8. La declaración

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Para hacer esto un poco más divertido, comenten como si fueran uno de los hermanos Hidalgo u otro personaje;) (Menos Apolo, obviamente xd)

Capítulo VIII

Apolo. 

Es simplemente hermosa, lastimosamente está al otro lado de la cancha. 

Aunque su atuendo no me gusta demasiado. 

Trae una camiseta, que evidentemente no es suya, sus jeans, sus covers rosas, el cabello recogido en un moño y, mi parte menos favorita, la chaqueta de Marco sobre sus hombros. El número que le pertenece y su apellido en la espalda. Es frustrante. 

Tranquilo, Apolo, tu le gustas, aunque ella no lo sepa realmente. 

Sin embargo no puedo evitar fruncir el ceño, ¿El polo que trae también será de él? ¿Y si..?

¡No! Imposible, Ares también estaba allí, vinieron juntos. 

¿Y si ellos tres..?

¡No!

—¿Estás bien? —me pregunta Daniela tocándome el hombro. —Parece que has visto un fantasma. 

No, solo me imagine a la chica de mis sueños haciendo el amor con dos apuestos chicos. 

Iugh, ellos deberían pagar mi terapia. 

—Si, solo me distraje. 

—¿Por qué Venus está en las bancas? —oigo decir a Carlos. Me pregunto lo mismo. 

—Seguro es la novia del chico del número que está en su chaqueta. —comenta el chico al lado de Raquel, a quién luego mira. —¿Sabes algo sobre eso?

Pero ella no le hace caso, está demasiado ocupada babeando por los jugadores. 

—Él no es su novio. —respondo en seco. Wow, nunca pensé que me podría salir una voz tan seria, si no fuera porque estoy molesto me pondría a reír por eso. 

—Lo que tu digas. 

El partido comienza, pero no le tomo mucha importancia por el momento, estoy ocupado viendo a Venus desde las gradas.

De vez en cuando da pequeños gritos de emoción, lo que lo hace reír, y aveces se frota las manos. Debe tener frío.

Ver ese pequeño tatuaje en su dedo índice, logra hacerme sonrojar cuando recuerdo el sueño que tuve esa tarde.

Mis manos sobre su cuerpo, ella susurrándome al oído, gimiendo mi nombre.

¡No, Apolo! ¡No pienses en eso!

Mi mente empieza a reclamarme, y siento el calor en mi cuerpo.

Malditas hormonas.

No puedo esperar a que termine el partido para poder hablar con ella.

...

Mis ojos pasan de un lado a otro cada dos segundos, no está.

¿A donde se fue?

Los demás ya se fueron a la fiesta, pero yo me quede en las gradas para esperarla, solo fueron cinco segundos de distracción y desapareció.

¿Y si se fue a la fiesta? ¿Debería ir también?

Aunque una fiesta no me parece el lugar idóneo para declararme.

𝐏𝐈𝐍𝐊| Apolo HidalgoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora