Octavo Cambio I

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Para mi sorpresa, dejar el trabajo no le había afectado o causado un duro trago a Tefi. Lo había aceptado desde el primer momento, es más, pondría la mano en el fuego al decir que era una idea que tenía ya más que pensada, estudiada y meditada. Conociéndola, hasta habría hecho una lista de pros y contras con la que valorar la situación. Ella era muy de estudiar todo al dedillo, de no tomar decisiones tan importantes como las del ámbito laboral tan a la ligera. Aunque si hablamos de otro tipo de situaciones que puedan contener diversión, juerga y risas, no necesitaba pensar absolutamente nada porque la respuesta estaba clara: "me apunto".

Enfrentarse a la realidad de un cambio tan grande como el de dejar el trabajo sin tener una segunda opción, no es nada sencillo; muchas personas pasan años y años desempeñando un empleo que no les hace felices y con el que les cuesta horrores levantarse de la cama por las mañanas, únicamente por tener algo seguro a lo que agarrarse y con el que ganar un sueldo a final o principio de mes.

Pero ella había dado carpetazo y salido de la empresa a la que había entregado varios años de su carrera profesional, habiendo realizado una última presentación cojonuda ante su cliente (excliente, mejor dicho), y demostrando que ella podría haber sido una de las mejores jefas que hubiese tenido su departamento.

Así hace las cosas Tefi, a lo grande.


Si dijese que no salimos ese viernes por la noche a celebrar los ovarios que había demostrado tener mi mejor amiga ante su superior, aunque todos nosotros supiésemos de sobra desde hace años que los tenía, estaría mintiendo como una bellaca. Nos divertimos, sí, y también bailamos y nos pedimos varias tandas de chupitos, pero lo del alcohol es secundario; nosotros lo pasaríamos bien hasta con un cubo de palomitas. Unos meses atrás pensaba que "montarse la fiesta" era pillar un litro de vino para tomarlo con Tefi en un rincón escondido del pueblo, pero ahora sé que la fiesta se puede montar en cualquier sitio y de cualquier forma, siempre que las personas con las que estés sean las adecuadas.

Cuando el reloj dio las cuatro de la mañana, todos recogimos nuestros bártulos y salimos de nuestro bar para volver a casa. Luis pilló un TAXI, Miriam y Tefi un UBER, y yo me fui a la casa de Max para pasar la noche con él. Sí, sí, no os preocupéis que él estaba completamente sobrio cuando agarró la moto; ya se preocupó de beber alcohol solo al principio de la noche y pasar la segunda mitad a base de agua y refrescos. Y yo también, que solo faltaba que en una de las curvas mi ebria falta de equilibrio hiciese que me cayese de la moto como un saco de patatas.


Abrí los ojos y parpadeé un par de veces antes de frotarlos con relativa insistencia para confirmar que la decoración de mi cuarto había cambiado, que el pantalón que había tirado en el suelo seguramente no me cabría ni en uno solo de mis muslos y que la cama se sentía rara. Aquella no era mi habitación, obviamente, sino la de Max. Habitación que no había visto por dentro la primera vez que visité su apartamento.

Me giré lentamente para comprobar que seguía durmiendo, aunque su respiración parecía gritar un "sí" con todas sus fuerzas, pero estaba envuelta en la sábana porque durante la noche había hecho de las mías moviéndome sin parar, seguramente por sentir extraño el colchón o porque estaba durmiendo con Max después de un encuentro bastante tórrido del que me acuerdo a la perfección y en el que me hizo tocar el cielo varias veces. A lo que iba, que tenía la sensación de ser un kebab porque no podía desenliar la tela que me oprimía; eso, o un burrito, que sobre gustos no hay nada escrito.

Mis intentos infructuosos de bajarme de la cama lentamente y sin despertarle, casi como si fuese la actriz protagonista de un remake de Misión Imposible, no surtieron efecto. Segundos después, la mano de Max se posó sobre mi brazo (bueno, sobre la sábana que me apretujaba el brazo y me impedía moverlo), y su voz grave y mañanera me dio los buenos días.

Soy Diferente© [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora