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Hace 12 años...

-Hajime, ¿podrías cuidar de Emi un momento? , tengo que hacer una llamada.

-Hermano,¿podemos ir a los columpios?

-Está bien, vamos Emi-chan

Ambos hermanos, se dirijieron a la zona donde se encontraban los columpios, por suerte no había casi nadie, excepto un pequeño de pelo castaño, piel clara, probablemente de la misma edad que Iwaizumi, bastante bonito hay que admitir, este se mecía con sus pies, en uno de los columpios; Emi tomó asiento en el columpio de la derecha, tomando las cadenas con ambas manos, para indicarle a su hermano que le ayudara a columpiarse, Iwaizumi comenzó a empujarla, posando sus ojos en aquel niño de pelo bonito, algo le impedía dejar de mirarle.

-¿Por qué sigues mirándome? - el niño del columpio se giró en torno a Iwaizumi y comenzó a interrogarle.

-¿Por qué estás solo?

-¡Que tramposo! No puedes responder una pregunta con otra pregunta

-¿Si respondo a tu pregunta, contestarás la mía?

-Claro así es como funciona -el niño se acomodo en el columpio, para escuchar mejor la respuesta de Iwaizumi.

-Creo que eres tierno-pronunció el pequeño mirando hacia el suelo.

-¿Tierno como un conejito?-dijo colocando sus manos en la cabeza, mientras cerraba y abría sus palmas, simulando unas orejas de conejo

-¿Qué tiene que ver un conejo, con lo que acabo de decir?

-Pará mí los conejos son tiernos, cuando sea grande adoptaré a todos los conejos del mundo.

-Tonto-Iwaizumi se acercó al pequeño y le dio un no tan fuerte golpe en la cabeza - No puedes adoptar a todos los conejos del mundo, es imposible, además es mejor dejarlos ser libres alrededor de la naturaleza

-Tienes razón-el niño volvió a girarse hacia enfrente, y comenzó a mecerse una vez más

-Aún no respondes mi pregunta

-Cierto cierto-dijo mientras bajaba la vista hasta sus pies - los otros niños no querían jugar conmigo, dicen que actúo igual que una niña-el pequeño levantó su mirada del suelo, y colocó ambas manos en sus cachetes-yo creo que las niñas son increíbles, no veo el problema en querer imitarlas-dijo entristecido

-los niños son tontos-el niño se cruzó de brazos y siguió- tu puedes actuar como una niña, un Tigre, los tigres son geniales-agregó-un astronauta, un helicóptero, un profesor, una gaviota y hasta un conejo-finalizó-puedes jugar con nosotros, y puedes ser lo que tu quieras- Iwaizumi se acercó un poco hacia el columpio del lado izquierdo, colocó su mano en la espalda del niño y le dio un pequeño empujón, para que se meciera.

-Soy Toru-dijo el pequeño, regalando una enorme sonrisa a su nuevo amigo

-Hajime y ella es mi hermana Emi

Los 3 pequeños jugaron todo tipo de juegos, durante el resto de la tarde;estaban tan cansados, que optaron por descansar un rato en el pasto donde hablaron de temas triviales, cómo por qué el jugo de uva era morado y no verde, o la vez en la que Iwaizumi confundió la pasta de dientes con jabón para manos y terminó cepillándose con este, los lindos tutús que usan las niñas en el ballet, y lo delicadas que se ven estas al bailarlo; y así finalizó aquella tarde de abril, con tres niños sentados en aquel pasto verde limón, llenos de tierra, uno que otro raspón en la rodilla, y la experiencia de lo que realmente es la amistad.

-Vamos Toru, ya es tarde.

Una señora de pelo castaño y rizos, y ojos almendrados, se acercó y llamó a Toru.

-Voy mami, tengo que despedirme-le respondió el pequeño

-No te vayas Toru- Emi tomó la mano de Toru para evitar que se fuera.

-Jugaremos otro día si, Emi-chan.

-lo prometes?

-Lo prometo

La pequeña abrazó a Toru y salió corriendo para subirse una vez más a la resbaladilla, dejando a ambos niños solos.

-¿Volverás a venir? - preguntó Iwaizumi

-No... - Toru se encojió de hombros y miró sus pies-Me mudaré mañana-siguió

-Ya veo-Iwauzumi imitó al niño y miró el suelo

Toru se puso de pie, y se quitó una pulsera con cuencas blancas y azul menta, que traía puesta en su mano derecha; se acercó a Hajime y la colocó en su mano izquierda.

-¿Y esto? - preguntó el pequeño

-Es para que no te olvides de mí... Mira yo tengo otra igual, no puedes quitártela nunca; cuando vayas a algún lugar, busca a alguien con la misma pulsera, así algún día podremos volver a jugar juntos.

-Entiendo... estaré buscándote Toru

-y yo a ti Hajime

-Toru ya es hora-volvió a llamar la madre del pequeño.

Toru se acercó a su pequeño amigo, y le dio un beso en su mejilla para después salir corriendo agitando su mano despidiéndose de él, hasta que algún día se volviésen a encontrar, y así  una vez más volver a jugar hasta cansarse por completo y  no puedan mover ni un solo músculo.

Falling for You || IwaOiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora