GATITO JUGUETÓN #3

46 25 10
                                    

Cuando desperté me encontraba en un lugar que desconocía, completamente solo y con lo puesto antes de tocar aquel extraño altar. 

Al conseguir recobrar completamente la conciencia pude ver que me encontraba en una descomunal sala con las paredes en llamas y un camino rodeado por ambos lados por lava, este camino llevaba a una enorme puerta tan alta que  no se podía diferenciar el final con claridad.

Tras un breve periodo de tiempo para procesar la información comencé a andar hacia aquella puerta ya que no había camino posible al que ir a mis espaldas, a pesar de parecer estar cerca, tardé unos 10 minutos en llegar al lugar y una vez allí, en lo alto de la puerta pude ver una misteriosa figura que parecía un ser celestial, debido a la distancia y a que por alguna razón él era lo único que la intensa luz no iluminaba en toda la sala, no pude distinguir sus rasgos, pero se podía distinguir una risa juguetona en aquella enorme sombra.

Cuando deje de contemplarlo comencé a preguntarle si el sabía algo de ese sitio y cómo había llegado allí, pero la única respuesta que obtuve fueron sus enormes carcajadas que retumbaban tan fuertes que hacían eco en la gigante sala. Al finalizar esta carcajada pude escuchar un susurro que me hizo erizar los pelos, recuerdo que decía

¿?- Interesante... Muy interesante jeje.

Después de eso debido a mi estado de nervios recuerdo poco más, esa cosa comenzó a descender y de alguna manera abrió la puerta que me absorbió siendo lo último que pude entender leyendo sus labios

¿?-¿Deberíamos comenzar?

....

....

....

Tras otro momento más de aturdimiento que por lo que parecía, me estaban siendo muy frecuentes en los últimos días, me desperté de nuevo en un paraje que desconocía, al contrario que el anterior, este resultaba relajante, parecía estar situado en algún tipo de jungla tropical con enormes árboles y un pequeño lago, al verlo me fui directo a beber de él ya que debido al calor de la sala anterior era muy alto y había sudado mucho, tenía que hidratarme.

Luego de haber saciado mi sed, comencé a observar detalladamente la zona, los árboles no se parecían en nada a donde yo vivía y por extraño que parezca aquella tranquilidad me resultó incómoda, se sentía como si fuese la calma antes de la tormenta.

Antes de comenzar a andar revisé bien mi equipo, que debido a que me había dejado la espada y armadura de mi hermano en la cueva para que mis padres no la viesen no lo llevaba encima, iba solo con el machete que mi padre me había regalado, además del cinturón donde había amarrado una cantimplora y la bufanda de mi madre. Llené la cantimplora con todo el agua que pude y me dispuse a salir de ese lugar, pero justo antes de salir de aquel pequeño claro apareció un mensaje en el aire:

¡¡¡PISO 1: SOBREVIVE A LAS ZARPAS!!!

Debes sobrevivir durante 30 días en la isla, ya sea huyendo o matando al "gatito juguetón" que habita aquí (hay otros lindos animalitos a los que también les gusta jugar je je).

Tiempo restante: 30 días

Éxito: Avanzar al siguiente piso 

Fracaso: Muerte

En ese momento dos cosas pasaron por mi mente, la primera fue que lo de "gatito juguetón" por alguna razón sonaba como ese extraño ángel que había visto antes, y el segundo fue que esto se parecía con demasiada precisión a lo que Anthon y mi hermano me contaron sobre como eran los ritos de iniciación en los altares de los dioses. 

El razonamiento al que llegué con ello era que como me había dicho mi amigo el mercader anteriormente, una vez que pasas un piso puedes elegir la opción de abandonar y que el dios al que has decidido servir te de un poder equitativo con los pisos y dificultas que has pasado, además de estar los poderes adaptados a tus aptitudes, pero que una vez que salieses ya no puedes volver a entrar más. 

Mi primer pensamiento fue de alegría ya que pensé que por fin podría convertirme en un guerrero, pero recordé que si lo que el mercader decía era verdad, muchos morían dentro y que el máximo nivel al que se había llegado había sido el piso 78 del templo del dios de la sabiduría, Thot, donde los pisos estaban más enfocados a resolver problemas que a fuerza en si, y si mi pensamiento era acertado ese ángel que había visto no tenía mucha imagen de un dios de la sabiduría, si no más bien de la muerte.

En resumen, mi conclusión final fue que seguramente moriría en aquel lugar sin si quiera poder pasar el primer piso. Pero antes si quiera de poder ponerme nervioso, un arbusto a mi lado comenzó a moverse. Rápidamente reaccioné y me puse en guardia con el machete en la mano, al ver que no salía nada, me acerqué lenta y cautelosamente para ver que había, allí encontré un cachorro de lobo no más grande que una pelota que parecía estar abandonado, no sabía como había llegado allí, ni por qué no había visto nada antes, pero me echó una mirada que decía que no podía dejarlo ahí, así que finalmente lo cogí y lo coloqué encima de mi cabeza.

Memoricé lo mejor que pude donde se encontraba el lago por si necesitaba volver y finalmente comencé a andar hacia un lugar donde poder pasar la noche sin tener frío, debido a la advertencia de que habría varios animales que serían peligrosos fui con cuidado y no muy lejos de donde había salido había una pequeña caseta, inmediatamente entré ya que comenzaba a hacer frío porque había anochecido.

Allí encontré lo que parecía ser un pequeño diario con especies de animales escritas y su conducta, tanto nocturna como diurna, también pude encontrar un armario donde había una vieja y corroída espada de acero, que a pesar de su estado me seguía siendo más útil que mi machete a la hora de defenderme de posibles ataques, en la pared también pude ver unas fotos similares a aquellas que había logrado ver por encima en el desván de mi padre, así que supuse que sería de ellos, pero aun no entendía como es que mi padre tenía todo aquello allí. 

Ya se hacía de noche y me prepare para dormir protegiendo la choza, ya que en el libro leí de un jaguar y que eran principalmente nocturnos, pude imaginar que era el "lindo gatito" del que el mensaje hablaba. Encendí fuego a fuera después de mucho esfuerzo con el machete y una piedra, como me había enseñado mi padre, tapone la puerta con un armario viejo y roñoso que había ahí y tape las ventanas lo máximo que pude, además me había hecho una especia de cama con las enormes hojas de un árbol que eran tan grandes o más que una persona.

Me acosté en el suelo y con la bufanda rodeando mi cabeza, y coloqué la espada a mi lado, vi al cachorro de lobo, al que aun no le había puesto nombre, sentado frente a la puerta soltando finos gruidos tan agudos como se podía esperar de un cachorro, al principio me incomodó, pero el hecho de que no se oyese ningún ruido afuera salvo el del fuego me tranquilizó lo suficiente como para conseguir conciliar el sueño.

¿Deberíamos empezar?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora