En vísperas de la muerte de un gran amor (completo) ✔️

Capítulo siete

Momentos después se encontraba en el portal de la iglesia, entre el apuro y la sorpresa la temible jaqueca se hizo sentir con fuerza, sintió turbulencias y jalones que le nacían en el estómago.

Entre risas y muecas propias de la resaca contó a su padre como dejó plantados en el hotel a los periodistas, comentando que el coche alquilado debía recojerlo de las cabañas del río Pirai. Traspasaba el unbral de la puerta cuando divisó en el portón de entrada a dos periodistas, los reconoció por el hombre de la cámara, rápido desando sus pasos. El pastor salió a atenderles mintiendo que no estaba.

-Bueno, no se irán, piensan que estas aquí o que en cualquier momento vendrás, así que recogeras el auto más tarde. El anciano se puso cómodo en su sillón, dirigió la mirada a su hijo, contemplando lo de pies a cabeza, luego de unos segundos habló lenta y pausadamente :

-No me interesa saber porque te emborrachaste pero..., que pasó con Roxana ¿Te rechazó? ¿Te acusó de algo?

Saul aspiró con fuerza y mientras expulsaba el aliento con una bocanada angustiosa y alcohólica sintió que las vendas de los ojos se le caían, realmente no estaba enamorado de ella, porque cuando escuchó de sus propios labios que la perdía y después se desahogaba con la bebida percibió una repentina repugnancia, (la realidad de lo humano le iluminó) sintiendo que aquello no era nada más que un capricho; ahora sabía que solamente le gustaba su dulce sonrisa, sus ojos castaños, sus labios rojos y carnosos, la catarata oscura de su pelo que descendía hasta sus caderas, sus piernas tan bien formadas, sus pechos duros como naranjas, su nívea piel, se encariño de sus formas y se enamoró de una ilusión.

-Padre ella se va a casar con su ex-. Dijo con desazón y continuó : pero no se preocupe porque comprendí que no es para mí, estoy seguro de que la mujer de mi vida, la verdadera -apuntó con énfasis -, no tardará en llegar. Después se calló observando por largo rato la ventana, los periodistas continuaban sentados en la calzada pero ahora no llevaban la cámara ni micrófono alguno, tal vez con la esperanza de no ser descubiertos.

Santiago Robles sugirió continuar con la historia de amor, Saul un poco reticente accedió, buscó con la mirada su mochila y extrajo sus herramientas : un bolígrafo y papel bond..

«Era la última vez que se verían y digo la última vez porque al día siguiente partieron a primera hora rumbo a Estados Unidos, nada de despedidas. Los hermanos murmuraron que quizás después de todo, lo que se escuchaba por ahí era cierto y como era obvio Julián resultó ser el blanco de todos los chismes vertidos. Pobre Julián, aunque sabía que no se iva sino que la obligaban no pudo evitar sentirse deprimido. Cabía suponer después de lo acontecido que la olvidaría, pero no fue así; lo observé continuamente, su servicio en el ministerio de la iglesia no decreció ni un ápice, siempre constante, supongo que su fe lo mantenía alerta. Pasaron los meses y no cambió en lo absoluto, pese a que algunas hermanas lo pretendían, él no quería verse comprometido con nadie. A veces me comentaba que la noche anterior había soñado con Ninon, otras veces recordaba con melancolía los paseos que tenían por el parque urbano, la extrañaba» -Y ella regresó alguna vez o esta historia tiene un final tan desesperante -. Interrumpió Saul, mientras miraba inquieto por la ventana, los reporteros parecían no mostrar evidencia de cansancio, aunque vio a uno de ellos bostezar escandalosamente.

«No, la historia continúa - confirmó el anciano -, un año después ella regresó con su padre, pero algo había cambiado, se había casado y llevaba en sus manos un bebé de poco más de tres a cinco meses, la criatura era canelita y de pelo castaño, un varoncito; a diferencia de su padre un gringo larguirucho, cabello pajizo y ojos verdes, su madre en cambio era de piel blanca y cabello almendrado, hasta los ojitos del niño eran negros como dos profundos pozos de incertidumbre, a leguas se notaba que no era hijo del gringo...»