Capítulo 24

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Erick Carter

Veo como la chica de ojos verdes y sonrisa encantadora se va caminando dejándome solo en la pequeña mesita de la cafetería.

Eso fue irreal.

Conocer chicas nunca ha sido un problema para mí, todo lo contrario, por eso desconfié de ella al principio. Que mala forma de intentar presentarse, pensé, pero dijo la verdad porque al principio del verano lo pasé en esta ciudad supongo que con Sebastian, pero todo sigue siendo borrosos desde el accidente, al intentar recordar me duele horrible la cabeza.

Sea lo que sea, una pequeña distracción de ojos verde me podría sentar bien.

********

Suena la alarma.

Intento recordar mi sueño, pero solo un fragmento se me queda grabado. Su lizo cabello castaño dándome la espalda para luego voltear y sonreírme con su antójale boquita rosa y sus ojos verdes mirándome fijamente. De fondo las luces de los juegos del parque de diversiones.

¿Fue un sueño o un recuerdo?

Ya paso una semana y no habido señales de ella.

Ángela Brown.

El medicamento que me recetaron es muy fuerte así que bien la pude hacer imaginado, pero esos ojos no podían ser producto de mi imaginación.

Me alisto lo más rápido que puedo, como no tengo todavía mi camioneta en la ciudad me toca caminar, cosa que puedo gracias a que mi departamento está cerca de la universidad.

Mi celular suba y contesto mientras camino.

—Hola

—Hola cariño, ¿cómo te has sentido? ¿Cómo estuvo tu primera semana?

—Bien mamá ya me duele menos la cabeza, las clases están fáciles, pero es solo la primera semana, todavía no nos ponen trabajos importantes.

— Me alegro de que te esté yendo bien ¿Qué hiciste del fin de semana? ¿Viste a tu padre? Cuéntamelo todo.

—Si lo vi ayer comimos juntos— como una hora donde se la paso hablando por teléfono la mayoría del tiempo.

—¿Y el resto de los días? — pregunta preocupada.

—Sebastian estuvo conmigo, me enseño un poco la ciudad y después nos fuimos al departamento a jugar videojuegos— miento porque no quiero que se preocupe.

En realidad, si hice eso, pero sin mi amigo.

—Le mandas mis saludos y a su Familia, me alegra tanto que al menos tengas a alguien contigo en la escuela— escucho la indirecta en el teléfono, pero cambio de tema porque no quiero que empiece con reproches.

Entre besos y engaños. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora