___ EREN ___
Vuelvo a consultar la hora en la pantalla de mi móvil y chasqueo la lengua, molesto. Ya han pasado más de diez minutos desde que Mikasa decidió reunirse con Ymir y el intercambio no debería llevar tanto tiempo.
Me sorprendo moviendo, una vez más, la pierna de arriba abajo, inquieto, y tengo que recordarme que debo aparentar serenidad para no llamar la atención. Finjo entretenerme con el móvil una vez más sin perder de vista la entrada del baño de mujeres, esperando reconocer a Mikasa entre todas las chicas que entran y salen.
— A tomar por culo— maldigo cuando decido que no voy a esperar más tiempo.
Apuro el Ballantine's de un trago y dejo el vaso en el suelo antes de ponerme en pie y dirigirme hacia los aseos. La experiencia ayuda a moverme entre el tumulto de gente que se interpone en mi camino, de modo que atravesar el local y esquivar a todos sus clientes me lleva menos de dos minutos.
Estoy a punto de cruzar el umbral de la entrada a los aseos cuando Mikasa choca de bruces contra mi pecho. Hace ademán de disculparse, nerviosa, pero guarda silencio cuando nuestros ojos se encuentran.
— ¿Todo bien?— inquiero.
Ella cierra los ojos al tiempo que inspira profundamente y se apresura a asentir con la cabeza antes de ofrecerme una sonrisa que no le llega a los ojos. Se ha retocado el maquillaje y los focos de la discoteca bañan la piel desnuda de sus hombros y sus piernas de diferentes tonalidades.
Comerme a la chica con los ojos es un lujo al que todavía no termino de acostumbrarme y del que no creo que vaya a aburrirme nunca, y la extraña presión que se instala en mi pecho cada vez que hago inventario de las maravillas que podría hacer con ella, siempre consigue dejarme fuera de juego.
Mikasa esquiva mis ojos con las mejillas encendidas y se estira del dobladillo de la falda para alisarse la prenda, la cual se ciñe más a sus pálidos muslos y termina de joderme la mente.
— ¿Podemos irnos?— sugiere, todavía un poco alterada—. Necesito respirar un poco de aire fresco.
Ni siquiera barajo la opción de negarme. Al fin y al cabo, yo también necesito aclarar un poco la cabeza y ya hemos terminado lo que hemos venido a hacer. Entrelazo mi mano con la suya, que está hecha a mi medida, y vuelvo a guiarla entre la multitud para conducirla a la salida, agradecido de que los seguratas que custodian esa puerta no se molestarán en registrarnos a ninguno.
Mikasa estrecha el bolso contra su cuerpo cuando dejamos atrás la música, la gente y las puertas de Three Walls, preocupada de que alguien pueda arrebatárselo. Nuestros cuerpos, acostumbrados al condensado ambiente del interior de la discoteca, se estremecen un tanto cuando la brisa nos acaricia la piel.
Ambos nos encerramos en el interior del coche cuando llegamos al descampado, y yo pongo el contacto para encender la calefacción. Mikasa, a mi lado, todavía está librando una batalla interna por mantener la calma.
ESTÁS LEYENDO
𝐌𝐢𝐞𝐧𝐭𝐫𝐚𝐬 𝐜𝐚𝐢𝐠𝐚 𝐥𝐚 𝐥𝐥𝐮𝐯𝐢𝐚 [EreMika]
RandomEren y Mikasa mantenían una correspondencia mediante las que se descubrían el uno a otro a través de los poemas de sus cartas. No obstante, han pasado varios años desde aquello, y ni Mikasa es la chica perfecta de antes, ni Eren aquel joven responsa...