Nadie esperaba que los tributos vencedores dieran la noticia de que harían unos últimos juegos del hambre, en el Capitolio.
Mi familia, como yo, Trinity Brunch estábamos preocupados, tengo cuatro hermanos, y todos estábamos en el rango de doce a dieciocho años, la edad en que eres apto o apta para competir.
«El Capitolio ha informado que habrán unos últimos Juegos del Hambre, con una diferencia, se elegirá gente del capitolio, los mentores serán los vencedores que han sobrevivido, esta será la despedida de la tradición sangrienta de nuestro querido Panem, el signo final de toda esta guerra.»
Lo leía mi padre en el diario en voz alta, su voz tiritaba, el hombre dueño de la empresa de cremas antiquemaduras estaba asustado por sus hijos.
Mi mamá estaba aterrada, entristecida, "lo que se ha convertido Panem sin Snow", ella apoyaba el régimen militar, matanzas sin sentido y la injusticia clasista entre Distritos.
Yo en cambio, las odiaba, me siento culpable por disfrutar cada Juego del Hambre que dieron en mi poca existencia.
A mis Quince años, fueron los juegos de Katniss y Peeta, sabía lo de su comercialización sobre lo de "los trágicos amantes del Distrito doce", pero ¡No! Ellos no se amaban, eso creía.
Cuando salieron las promos del Distrito trece y del capitolio, me di cuenta que Katniss si amaba a Peeta, aunque él siempre había estado enamorado de Katiniss, se le notaba.
La trigueña era digna de envidiar, y el rubio era deseable.
Ahora a mis dieciséis, me doy cuenta de todo lo que ha pasado, fue una guerra pequeña pero muy intensa.
Las bombas, la muerte de Coin, la de Finnick, y muchos otros vencedores, luchando por la libertad e igualdad con los Distritos.
¿Cómo puede ser que en mi casa se coman un cerdo asado y boten pedazos mientras que en el Distrito once no tienen qué comer?
Si esta es la forma de igualizar los Distritos con el Capitolio, estoy de acuerdo.