Capítulo 1

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Recuerdos de Amunet y yo de pequeñas inundan mi mente, recuerdo que estábamos jugando como siempre y riendo sin parar, recuerdo lo felices que éramos. Ese recuerdo junto a la felicidad se desvanece cuando vuelvo al presente, a la sala de espera, volviendo a mí la tristeza, angustia, preocupación y duda. No entiendo por qué lo hizo, no entiendo por qué mi hermana se intentó quitar la vida y no entiendo como, no me di cuenta de nada.

El doctor entra a la sala de espera y rápidamente voy hacia donde está.

-¿Familiar de Amunet Pravda?- pregunta el doctor.

-Sí, soy su hermana Sakhmet. ¿Cómo está?- pregunto con un nudo en la garganta y con miedo de su respuesta.

-Ella por ahora está estable, pero debido a la falta de oxígeno tuvimos que sedarla- desde ese momento ya no escucho al doctor, empiezo a llorar no sé si de felicidad o tristeza supongo que de ambas, ya que lo que siento es agridulce.

Ahora que estoy más calmada el doctor me está explicando cosas a las que no le estoy prestando atención, lo único en lo que pienso es en mi hermana y en lo tonta que fui por no haber previsto lo que le sucedía a Amunet.

- ¿Está todo claro?- pregunta el doctor.

- Sí, si - respondo aunque es obvio que nada está claro porque no le preste atención en la última media hora.

-Bueno, creo que necesitas descansar. Cualquier cosa te informo.

Estoy saliendo del hospital cuando de repente veo a Danae, cuando hago contacto visual con ella enseguida viene corriendo hacia mí. Veo que sus ojos verdes están aguantando lágrimas, pero esas lágrimas enseguida caen cuando nos damos un abrazo. Verla me hace bien, ella siempre estuvo y está ahí para mí y por eso es una de mis mejores amigas. Cuando nos separamos veo que sus pelos rubios se le pegan en la cara por las lágrimas a pesar de tenerlo corto.

-Pidamos un taxi para ir a tu casa- dice intentando no llorar, yo solo asiento.

Ella no dice nada y yo tampoco, ya que estamos demasiado perdidas en nuestros pensamientos. Estamos yendo a mi casa en el taxi que pidió y veo a los edificios pasar junto a gente riendo y pienso en que injusta es la vida, unos disfrutando y otros sufriendo. Mientras pienso en eso el taxi se detiene.

-Ya llegamos- dice el taxista.

Bajo del taxi y dejo que Danae le pague al taxista, no estoy con ganas ni de hablar, por eso mismo voy directa al baño.

Cuando llego me echo agua en la cara para refrescarme y me miro al espejo, me veo más mal de lo que imaginé, mi piel morena se ve pálida, tengo ojeras y mis ojos color miel están llenos de dolor y cansancio, creo que lo único que se ve como siempre es mi pelo largo y rizado, pero eso me recuerda a Amunet y me vuelve a invadir la tristeza e impotencia. No puedo creer como en un momento puedes ser tan feliz, con todo lo que sueñas, tus estudios, salud, amigos, vacaciones y como en un segundo esa felicidad se puede ir tan rápido como llegó.

-¿Sakhmet estás ahí?- pregunta Danae.

-Sí, ya salgo- me vuelvo a mirar al espejo una última vez y cuando abro la puerta escucho como la cabeza de Danae choca contra la puerta.

- ¡Auch!- se queja.

- ¿Estás bien? Te dije que no te pusieras tan cerca de la puerta- como siempre ella tan torpe.

-Sí, mamá- responde con una nota de cansancio.

-Vamos a dormir ya es tarde, mañana vamos a hablar de lo que no te atreviste a preguntar y de lo que yo no fui capaz de contarte...

Conexión de hermanasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora