La forma en que el tiempo pasa es sin duda algo, cuando menos, curioso. A veces llega a ser tan lento que resulta desesperante, pero, en otras ocasiones, es tan rápido que ni siquiera te das cuenta del momento en que este comienza a deslizarse como arena entre los dedos.Cuando Eiichi cayó en cuanta de que ya llevaba una semana viviendo en la casa hogar, se sorprendió bastante, pues para él apenas habían pasado dos o tres días a lo mucho. Eso, a su vez, le generó un poco de preocupación, pues... ¿Qué estaría pasando en su tiempo ahora que él no estaba?, ¿Y si sus amigos y hermano creían que de algún modo había desaparecido y eso solo les generaba una gran preocupación? Tendría que dar muchas, MUCHÍSIMAS explicaciones cuando volviera a su época... Pero, viendo el lado bueno, cada día se convencía más y más de que faltaba poco tiempo para eso y lo que se lo indicaba era la piedra del collar.
Poco a poco, esa piedra dejaba de ser verde e iba adquiriendo un tono gris, como si la... ¿Magia? Que pudiera tener dentro se fuese yendo. Eiichi estaba prácticamente seguro de que cuando su brillo se apagase por completo y pasase a ser una piedra ordinaria, él regresaría a su tiempo, pues ya no habría poder que lo siguiera manteniendo ahí. Lo que reforzaba su teoría era el hecho de que la piedra se decoloraba cada vez que conseguía algún pequeño progreso con Mini-Otoya, entre mas brillaban los ojos de ese lindo infante, menos lo hacia la piedra.
Por eso Eiichi se esforzaba en animar al pequeño, no solo porque con ello regresaría todo a la normalidad, sino también porque realmente ansiaba ver a Mini-Otoya recuperar su sonrisa y gran alegría, aun si sabía que tendría que superar otra prueba más el futuro, pues estaba al tanto de que lo conseguiría.
—Bueno, yo te dejo aquí —Habló con la ya costumbre de agacharse para estar a la altura del pequeño.
También se había hecho hábito el que fuese él quien lo llevase a su habitación después de la cena, incluso el que Otoya se balanceara un poco sobre las puntas de sus pies antes de animarse a abrir la puerta.
—Si... —Murmuró bajando un poco la cabeza— Hoy fue divertido, la canción y eso.
—Si, lo fue —Apoyó el castaño, recordando como esa tarde le había enseñado los primeros acordes de una canción para principiantes— y tú lo hiciste increíble.
Por mucho que Eiichi ya conociera al Otoya de su tiempo y lo bien que este tocaba la guitarra, seguía resultándole increíble el talento natural que al parecer siempre tuvo para dicho instrumento. Ver sus inicios le dejó en claro que él sin duda estaba destinado a ser ese gran guitarrista que habría de ser su rival en un futuro.
—Porque me enseñaste —Y aún así, Mini-Otoya seguía insistiendo en que el genio era el propio Eiichi—... Oye...
—¿Mmm? ¿Qué pasa?
—Eeeh... —Otoya abrió la boca para hablar, pero casi de inmediato la cerró. Dejó pasar un segundo, volvió a abrirla y de nuevo a cerrarla.
—... ¿Otoya?
—... Nada, no es nada.
Pero, esta vez, Eiichi no le creyó.
—Otoya, siempre que te traigo a tu habitación parece que quieres decirme algo y luego te arrepientes —Explicó el castaño en base a lo que había visto desde que llegó al orfanato—, puedes confiar en mi, ¿Qué ocurre?
—... Es que... —De nuevo se detuvo, tomó aire y tras soltarlo lentamente retomó su diálogo— ¿Y si entras conmigo?
—¿Eh? —Exclamó con sorpresa—. Pero, ¿Y esa invitación tan repentina?
—... Quiero mostrarte una cosa.
—¿Ah, si? ¿De qué se trata?
En vez de una respuesta hablada, Otoya se acercó a la puerta y la abrió, pero, antes de entrar, miró al mayor de forma insistente, claramente pidiéndole que lo siguiera. Eiichi soltó un leve suspiro antes de que una sonrisa se forma en sus labios y finalmente se animase a entrar a aquella habitación, lugar donde parecía estarse llevando a cabo una batalla campal, pues los tres compañeros de Otoya se encontraban en medio de una muy seria discusión.
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[UtaPri] Guitar.
Fanfic"¿Hay algo de lo que te arrepientes?" Hace varios años, durante su más tierna infancia, Ittoki Otoya perdió todo lo que amaba, a causa de eso, cerró su corazón al mundo y dejó de sonreír, sintiéndose culpable de todas las cosas malas que les sucedía...