Roxanne:
Thomas avanza hacia nosotros y por un ligero momento me quedo sin habla, hasta que para.
—¿Qué estás haciendo aquí?
—Tenemos temas que tratar ¿Lo olvidas?
Arqueo una ceja.
—La cena, Roxanne.—Me aclara.
¿Cena? Esta aquí para follarme.
El mentir jamás le ha ido bien a Thomas.
—La cena con nuestros hijos y mi prometida.—Continua,
—Ya recordé.—Miento con una mueca y me vuelvo hacia Benedic.—Gracias por traerme, nos vemos... en el trabajo.
Saco mis llaves y abro la puerta, me giro hacia Thomas.
—¿Vas a pasar o discutimos los términos aquí afuera?
Mi ex esposo pasa de largo, no antes de escanear con la mirada a Benedic, a quien le doy un último gesto antes de ingresar a mi casa.
—Disimula un poco los celos, Thomas.—Menciono luego de cerrar la puerta. Voy hacia el con una sonrisa y cuelgo mis brazos alrededor de su cuello.
—¿Quién es?
—Un hombre con el que salí esta noche.—Ubico ambas manos en su pecho y sonrio.
—Roxanne.—Me advierte.
Me divierte mucho esto y a él le enfada. No disimulo mi sonrisa.
—Apuesto a que deseas salir de aquí y golpearlo...—Digo bajando la mirada, mis manos se apartan de su cuerpo y mi expresión se vuelve dura.—No lo toques.
Me observa con sorpresa.
—Benedic no debe pagar los platos rotos por lo tóxicos que somos los dos.
—Lo defiendes...
—Lo hago.
—¿Y que es ese hombre para ti, Roxanne?
—¿Qué es?.—Sonrio y se lo suelto en la cara.—Un compañero, un amigo...—Encojo los hombros.—Tal vez un amante.
Con los dientes apretados, me exige.—No juegues conmigo, Roxanne. Dime que es ese hombre para ti.
Mi sonrisa se borra.—Alguien que me importa demasiado como para evitar que le pongas una mano encima.
—Roxanne.
—Pero a ti te follo, tu eres el padre de mis hijos.—Beso sus labios de forma seductora, incitándolo.—Y eres mi amante.
—No soy ningún amante.
—Pero no te molesta ponerme en ese lugar.
—Es diferente.
—¿Diferente cómo?—Quiero saber.—¿Cómo es diferente, Thomas?
Lo observo pasar la saliva.—Porque eres tu las 24 horas al día en mi puta cabeza.
Sonrio, exactamente lo que quería escuchar.
Vuelvo a subir los brazos a su cuello.
—¿Incluso cuando estas con ella, amor?.—Pregunto, Thomas me observa sin saber que decir.—Apuesto a que cuando te la follas piensas en mí.
Thomas tensa la mandíbula.
—Si ya lo sabes porque lo mencionas.—Me suelta fastidiado.—Te encanta presumir, saber que me tienes en tus manos, maldita mujer.
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Los sesenta es solo un número
ChickLitRoxanne tomo malas decisiones que la alejaron de sus hijos y que lograron separarla del hombre que amaba, ahora ella desea recuperarlo todo. Claudia es la dueña de una agencia de modas, soltera toda su vida, entrando a la menopausia e interesada en...