Capítulo 1

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Soy Rumer Jones, ese es el apellido de mi madre, desde siempre hemos sido nosotras y mi hermano de doce. Por cierto, tengo veinte años; y no, no estudio nada. Me dedico a trabajar en un club de equitación desde que cumplí los dieciocho, el sueldo de mi madre como empleada de un bar no nos mantiene lo suficiente. El 70% de su pequeño sueldo va destinado a su enfermedad, paga sus medicamentos y tratamientos. No somos ricos, estamos muy lejos de serlo, aprendimos a vivir con lo justo y necesario.

Con Will solo compartimos a nuestra madre, él tiene a su padre que lo visita cada tres meses. Yo tengo padre, pero no me interesa conocerlo ni creo que a él le importe, vamos, ni siquiera debe saber que existo. Fui producto de una noche sin importancia según mamá. Aún así ella nos ama, y nosotros también lo hacemos.

Jueves 8 de abril.
9:30 a.m.
Día: Nublado.

- ¿Hoy irás? No creo que el clima mejore para la tarde.

- Si mamá iré, como siempre. En todo caso encerraremos a los caballos.

- No has faltado nunca desde que comenzaste a ir, se me hace que hay algo o alguien especial allí. - Me miraba insinuante, esa faceta suya me vuelve loca.

- No empieces a especular, no hay nadie, ni lo habrá por un tiempo. - No me interesan las relaciones, ni sentimentales ni sexuales. Mi madre dice que tal vez es porque no he encontrado al indicado, y capaz tenga razón pero no quiero pensar en eso en estos momentos.

Hemos discutido este asunto, le he dejado las cosas claras, por eso rodea la conversación.

- Deberías tomarte unas vacaciones, te las mereces. Durante estos años te deben corresponder unos seis meses consecutivos. - Metió su pastilla mañanera en la boca, luego tomó un sorbo de su té.

- No estoy para tomarme vacaciones y lo sabes, además, me siento muy feliz en el club. - Ella miró hacia la ventana para terminar nuestra conversación y yo me levanté suavemente.

Con una masita seca en la boca me dirigí hacia mi habitación, en el camino aproveché a tocar la puerta del baño para que Will se apure en salir.


Mi lugar de trabajo queda a unos minutos de casa, pero me tomo mi tiempo en caminar y disfrutar del paisaje todos los días. Eran las diez en punto cuando llegué y lo vislumbré. El famoso Woodlands Equestrian Club, una prestigiosa escuela de equitación donde sus estudiantes y visitantes pueden disfrutar de cabalgar, tomar algo en el Cafe Bar y hasta probar de ir al lujoso spa que incluye la tarifa mensual. Claro que estos son escenarios en los que yo no asisto; mis ocupaciones son limpiar y atender las necesidades de los caballos y yeguas, alistarlos antes de salir a cabalgar, mantenerlos siempre relucientes, hasta incluso asistir a algunas competiciones si es que me lo piden. Es un lindo trabajo, he aprendido mucho sobre ellos, lo disfruto cada momento. Excepto la parte de la caca, está bueno aclararlo.

- Buen día Jones, siempre a tiempo. - Me saluda el botones de la entrada, se llama Javier y parece unos años mayor que yo, me agrada.

- Como siempre. - Le respondo con una sonrisa de boca cerrada y me dirijo a los establos.

Tengo a cargo tres caballos, uno de ellos está en el ranking de los más destacados del club. Es un caballo marronsito, se llama Conde, me llevó más de dos meses amigarme con él. Dorado tiene el pelaje muy rubio y brillante, lleva su tiempo arreglarselo, y Perla es toda blanquita, con pequeñas manchas en sus patas de color marrón. Tengo una excelente relación con los tres, costó bastante pero se logró.

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⏰ Última actualización: Jan 04, 2022 ⏰

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