Propuesta

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Había pasado una semana en la que en ningún momento hablé con mi madre. Supongo que no hizo entrar en razón a mi padre; por lo qué me ha dicho Aranza, él cree que fui la causante de que la relación de ellos se rompiera, y por ende, la decisión de no casarse. Me molesta que mi hermana no le diga la verdad de una vez por todas a mi padre, sé que no es algo fácil de decir tan deliberadamente, pero podría intentar contándole como son las cosas en realidad de a poco. Literal soy la mala hermana que ha destrozado una relación que nunca existió.

El tema de la universidad es algo que me ha mantenido fuera de este mundo. Por más que vea opciones, algunas son imposibles de acceder. El costo supera demasiado el presupuesto que tengo ahorrado, supongo que tendré que hacer otro esfuerzo de conseguir un trabajo extra; aunque a Darren no le agrade del todo. No quiero ser la chica que está tras de su dinero, por más que ha insistido no le pienso recibir el dinero que me ofreció hace unos días. No es algo justo, quiero costear mis estudios a base de mis esfuerzos.

— Dr. Ferreira, recuerde que a las tres de la tarde tiene la junta para estudiar el caso de la Sra. Porter — asintió dándole una mirada rápida al reloj.

— Irás conmigo — negué con la cabeza —. Solecito, necesito de ti para qué me ayudes con varias cosas.

— ¿Cómo cuáles? Sé que soy tu asistente, pero mi presencia allí no es necesaria. ¿Qué tal si espero por ti en el auto?.

— No, mi amor. Ya te lo he dicho, necesito ocuparte varias cosas mientras estoy en la junta.

— Bien, iré a prepararme para salir, Dr — me tiró un guiño, y sonreí antes de salir del consultorio.

Darren es parte fundamental de que la tristeza no me invada el alma. Siempre está dispuesto a brindarme felicidad, sin esperar nada cambio. Ha estado muy al pendiente de mí desde que pasó lo de mi padre. Es muy bonito cuando te aman por encima de todo y de todos. Mientras Darren estuvo en la junta, tuve que organizar cada historial de las cirugías que había practicado a lo largo del mes. Algunos casos eran para archivar y otros para continuar con un seguimiento; la vida de un doctor ha de ser difícil, no sé de dónde saca todas esas energías para estar conmigo sin problema, después de un día tan largo o cuando dura dos días sin llegar a la casa. Trabajar en la clínica consume demasiado tiempo, y sin embargo la sonrisa en sus labios es de satisfacción y de felicidad; le gusta ayudar a los demás, y eso es algo que destaca mucho en él. Aunque a veces se le nota el cansancio reflejado en el rostro, supongo que ya está acostumbrado a las largas jornadas sin descansar.

— Han aprobado la cirugía de la Sra. Porter, programala para el jueves de la siguiente semana y llámala para que tenga en cuenta la preparación antes de esta — su repentina voz me saca de mis pensamientos, y asiento rápidamente tomando nota en la agenda.

— Listo, ¿algo más, Dr? — nuestra relación cuando estamos trabajando no existe. Él es mi jefe y debo tener esa cordialidad ante las horas laborales.

— No — respondió, y guardé la agenda en mi bolso. Ese cuaderno se ha vuelto mi cómplice, a todos lados la llevo conmigo —, ya podemos irnos, mi amor. Hoy ha sido un día de esos en los que solo deseo llegar a la cama y no volver a levantarme.

Lo miro por unos instantes y las bolsas bajo sus ojos no pasan desapercibidas. Él no tiene ni un día de descanso, entre semana está en el consultorio y los fines de semana está en la clínica; ¿cómo puede mantenerse en pie? Va a enfermar sí sigue en ese ritmo.

— Vamos, osito. En casa te daré un rico masaje — asiente con una sonrisa ladeada en sus labios —. También te haré algo delicioso de comer.

— Eso no lo sabía.

— Bueno, cocinar en sí, no; pero las veces que lo he hecho no ha salido tan mal.

Sonreímos y me atrajo hacia su pecho. Estar entre sus brazos es tan reconfortante. Esa calor que me brinda me hace querer morir entre esos comestibles músculos.

Al regresar a casa preparé lo único que no se me quema; un emparedado de carne. Que tristeza que no sepa cocinar, como sea tengo que aprender. No podemos seguir comiendo en la calle. Después de comer, tomé una ducha y al llegar a la habitación, Darren se encontraba en la cama con solo el bóxer puesto; me encanta ver ese cuerpote tan atractivo.

— Estoy esperando mi masaje, solecito — murmuró, acostándose boca abajo.

— Dame un momento, osito. Iré por la crema — bajé por ella a la habitación donde tengo mis cosas.

No sé porque tengo aún la ropa y todo lo demás en ella, si desde hace un buen tiempo duermo con Darren. No quiero invadir más su espacio con mis cosas. Suficiente tiene con haberme adueñado de su cama.

— Ya volví — avisé, subiéndome encima de su cuerpo.

— Deberías traer tus cosas, mi amor. En el armario hay un campo para ti — eché la crema en su espalda, y sonreí.

— No quiero molestar, créeme, así estoy bien — empecé a masajear suavemente sus hombros.

— A mí no me molestas — gimió, apreté un poco más su carne y volvió a gemir.

— Estás muy tenso, osito. ¿No has pensado en tomarte unas vacaciones? Así sean pequeñas, el trabajo te consume demasiado.

— De hecho, lo he pensado, pero aún no es tiempo. En un par de meses, quizás.

— Darren, debes pensar en tu salud. No es bueno que te mates tanto trabajando, puedes enfermar.

— Se siente bien que te preocupes por mí, princesa — el corazón se me aceleró a más no poder —. Prometo que me cuidaré.

Incliné mi cuerpo en el suyo y dejé un beso en su cuello. Un suspiro salió de su boca.

— Házlo por ti, osito. Por tu bien — susurré en su oído.

Dejé un beso más y continué haciendo el masaje con las palmas abiertas por sus hombros.

— Solecito, te quiero proponer algo — su voz se escuchó más relajada debido al masaje.

— Sí, dime — abarqué toda su espalda con mis manos, presionando su piel con fuerza

— ¿Qué te parece si pago tu universidad y te quedas conmigo para siempre? — mi corazón salió por mi boca. ¿Me está comprando o algo así?.

— No comprendo tu pregunta, osito.

Se incorporó un poco y me hice a un lado. Al girarse completamente; en sus labios se formó una sonrisa muy tierna, mientras sus ojos me observan con detenimiento. Quedó sentado en la cama y tomó mis manos con las suyas temblando. Me pone nerviosa cada que tiembla al tocarme.

— Sé mi esposa, eso es lo que me refiero, mi amor. Estos últimos días he pensado la manera en como decírtelo, Nicol. Yo te amo, y quiero pasar lo que me queda de vida junto a ti — me soltó por brevedad, y se inclinó hacia la mesita junto a la cama, de la cuál sacó una pequeña caja. Mi corazón quiere detenerse. Abrió la misma y dejé de respirar al ver el hermoso anillo. Las lágrimas quieren abandonar mis ojos  —. ¿Quieres casarte conmigo, Nicol? Deseo tenerte entre mis brazos hoy y siempre. Quiero dártelo todo de mí, mi solecito. ¿Aceptas ser mi esposa?.

Quiero Amarte[En Físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora