Sonreí mientras veía a mi amigo que compraba los helados y se acercaba a mí. Habíamos decidido ir a nuestra cafetería/heladería favorita; era un lugar cerca del instituto que estaba ambientado en los 60s, un negocio familiar donde los mozos ya nos conocían y con tan solo vernos sabían que íbamos a pedir.
Cuando Gael se sentó frente a mí, sonreí con satisfacción ante el cuarto de helado de chocolate que me había comprado. Me conocía lo suficiente, a pesar de nuestra corta amistad, como para saber que el chocolate era un santo remedio ante los bajones sentimentales y que era el único que podía hacerme cambiar de humor en un segundo. Bendito chocolate, si fuera legal no dudaría en casarme con uno.
Sabía que el silencio que nos invadía era producto de que mi amigo me estaba dando el tiempo suficiente para no presionarme y así poder contarle lo sucedido cuando realmente estuviera preparada pero… Creo que ese era el problema. La única persona que sabía toda la historia era Fátima, además de Seth, claro, y no creía estar preparada para poder contar la historia en su totalidad, no después de lo que Seth le había dicho a Brad. No después del desprecio que inundó su cara cuando dijo que era muy normal. Suspiré limitándome a comer una gran cucharada de ese sabroso chocolate, me acomodé en mi asiento y, sin muchos rodeos, comencé a contarle gran parte de la historia.
- Veras… Cuando fui a guardar mis libros en la taquilla, me encontré con Brad Collins. Comenzamos a hablar porque él quería saber mi nombre –vi como la cara de mi amigo se tornaba en una mueca que no me agradó para nada. Sabía lo que estaba pensando: un mujeriego innato con otro no siempre se llevaban bien, menos si uno trataba de conquistar a una amiga—y yo me negaba rotundamente. Cuestión de que, en un abrir y cerrar de ojos, apareció Seth Murphy y le dijo a Brad que yo era muy normal y no estaba a su altura. Él se fue, Brad averiguó mi maldito nombre y dijo que iba a ser jodidamente suya –en esos momentos estaba acumulando tanta bronca que no noté la mano de mi amigo posarse sobre uno de mis puños cerrados. Cuando hizo eso, lo vi a los ojos y supe que mi historia iba a tener que ir más allá de lo recientemente explicado.
- Muy bien pequeña Aline, veo perfectamente que todo este asunto te alteró porque si no hubiera sido así no estaríamos sentados en este momento. No puedo negar que me molesta que el maldito de Brad se acerque a vos sabiendo que el busca chicas de una noche y tampoco voy a negarte que la actitud de Seth me molesta cuando esos dos son poco hombre para vos –sonreí ante lo que dijo Gael. Era raro que un hombre como él, que tiene la mima naturaleza mujeriega innata que los dos mencionados anteriormente, me estuviera diciendo eso—Pero hay algo más, ¿estoy en lo correcto?
- Sip.
- ¿Queres que lo hablemos?
- Yo… –Suspiré, tarde o temprano iba a tener que afrontar aquel fantasma del pasado. Tenía bien en claro que toda la historia no se la iba a contar. No era que no confiara en el, solamente no estaba preparada. Tomé un poco más del helado que me quedaba y con una sonrisa de ánimo en el rostro de mi amigo me dispuse a comenzar el relato—La realidad es que a Seth lo conozco hace demasiados años… Desde que nací para ser exacta. Él solía ser mi vecino de al lado hasta hace un año que se mudó unas cuantas casas más alejadas sobre mi misma calle. Nuestros padres se hicieron muy amigos cuando los señores Murphy se mudaron a nuestro barrio. Según tengo entendido, inmediatamente se hicieron amigos de mis padres ya que tienen personalidades muy parecidas; eso los llevo a generar una profunda relación donde compartían prácticamente todo. Cuestión de que unos meses más tarde de que Seth hubiera nacido, mi madre me dio a luz y desde ese mismísimo momento nos comenzaron a criar juntos como si fuéramos una especie de primos. La realidad es que la vida misma pasó, nuestras familias siguen siendo hasta el día de hoy muy amigas y dudo de que en algún momento dejen de serlo. A Seth y a mí nos mandaron al mismo Kinder, a la misma Escuela y al mismo Instituto… Seth solía ser mi mejor amigo –en ese momento vi como en los ojos de mi amigo se encontraba un destello de sorpresa—y yo solía ser su mejor amiga. Nunca nos separábamos para nada, estábamos tan acostumbrados a estar juntos que muchas veces de chica me costaba dormir si él no estaba a mi lado; solía llamarlo oso protector –sonreí recordando aquellos momentos—porque era lo suficiente mente tierno cuando quería y lo suficientemente gruñón y protector cuando alguna persona mala se acercaba a mí, incluso recuerdo que en el kínder una vez le pegó a un chico porque me había empujado.
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Enredos y algo más.
Novela JuvenilUna chica… Mejor dicho, una chica normal. Dos chicos… Mejor dicho, los dos chicos más populares y sexys del instituto. Uno de ellos desea conquistarla, el otro quiere recuperarla… Ninguno de los dos va a parar hasta conseguirla. Amor, enredos, amist...