«-ahora que se como mientes, ¿qué tal si soy directa? - dijo la abuela tras una pausa, no se le escapaba nada, ni siquiera el intento de huida de Ami - ¡ya te vi, no me hagas llamar a tu madre a aquí, señorita!
Ami se detuvo a medio camino hacia la ventana de nuevo, se quejo y según ella se fue a la puerta para bajar las escaleras a la cocina.
-si no me equivoco, quieres irte rápidamente antes de que nos “debas” otra cosa - siguió diciéndome la abuela Arai, parecía leerme la mente y para aparentar mantuve mi expresión neutral - primero, debes saber que el que no hayas dejado morir ni que lastimaran a Ami, ya es suficiente pago por cuidarte a ti. - estaba por hablar, cuando me detuvo alzando la mano - Ami es problemática así que los rasguños y que se haya lastimado el pie es lo normal para nosotros, pero sigue con vida gracias a ti.
>>Además, no fuiste una carga y no te cuidamos por compromiso - continuó diciendo, tan solo una semana y ya parecía haber descifrado hasta lo que yo mismo desconocía de mi - así que, de bien que no aceptaras si te propongo vivir aquí y yo no pasaré el resto de mis días tranquila si te dejo ir tan fácilmente, mi anciana consciencia no me permitirá que te deje ir solo, sabiendo que puede repetirse lo de hace unos días... - en algún punto me había cruzado de brazos desafiante y ahora ella me imitaba como el adulto en la habitación que era - así que en lugar de pedirte vivir aquí, te propongo trabajar con nosotros, te pagaremos con las raciones y suministros que necesites, y solo te dedicarías a ayudarnos a cuidar la mercancía o a las entregas, como Farlan. ¿Qué opinas?
Era irritante que ella supiera todo eso sobre mi, pero me proponía un trato justo; Kenny había dejado dinero suficiente para varios años (lo cual me decía que no parecía dispuesto a volver), seguramente no tardando tendría que buscar trabajo y la única opción era conseguirlo entre las filas de los mafiosos que me habían atacado los últimos años, no era una opción en sí. El dinero me duraría al menos 3 años más si sabía administrarlo, pero con la alza de precios cada dos por tres, eso podría no ser el mejor cálculo. La propuesta de la abuela Arai, al menos podría darme una estabilidad para sobrevivir.
-de acuerdo - acepte resignado.
-fuiste fácil de convencer - se burló Ami desde la puerta, sabía que no se había ido.
-se le llama instinto de supervivencia -la corregí de peor humor que antes- algo que te falta por cierto.
-¡abuela, dile algo! - se quejo Ami fingiendo un berrinche.
-le diría algo si no intentarás matarte cada que sales - comentó la abuela Arai, se encaminó a la puerta y salió llevándose consigo y jalandola de una oreja a Ami.
Sonreí al ver la escena, no me molestaba la idea de de trabajar con ellos o vivir con ellos, simplemente era abrumador pasar de no tener a nadie, a tener 5 personas preocupadas y atentas a mi.»
El propósito de no llorar conforme leía las palabras de mi padre, no lo había cumplido en las últimas páginas. Era demasiado doloroso leer como no tenía nada, además la frase que había al inicio del libro donde decía que narraria la historia de todos los que perdió, no dejaba de darme vueltas en la cabeza. Levi jamás había mencionado a nadie de los que describía en las páginas del diario, nadie excepto a mi madre, ese era un consuelo, aunque no podía imaginarme que había sucedido después.
Pasaban de las 4 am, pronto amanecerá y mi madre vendría a levantarme a las 8 am cuando el desayuno estuviera listo, si me veía desvelado me metería en problemas y seguramente descubrirán que tenía el libro. No podía arriesgarme a ello, así que me levante sigilosamente, guarde la lámpara y el cuaderno en sus lugares, regrese a la cama y deje que el sueño me venciera poco a poco.
-Kai... Kai, el desayuno está listo - escuche a mi padre decir.
Sentí que apenas había cerrado los ojos, el sol ya entraba por la venta y Levi me despertaba con una delicada sacudida por el hombro.
-5 minutos más... - dije adormilado moviéndome para darle la espalda.
Había tenido un sueño extraño donde vía a mis padres corretear por las calles de la ciudad subterránea, aún cuando no sabía cómo era ese lugar y aún cuando no sabía cómo eran físicamente de jóvenes.
-bien, volveré en 5 minutos - aceptó Levi, debió salir de la habitación pero ya no lo escuche.
Fueron más de 5 minutos los que me dejó dormir, aunque pareciera el padre estricto y exigente, solía ser muy permisivo en muchos aspectos. Pará cuando volví a abrir los ojos, mi padre estaba abriendo las ventanas y la brisa de media tarde entraba por ellas.
-esos fueron más de 5 minutos - dije aún adormilado, quería que el supiera que ya estaba despierto, pero un “buenos días" sería demasiado formal.
-puede ser - respondió, parecía de buen humor.
Se quedó junto a la ventana, mirando el paisaje y con una leve sonrisa en el rostro. Me incorpore, me estire sobre las cobijas esperando despertar un poco más y sin poder evitarlo, lo mire... Las escenas del diario se repetían en mi mente, no podía creer que detrás de esa actitud indiferente, de esa obediencia y de esa sonrisa del día, se escondiera un fatídico pasado.
-¿te haz dormido con los ojos abiertos? - pregunto al sentir mi mirada sobre el.
-¿ah? No, solo pensaba - dije saliendo de la nube de recuerdos que no eran míos.
-ya veo... - dijo, se alejo de la venta y me devolvió la mirada - andando, Ami te espera para que comas y después podemos salir con el equipo de maniobras.
-¡¿de verdad?! - pregunté emocionado - ¿qué hay de mis deberes?
Mis deberes se reducían a hacer mi habitación, ayudar a mi madre con la comida y hacer pequeños favores que fueran surgiendo.
-será un día libre, para los 3 - respondí Levi caminando a la puerta.
Sonreí aún más emocionado, mi madre y mi padre habían sido buenos usando el equipo de maniobras o por lo menos eso me decía siempre Hange. No podía esperar para comprobarlo.
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Levi's diary
FanfictionMiembro de la Legión de Reconocimiento, proveniente de la Ciudad Subterránea, hijo de una Ackerman, soldado, compañero, líder, amigo... ¿Qué más podría decir para describirlo? Levi Ackerman, uno de los grandes héroes. Pero... Aún hay más que contar...