El gran Roberto necesita ayuda

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Al día siguiente llego a la escuela con un hermoso moretón en la mejilla derecha. Así es, Rebeca me golpeó tan fuerte que me dejo un gran moretón, no creí que tuviera tanta fuerza, en verdad duele.
Aún no termino de asimilarlo, Rebeca me golpeó, eso no era lo que yo esperaba, creí que tal vez me daría las gracias por ayudarla, aunque no hice gran cosa, pero aun así, esperaba cualquier cosa menos que me golpeara y me tratara de esa manera ¿qué le hice? De verdad no lo entiendo.

Mis amigos no han parado de molestarme a pesar de no tener idea de quién ha sido el responsable del golpe, o debería decir, la responsable, además de que no pienso decírselos, y ya sé que estarán pensando "no le dijo nada a sus amigos porque le da vergüenza", en efecto, no les he dicho nada porque me da vergüenza que se enteren que una niña me golpeó tan fuerte que me dejo la mejilla morada, y encima no hice nada al respecto. Rebeca podrá gustarme mucho, hasta el punto de topar con la obsesión, pero aun así, yo tengo una reputación y no pienso mostrarme débil frente a ella, aunque solo haya sido suerte, bueno, tampoco pienso pelear con ella, solo no voy a revelar el hecho de que me golpeó y no hice nada. Será mi secreto, bueno mío y de Daniel, a él tuve que contarle que fue porque intenté ayudar a Rebeca, pero ella no estaba de acuerdo y me golpeó, aunque aún no le confieso que gusta.

Sigo bastante intrigado, ella me odia, no hay duda de eso, existe alguna razón, una razón que yo desconozco, pero lo averiguare, tengo que saber que hice para ganarme el odio de la niña que me gusta. Por ahora me concentrare en mi plan de conquistarla. Como dije no sé cómo ligar con nadie, pero tal vez pueda conseguir consejos de mis amigos, aunque tampoco es que ellos sean excelentes conquistando niñas, y tampoco es que confíe lo suficiente en ellos como para contarles quién me gusta, así que la solución a mi problema es ir con Dan.
Cuando toca el receso busco a Daniel, por lo general el no almuerza en la cafetería de la escuela, le gusta más el patio trasero, ahí no hay nadie que lo moleste a esta hora, así que me dirijo ahí para poder hablar con él. Daniel no ha salido con muchas niñas según recuerdo, pero aun así él debe saber más acerca de este tema que yo, porque él si ha tenido que conquistar a las niñas que le gustan, yo siempre lo tuve fácil porque las niñas son quienes vienen a mí.
Justo como lo suponía, Daniel está sentado es una mesa en el patio trasero. El patio trasero tiene una pequeña área con mesas pequeñas, por lo general son los chicos inadaptados los que almuerzan aquí, chicos que almuerzan solos o que tienen pocos amigos, Daniel es uno de ellos. Además de mí, creo que Daniel no tiene más amigos en la escuela, verlo almorzando solo me hace sentir como el peor amigo. Se supone que somos amigos y que debemos estar el uno para el otro, pero a veces siento que sólo está Daniel para mí, siento que yo no lo apoyo lo suficiente.
Hago a un lado mis pensamientos y camino hasta Dan, quién está desayunando a la par que escribe algo en su libreta. Llego hasta la mesa y me siento frente a él.

-Tengo que contarte algo- Tan pronto como tomo asiento Daniel habla. Eso me sorprende.
-¿Cómo sabías que era yo?- Preguntó viendo como mi amigo no despega la vista de su cuaderno.
-Eres el único en toda la escuela que vendría a buscarme- Levanta la vista y me sonríe. Debo admitir que eso dolió, aunque sé que su intención nunca ha sido hacerme sentir mal.
-Como sea, ¿qué quieres contarme?- Lo observo atentamente. Se ve emocionado, una emoción poco común en Dan, debe ser algo muy importante.
-¿Recuerdas que te dije que algún día formaría una banda y sería famoso?- Asiento ante sus palabras.

Ese era nuestro sueño de pequeños, formar una banda, ser famosos y recorrer el mundo, queríamos ser reconocidos por nuestras canciones, queríamos contar nuestras experiencias, convivir con nuestros fans, lograr alguna especie de cambio en quienes nos escucharan, queríamos transmitir nuestros sentimientos por medio de la música, porque, a final de cuentas, la música puede unir personas y aún creo que eso es increíblemente mágico. Yo me olvidé de ese sueño hace tiempo, unos meses después de que mamá muriera, dejé de lado mis clases de batería, una parte de mí no quería hacerlo, me gustaba mucho tocar la batería, aunque era pésimo, pero mi padre decidió que ya había sido suficiente, y vamos, sólo era un niño en aquel entonces, ¿cómo podía revelarme? Estoy seguro incluso de que si hubiera querido que dejara el baloncesto, también lo hubiera hecho, en aquel entonces sólo quería que me mostrara un poco de afecto. En cambio, Daniel ha progresado bastante, él ha continuado aprendiendo, es bueno con el bajo y con la guitarra, planeaba aprender a tocar el piano y sé que lo conseguirá, Daniel jamás dejaría la música, es su sueño, uno que va cumplir a como dé lugar, conmigo o sin mí.

La Violinista Donde viven las historias. Descúbrelo ahora