llegaba transpirado bebiendo un vaso de agua.

—Edmund —Lucy le habló—, ¿Tú crees que sí navegamos hasta el fin de la tierra, solo caeremos por la orilla? —preguntó preocupada

—Es algo que puede suceder —respondí la pregunta que hizo a su hermano—, si es que sobrevivimos a las serpientes marinas —añadí con tono sarcástico

—Tranquilas, falta mucho para eso —intentó tranquizarnos—. Sin contar que estoy aquí para defenderlas —bromeó

—Wow, gran esperanza —murmuré, ganandome una mala mirada del rey

Mientras reíamos, oímos el chillido de las trampilla abrirse y vimos a Eustace, el primo de los reyes, salir a cubierta.
Su cara era de completo desagrado.

—Así que los dos siguen diciendo tonterías —preguntó indirectamente

—Apareció "Quejicus" —susurré, y Edmund reprimió una risa ante mi comentario

—¿Ya estás mejor? —le preguntó Lucy con su dulzura habitual

—Si —respondió con desagrado—, No gracias a ustedes —se quejó—. Que suerte que tengo complexión de hierro —se halagó a él mismo

—Tan efervescente como siempre mi amigo —apareció Reepicheep uniéndose a la conversación—. ¿Hallaste tu equilibrio? —se burló

—Jamás lo perdí —respondió molesto

—Repitelo hasta que te lo creas —le dije ganandome un pequeño golpe en las costillas por parte de Lucy, y una mala mirada que me gritaba que dejara de hacer esos comentarios; mientras que Edmund hacia un gesto restando importancia

—Solo fue la conmoción —formuló—. Mamá dijo que soy muy adaptable —comentó—, gracias a mi inteligencia —añadió

Edmund se ahogó con la bebida, y comenzamos a reírnos con fuerza.

—La verdad no aseguraría que fuera inteligente —observó nuestro pequeño amigo, expresando mi mismo pensamiento

—Juro que en cuanto hallemos civilización voy a contactar al Consulado Británico —nos amenazó enojado—, y los arrestaran por secuestrarme.

Se iba alejando enojado, mirándonos con desprecio, cuando chocó bruscamente con Caspian que se acercaba a nosotros.

—¿Tú le llamas así? Es curioso —interpeló—. Creí que te salvamos la vida —señaló el hecho de que los sacaron del agua antes que se ahoguen o les dé hipotermia

—Me retienen en contra de mi voluntad —se quejó mirando a su alrededor evitando la mirada de Caspian

—¿En serio? —le preguntó sarcásticamente

—Puedes volver al mar si lo deseas, no tenemos una plancha, pero puedo empujarte si no te animas —le ofrecí

—T/N, compórtate bien —me retó Caspian y solo me reí elevando mis hombros

—Y sus dormitorios no tienen nada de higiénico —buscó excusas—. Tienen un zoológico allí adentro.

Si bien los camarotes no eran cuartos de hoteles lujosos, si eran higiénicos y estaban limpios, o al menos lo mejor posible para ser un barco lleno de soldados y marineros.
El término zoológico era un tanto ofensivo. Los minotauros no eran animales a los que se los podía encerrrar y exhibir como si fueran un entretenimiento para los humanos, eran criaturas distintas, sí, pero no por eso debían sufrir el encierro. Siendo sincera ninguna criatura, animal o humana, debía padecer eso.

—Es todo un quejumbroso, ¿no es así? —comentó Reepicheep, soltando una pequeña risa al final

—Y solo es el principio... —señaló Edmund dando un largo trago a su bebida

—Mejor me tiro yo —bromeé sacando medio cuerpo por el costado del barco

—No seas idiota —me dijo Edmund con mala cara, mientras me tiraba del cuello de la camisa y me hacía sentar sobre el banquito a su lado—. Mantén brazos, piernas y tu cuerpo, dentro de la nave —me retó

—Si, su Majestad —me burlé haciendo una reverencia frente a él

El grito de Einar llamó nuestra atención, había tierra a la vista, Caspian subió corriendo las escaleras, con Edmund y yo subiendo tras él.