Cuarta Causa.

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⚠️ A N T E S   D E   L E E R ⚠️
Capítulo con contenido muy sensible, descripciones gráficas de la violencia, como lo son asesinatos y muerte.
No apto para todo público.
Se recomienda discreción.


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❝Cuida lo que amas,
porque los recuerdos
no se pueden abrazar.❞
– Lucero Gonzalz.
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Bajo la nebulosa sensación de pesadez, cansancio y desolación, como sólo la propia ira puede dejarte una vez se va, susurra por lo bajo a sus dioses, alabándoles y suplicando misericordia para su esposa y su pueblo, pidiendo un buen pase al más allá, sin algún ápice de óbice y descansar en paz con sus ancestros y sus dioses. Sus labios se mueven en una lengua externa, llamándoles y rogando piedad, pidiendo un favor y solicitando ayuda para conseguir su venganza, pues la sed de la última rebasa por mucho a cualquier deseo que alguna vez haya tenido.

Desea justicia y la obtendrá.

Sin embargo, levanta la cabeza aún con ojos cerrados y, como último favor, ruega encontrar a su hija viva y sana, pues es lo único que le queda.

Entonces, unos ojos rojos como el fuego se dejan entrever por sus párpados, levantándose no sin antes tomar un puño de tierra y, acercándolo a su pecho como si su vida dependiera de ello, termina su rezo.

Misereatur vestri omnipotens Deus, et dimissis peccatis vestris, perducat vos ad vitam aeternam* —susurra, su mano se estira hacia el bulto de tierra a sus pies y le deja caer con pesar—. Sit laus deum nostrum*.

Deja que hasta las últimas boronas en su mano caigan al bulto, pareciendo una lamentosa y opaca nevada. Cuando no queda más que la sensación de suciedad en la palma de su mano, inhala profundamente antes de levantarse de su posición y admirar los bultos lado a lado que yacían al centro de, lo que alguna vez, fue su manada.

Levantando un poco la vista, podía toparse con ciertas espadas unidas en un tache y firmemente aferradas a la cabeza de cierto bulto de tierra, igual que uniéndolas yacía un collar que su esposa solía usar, uno de los tantos presentes otorgados por él incluso después de casarse. Siempre tan detallistas el uno con el otro.

De alguna forma, en contra del pesar en sus hombros, siente que todavía le falta algo que hacer y por más que intenta acoplar el sentimiento al paradero de su única hija, no puede hallar una explicación, algo que le diga porqué...

Eleva su mirada al cielo, viendo que aquel día no le acompaña en sus penas, pues el cielo está despejado y el sol radiante, otorgando calidez y luz asombrosas, dignas de admirar y recordar. Sin embargo, a pesar de no llover, él siente sus mejillas húmedas, levanta la mano confirmando sus sospechas cuando también toca uno de los extremos de la nariz, tal vez no haya una tormenta aquella noche, pero en su interior todo era caos, impotencia y desolación. Aunque sin miedo a defraudar a nadie o a perder cara, se permite llorar nuevamente, incluso, dejando que el dolor en su pecho sea liberado desde su garganta, donde un jodido apretón le impedía respirar correctamente.

Mientras se inclina en una de sus rodillas, cubre sus ojos con su antebrazo, sintiendo al poco tiempo la húmeda deslizarse por ahí.

Cuando, después de un ensimismamiento extraño que de quedarse allí sabe que no hará más que estupideces, sorbe por su nariz y, sin siquiera levantarse, se permite transformarse.

Sus huesos truenan, sus músculos de acoplan y agrandan, sus extremidades se extienden y sus sentidos ascienden en efectividad, volviendo a esa extraña sensación de volver a ser un lobo. Su pelaje blanco, ahora limpio de cualquier signo de batalla, brilla al contacto con los rayos provenientes del oeste.

Danger ✧ Yoonmin ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora