La Visita.

776 51 1
                                        

Harry sentía que el día pasaba lentamente. Debería de estar tranquilo, todo está en calma, pensó pero por alguna razón esa calma le preocupaba. Antes podía saber cuando algo malo estaba a punto de suceder, lo podía sentir debido a la conexión que tenía con Voldemort, pero en ese momento sentía que se aproximaba algo malo, algo que no podía ver, ni escuchar y esa incertidumbre lo angustiaba.
No salió de la oficina. Observó una y otra vez las pocas pistas encontradas. Caminó a un lado y a otro de la oficina, el dolor de espalda lo mataba, pero no podía dejar de pensar que algo malo iba suceder.
Unos golpecitos en la puerta le interrumpieron sus pensamientos.
Señor Potter, dijo una voz detrás de la puerta.
Pasa, Hellen. Respondió Harry.

Entró una joven bruja.
Al caminar el sonido de sus tacones hacían un eco que anunciaban el pasar de su esbelta figura y su larga cabellera negra que se movían al compás de sus pasos.
Tenía apenas unos cuantos días de trabajar como secretaria en el departamento de Aurores. No era Inglesa, pero Harry desconocía su nacionalidad.
Era una chica de una belleza exótica, no había duda de eso, pero a Harry le provocaba cierta incomodidad sus penetrantes ojos negros.

Señor Potter, repitió la bruja.

Tan viejo me veo que me llamas señor Potter, dijo Harry con una pequeña sonrisa.

No, por supuesto que no. Probablemente tengamos la misma edad, dijo la chica.
Pero es por formalidad.

Me puedes llamar Harry agrego éste de nuevo con la media sonrisa.

Prefiero Señor Potter, si no es molestia, señor. contestó la bruja. Le traigo su correspondencia. Y le entregó a Harry dos sobres blancos.

La respuesta de la chica a Harry le resultó tan incómoda como su mirada, pero no habló de nuevo sobre el título dado y se limitó agradecer amablemente.
La bruja salió de la habitación y llenó de nuevo la oficina con el eco de sus tacones.

Harry tomó los sobres. Uno tenía escrito con letras grandes el nombre de Ron Weasley y el otro con una delgada y pequeña letra el nombre de Cho Chang.

Harry abrió primero la carta de Ron. Su amigo le escribía cada cierto tiempo desde que había partido. Al principio las cartas eran efusivas y llenas de historias asombrosas sobre los Dragones, pero en las últimas cartas Harry había notado que la efusividad de Ron había disminuido, por no decir desaparecido. Ya hacía muy poca mención a los dragones y casi que en toda la carta Ron se centraba más en preguntar por lo que sucedía en Londres.

"He pensado ir pronto a Londres, me gustaría tomar unas vacaciones en casa"
Con estas palabras terminaba Ron su carta. Harry pensó en qué diría su amigo si supiera cómo le encantaba Hermione, probablemente hubiese pensado que el Horrocrux tenía razón.
"No te metes en problemas, Potter", recordó las palabras de Siruis. Tiene razón, se dijo a sí mismo.
Cerró la carta de Ron y la metió en la gaveta de su escritorio.

Abrió la carta de Cho a diferencia de la de Ron esta tenía una letra pequeña y elegante.
Se había topado con Cho en un partido de Quidditch, hace tiempo atrás.
Harry la vio igual de guapa que siempre e inmediatamente le sonrió. Ya no eran unos críos, ya podían dejar atrás el bochorno y fracaso de su relación de adolescentes.
Y por la actitud de Cho probablemente ella pensó lo mismo.
Se acercó alegremente a Harry y lo abrazó.
A ambos se sintieron muy a gusto con el encuentro, así que siguieron viéndose de vez en cuando.
Una de esas veces Harry se sintió con la confianza de acercarse a Cho. Lo hizo sin pensarlo mucho, mientras charlaban la miró fijamente y le dijo lo hermosa que era, la chica se rubirozó ligeramente, pero le dedicó una encantadora sonrisa y le devolvió el cumplido. Harry que ya no era el tímido adolescente no lo pensó dos veces para besarla.
Y así transcurrió, al poco tiempo Harry hizo tan largas sus salidas con Cho que regresaba hasta la mañana siguiente a la casa de Grindmund Place. Hasta que el trabajo empezó absorber cada vez más su vida y el poco tiempo libre lo dedicaba a pasar con Hermione en casa.

La carta de Cho era muy corta. En unas pocas líneas la chica le decía que tenía que ir al Ministerio y aprovechaba para pasar por él. Ella no desaprovechó la oportunidad para recordarle que hace mucho no se veían.

Harry pensó que la grata compañía de Cho le caería muy bien para despejar un poco su mente y asegurarse de no meterse en problemas, tal como se le había advertido Siruis.
Puso la carta en el escritorio. Miró el reloj y comprobó que faltaba un par de horas para que Cho llegara al Ministerio. Se volvió a sentar en su silla y se concentró nuevamente en su trabajo.

La puerta de Harry volvió a sonar. Señor Potter, sonó nuevamente la voz de Hellen atrás de la puerta. Harry miró su reloj y supuso que Cho ya estaba ahí, pasa Hellen, dijo Harry mientras guardaba todos los documentos en el escritorio.
La bruja abrió la puerta, pero no se movió desde la entrada le anunció a Harry que lo buscaban. Gracias Hellen, dile que ya voy.

Harry salió de la oficina y en efecto Cho lo esperaba sentada en una de las sillas que se situaban enfrente de la recepción de la exótica secretaria.

A Harry le pareció que Cho estaba encantadora. Ella se acercó y le besó en la mejilla.
Mientras caminaban hacia el ascensor Harry se excusaba de no haber podido verla antes. Ella no dijo nada, se limitó a dedicarle una sutil sonrisa y movió con gracia su larga, negra y brillante cabellera que le caía elegantemente por los hombros.

Al subir al ascensor el encantamiento que provocaba Cho en Harry se vino abajo. Mientras él y Cho hablaban y sonreían Harry sintió que alguien lo observaba y no se equivocó, en el fondo del ascensor entre un brujo pequeño y una bruja de sombrero grande y llamativo, Harry observó a Hermione.

Siempre tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora