Capítulo 22.-Después de la muerte

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Domingo/15/Noviembre/2020.

Cinco de la madrugada, varias vueltas en la cama, cerré los ojos y el sueño no llegaba a mí por más que lo buscaba. Me levanté de la cama arrastrando mis pies, todo estaba oscuro con un silencio sepulcral en el área, el único sonido que se filtraba en mi casa era el de una noche fría, desolada y abrumadora.

Salí de mi habitación y a unos cuantos pasos estaba el dormitorio de mi hermana con la puerta entreabierta, me arrastré hasta ella y abrí la puerta en su totalidad. Estaba completamente oscura y desordenada, sobre la cama estaba todos los atuendos por los que no se había decidido para el concurso.

El lugar en donde tenía que estar su premio estaba vacío, ni siquiera llegó a estar en su nuevo lugar.

Todo su dormitorio tenía una belleza triste, era como si este lugar supiera que Angelina nunca más iba a regresar. Todo estaba exactamente igual a cómo lo había dejado.

Ella tenía la conciencia de que iba a regresar, que iba a volver a acomodar todo y dejarlo en su lugar, ella era amante de la perfección, ella era la perfección viviente. En ningún momento pensó que no iba volver a su hogar, que su estancia a partir de hoy sería debatir su vida sobreviviendo en aquel hospital, jamás creyó que este intento por matarla sí funcionaría.

Acaricié con suavidad las cosas, como si yo no quisiera hacerle daño, todo lo que habían vivido se convertiría en un recuerdo para mis padres. Lo único bueno que tenía su vida se estaba esfumando de manera lenta, y era obra mía.

Alcé el vestido entre mis manos y lo olí, tenía ese peculiar perfume de vainilla, tan dulce que empalagaba, así como era ella. Lo dejé en aquel sitio en donde estaba y en la misma posición.

—El único defecto que tenías en tu vida era yo—suspiré sujetando una foto que estaba en la mesita de noche.

A tan solo unos metros de la cama estaba aquel micrófono con el que se pasaba horas ensayando, su fiel amigo y compañero, a otro admirador más que le encantaba la melodía que entonaba día con día. Sus iniciales grabadas en aquel micrófono con pedrería falsa, que un día serían diamantes de verdad por el número de veces que ganaba.

Alcé el micrófono, con aquel tacto ya había borrado las huellas de la última vez que lo había sujetado entre sus manos con aquella delicadeza con la que ella tomaba las cosas, como si se fueran a romper con tanta facilidad. De la misma forma que me había tocado a mí, como si ya supiera lo rota que estaba y no quisiera ser testigo de cómo me desmoronaba una vez más ante sus ojos.

Al tener algo suyo entre mis manos los recuerdos de las innumerables veces que me tenía que quedar en casa, que tenía que visualizar lo feliz que eran a través de la televisión, encerrada en la vivienda, presa en una maldita jaula de la que nunca podría salir.

—"Queremos felicitar a Angelina Cárdenas Beltrán por su destacada participación en este concurso, por haberse llevado el premio del primer lugar"—veía su concurso sentada en el sillón de la sala, con un millón de complejos y estereotipos que cumplir. Nunca quisieron llevarme a sus concursos, a veces se iban fuera de la ciudad o incluso del país y me dejaban sola por varios días.

—Angelina, ¿qué sientes volverte a llevar el primer lugar del concurso?—preguntaba la entrevistadora a mi hermana.

—Me siento muy contenta, mi mayor sueño es que mis padres se sientan orgullosos de mí—contestó sonriente mi hermana, la sonrisa que yo no tenía, la misma que ella me había robado.

Teníamos aquel mismo sueño, pero la única diferencia entre ella y yo, es que a ella le felicitaban todo lo que hacía, era amada por el simple hecho de respirar, por ser aquella niña pelinegra de ojos azules llamada Angelina, por solo respirar mis padres se sentían orgullosos de ella.

Balas Perdidas ¿Alguien me amará? (Nueva Versión) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora