Ojos Rojos

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Ojos rojos

Hoy era una noche tranquila, mas no se podían ver las estrellas o la luna, estaban siendo tapadas por un oscuro manto de nubes.

Édgar, un chico alto, de ojos azules y pelo negro azabache. Este estaba haciendo una expedición al aire libre con unos amigos, curiosamente les perdió el rastro. No sabía qué hacer

-Ahh- suspiró cansado.

El chico necesitaba un respiro, había sido una mañana no muy alegre, no estaba acostumbrado a pasar hambre y que lo picaran los insectos. Sus principales hobbies eran leer, estudiar y algún que otro trabajo a tiempo parcial.

Pensó en llamar a alguien, pero su nula cobertura se lo impidió, también intentó volver sobre sus pasos, cosa que su falta de orientación no le ayudó, optó por gritar y pedir ayuda -AYUDA!!- gritó desesperado, no hubo respuesta.

Miró a su alrededor encontrándose con un bosque muy frondoso y oscuro, se sentía asustado y estresado. Detrás de él sonó un ruido, como un crujido de ramas. Se giró encontrándose con dos ojos brillantes que lo observaban atentamente. El azabache dio dos pasos hacia atrás, esperando alejarse de “esa” cosa, esa mirada lo confundía, sentía curiosidad pero a la vez su cuerpo temblaba, no sabía que hacer. Era interesante, porque la cosa desconocida hizo lo opuesto.

Realizó dos pasos hacia delante.

La luz de luna se hizo presente, alumbrando la figura del chico y la del ser vivo. Resultaba ser un pequeño cervatillo. El de ojos azules se relajó, todo había sido producto de su imaginación, solo era un simple animal, tan asustado como él.

Pero por muy inocente que pareciera el curioso animal, el chico desconfiaba de él. Ya que en esta zona no deberían de haber mamíferos de esa clase.

Los dos se miraban sin hacer ningún movimiento, hasta que un rayo retumbó en todo el bosque. Édgar se asustó, pero el animal no. Este solamente avanzó hasta el chico y pasó por su lado.

El chico de pelo negro estaba seguro de que llovería, así que siguió al mamífero. Pasado un tiempo siguiendo al animal, y como había predicho, comenzó a llover.

El cervatillo aumentó su velocidad ante eso, haciendo que el de ojos azules hiciera lo mismo.

Desde lejos se podía divisar como una estructura algo en ruinas en medio del bosque. El animal seguía su camino en dirección a la estructura. Al acercarse más se podía divisar una mansión, la puerta estaba abierta, por allí es donde entró el cervatillo.
Édgar antes de entrar, asomó un poco la cabeza. La única luz que entraba en ese sitio era la luz que entraba por las cristaleras.

Detrás suyo escuchó un leve sonido, se giró temblando, no había nada. Así que prosiguió a entrar –Vamos allá- susurró atemorizado. Al entrar pudo ver una mansión que desde hace años ningún humano había entrado, pero se conservaban algunos cuadros y algunas decoraciones.

El cervatillo esperaba a su acompañante, sus ojos verdes brillaban ante la oscuridad del entorno. El chico empezó a seguirle. El cervatillo lo esperaba en cada esquina, parecía como si quisiera que lo siguiera. Llegaron a una sala, bastante grande, era una especie de sala de estar, con dos sillones frente a una chimenea, a parte de los muchos otros muebles, con decoración y libros.

El animal desapareció. El chico miró a su alrededor, no había su pequeño guía. No le dio mucha importancia.
Se acercó a la chimenea, viendo como algunos troncos secos estaban amontonados al lado. Tomó unos cuantos y los depositó dentro del fogón. Observó a su alrededor en busca de algo con que provocar la chispa, dos encendedores algo oxidados encima de un mueble. Los cogió y se dirigió frente a la chimenea, allí se sentó y intentó prender el primero. No funcionó. Agarró el segundo y volvió a probar, tampoco. Suspiró pesadamente. Juntó los dos encendedores y los prendió, salió de ellos una débil llama. La acercó a un tronco, el más seco,y este empezó a arder con facilidad. En pocos minutos una gran llama avivaba en los troncos. Se acomodó en uno de los sillones, mirando como los troncos ardían.

Se durmió.

Pasados unos minutos, Édgar comenzó a temblar, se despertó encontrándose con un par de ojos rojizos observándole atentamente. La hoguera antes echa, ya no estaba, ahora solamente habían varios troncos quemados llenos de cenizas. Regresó la mirada al frente, donde estaba aquella figura, sus ojos se adaptaron a la oscuridad.
El azabache sintió miedo al poder ver al extraño. Era alto, ojos rojo sangre, pelo negro, uñas largas, llevaba puesta una chaqueta negra algo holgada, unos pantalones rotos y unas botas también negras, pero lo que más resaltaba era una venda alrededor de su boca y que toda la ropa tenía manchas rojas. -Los humanos sois muy curiosos- empezó a hablar a través del vendaje.
-Quien eres?- dijo asustado el más bajo. El otro ladeo la cabeza, se aproximó y le tomó del mentón.
-No importa quien soy, sino que haces en mi casa?-dijo con un tono amenazador. Édgar no contestaba, estaba paralizado por el miedo -Que pasa, se te ha comido la lengua el gato?- No hubo respuesta. -Bueno, pues te voy a contar mi pequeño plan- dijo aproximándose al azabache -Té romperé las piernas, luego los brazos- empezó. Tomó el brazo derecho de Édgar y apretó el amarre, haciendo que sus uñas se clavaran a la piel del chico, provocando un pequeño quejido del de ojos azules. -Luego lentamente te destriparé cada parte de tu piel, y cuando no haya suficiente sangre en tu cuerpo para mantenerte vivo, té descuartizaré y te pondré con los otros- siguió. El monstruo se acercó a su presa. El chico notaba la pesada respiración de la bestia. Se armó de valor y le dio un golpe con todas sus fuerzas. El monstruo retrocedió varios pasos hacia atrás, dándole unos breves segundos al de pelo negro para huir de esa mansión.

Corría como si no fuera un mañana.

Cada pasillo por donde pasaba era peor, parecía como si los cuadros lo observaban y las grietas de las paredes hablaran. Se detuvo mirando detrás suyo, solo había oscuridad, se escuchó unas pisadas fuertes que se dirigían a su dirección, pero no sabía por que lado, optó por correr por donde no había venido, su respiración era agitada, y pequeñas lágrimas comenzaron a bajar por sus mejillas.

“¿Porque tuve que ir a esa mansión?”, “¿porque tuve que seguir al cervatillo?”, se repetía una y otra vez.

Vio al final del pasillo una tenue luz, era la puerta. Pero los pasos se volvieron más agitados y pesados, estaban más cerca, también se escuchaba como por el camión se caían cosas y como gritos espantosos se escuchaban. Hasta que cesaron, posteriormente Édgar fue estampado contra el suelo.

-Hola- gruño con intensidad -Vas a pagar por lo que me has hecho!- agarró de la camiseta del azabache y lo estrelló contra la pared, la casa en si retumbó seguido de un silencio completo. Édgar comenzó ha notar como la parte de atrás de su cabeza comenzó a estar húmeda, pero ningún tipo de dolor apareció, miró el suelo un charco de sangre indicaba la pérdida de sangre -Pensabas que no te iba a encontrar, ibas dejando un rastro de sangre- dijo lamiéndose las uñas -Es tan divertido, no me lo pasaba tan bien desde hace tanto tiempo- dijo riendo de una forma macabra -Pero tiene que acabar- dijo apenado. Agarró al muchacho y lo puso contra la pared. El vendaje que cubría la boca del espécimen lentamente se desprendía, se podía ver una sonrisa de oreja a oreja, con varias cicatrices alrededor. Abrió la boca, parecía un pozo sin fondo, con varias hileras de afilados dientes. El de pelo negro gritaba aterrado, esa sería su última noche? Empujó a la bestia y corrió con todas sus fuerzas. Cuando algo le cogió del tobillo, haciendo que cayera al suelo, se giró y esa cosa se abalanzó sobre él.

Se incorporó agitado, el sudor frío, la agitación de su respiración y los ojos húmedos indicaron que solo fue una simple pesadilla. Solo una pesadilla.

Miró a su alrededor y vio a sus compañeros durmiendo plácidamente. Eso lo tranquilizaba. Suspiró para relajarse y se tumbó.
Dos puntos rojos lo observaba con atención, Édgar se dio cuenta, sus párpados pesaban, así que optó por pensar que era fruto de su imaginación, mala idea. Simplemente, una muy mala idea.

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⏰ Last updated: Apr 17, 2021 ⏰

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