- dos -

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Apenas reconoció la voz de Sukuna, _________ se puso a espiar por detrás de la puerta que daba al pasillo exterior. Allí estaba aquel hombre de sus sueños, aquel hombre que era dueño de cada intriga suya. Un par de tatuajes podían verse a pesar de que estuviera de espaldas a ella. Fushiguro, aquel chico de cabello azabache, estaba del otro lado, herido y con un poco de sangre escapando de su boca, por los recientes impactos que había sufrido en los ataques de aquella maldición, que ahora solo era pedazos que se iban desvaneciendo en el piso.

— Oh, que bien se siente. ¿Donde están las mujeres y los niños? —rio a carcajadas mientras se subía al barandal de la plataforma, en frente de la gran luna que alumbraba aquella oscura noche.

¿Donde estaba Itadori? Se preguntó por un momento. A pesar de admitir que él y aquel demonio tenían mucha semejanza física, no se le hacía posible que fueran la misma persona.

— ¡Fushiguro! —gritó la femenina, finalmente mostrándose de cuerpo completo, dando un paso adelante— ¿Qué le pasó a Yuuji?

Apenas Sukuna escuchó una voz femenina, sediento por sus oscuros deseos, volteó a aquella dirección. Su alma pareció dar un vuelco, como también su cara, que se hallaba sorprendida al observar a aquella mujer.

— ¿Kaori? —fue lo primero que dijo luego de haberla visto. Se encontraba desconcertado. No creyó que apenas recusitado la iba a encontrar tan fácilmente, al menos a su alma en otro cuerpo.

____________ al escucharlo y verlo, dio un par de pasos hacia atrás, en completo shock. No sabía la razón, pero que haya mencionado aquel nombre que recordaba de su largo sueño, le había hecho sentir una angustia terrible, tanto que sentía su corazón siendo apretado. Tomó su pecho con fuerza, buscando parar el dolor, pero era algo interno imposible de cesar.

Sentía como si ya lo conociera de toda la vida, como si supiera a qué huele su cabello, a qué saben sus labios, y qué siente cuando toca su piel, adornada por aquellos tonificados músculos y tatuajes, aunque nunca tuvo la oportunidad de conocerlo, al menos no en esta vida.

Ryomen mentiría si dijera que no había bajado las defensas, y ahí es cuando Itadori encontró la chance perfecta para volver a tener control sobre su cuerpo. Pudo hacerlo bajar del barandal, y con una mano tomó sus mejillas.

— No hay opción... Aunque esté en el cuerpo de Itadori, hay que exorcizarlo. —mencionó Fushiguro, inseguro por lanzar algún hechizo, pero aún así listo para la batalla.

— Hey, deja mi cuerpo. —espetó Itadori, de repente.

— ¿Yuuji? —habló la castaña, en plena sorpresa. ¿Qué había pasado mientras ella no estaba? ¿Que había pasado con el dedo?


 [PAUSADA] 𝑨𝒕𝒂𝒅𝒂 𝒂 𝒕𝒊 ➳ 𝖗𝖞𝖔𝖒𝖊𝖓 𝖘𝖚𝖐𝖚𝖓𝖆 ;; 両面宿儺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora