T1:E23: L I B R E

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H A R R Y

Jamás había visto un cielo tan estrellado como el que veía en estos momentos, quizá era por toda la luz que había en la ciudad, no le permitía mostrarse.

—¿Qué quisieras hacer con tu vida?

Pregunto a Sydney quién observa el cielo mientras reposamos sobre un tronco cerca del lago. El calor de la fogata era mi único que nos mantenía calientes.
La chica me mira, dejando lucir esos ojos verdes llenos de luz.

—Viajar. Definitivamente

Contesta regalándome una cálida sonrisa.

—¿En serio, a dónde? —me giro para observarla con toda la atención posible.

—California. No se. Quisiera saber qué es tener calor. La playa, las personas —habla sin dejar de ver al cielo

—O quizá solo es querer salir de Nueva York.

—¿Cómo lo sabes? —sonríe.

—Yo también lo quisiera.

Sydney me analiza por unos momentos. Su mirada clavada en mí de alguna manera me ponía tan nervioso, me hacía volar a niveles infinitos. Lentamente ella se acerca a mí. Mi corazón latía increíblemente fuerte y solo puedo responder a sus labios conectados a los míos.

Era magia, simplemente magia. No había otra cosa más parecida a lo que sentía cuando la tenía cerca. Ella me estaba regresando cada segundo en el que maldije mi vida.

***

El calor del sol en mi cara me hizo despertar. Por la posición del sol suponía que eran entre las siete y las ocho de la mañana. Tallo mis ojos para poder despertar del todo, para después ver a Sydney dormir junto a mí. Parecía estar tranquila pero a la vez muy cansada. Mi sonrisa se borra cuando observo las notificaciones de mi teléfono. Treinta y siete llamadas perdidas de mis papás y Zara.

—Carajo.

Exclamo una y otra vez mientras coloco nuevamente mis zapatos.

—¿Qué pasa? —escucho la voz de Sydney a mis espaldas.

—Es tarde, mis padres van a matarme —el rostro de la chica cambia drásticamente.

Rápidamente ella corre hacían Sophia y Ronny quien duermen tranquilamente.

—¿Ronny quieres darte prisa?

Sydney cuestiona algo desesperada.

—Sydney es una camioneta de los noventa, esto no corre más que ochenta kilómetros por hora —el chico rubio responde algo nervioso y harto a la vez.


Después de unas largas horas de camino llegamos a la ciudad. Para ser sincero estaba demasiado nervioso, podía sentir el dolor crónico dentro de mí, sin embargo. Me contento.

—Harry lo siento. No debí...

—No lo digas. Fue la mejor noche de mi vida —sonrío tratando de no dejar ningún peso de culpa en ella.

Al llegar a casa mi corazón se detiene. Hay tres autos de la policía estacionados en el patio de mi casa, puedo observar desde la camioneta como mis padres hablan con uno de los oficiales. Siento mi respiración alterarse. Quizá estaba exagerando, pero era la primera vez que hacía esto y creo que había llegado un poco lejos.

—No, Sydney. Yo iré —detengo a la chica quien se baja detrás de mí.

—No harás esto solo —responde.

Suspiro para después caminar lentamente hacia donde estaban mis padres, siento a Sydney sostener fuerte mi mano, era lo único que necesitaba en estos momentos.

—¡Harry! —mi madre corre hacia mí en el momento en que me ve.

—¿Hijo dónde estabas? —jamás había visto a mi papá de esta manera, había rebasado un límite.

—No es su culpa, fue mi idea

Sydney habla valientemente. Realmente me sentía culpable en estos momentos.

—Sí, eso no necesitas decírmelo. La gente no miente, niña. Eres igual a tu madre.

—¡Basta mamá!, yo decidí irme —mi madre me ignora por completo mientras se acerca a Sydney.

—Ahora largo, no te quiero cerca de Harry, ¿entiendes? —no puedo escuchar del todo lo que mi mamá le susurraba a Sydney.

En el fondo podía sentir que era algo malo. Sus ojos estaban cristalizados. —¡Sydney no te vayas! —grito cuando veo a la chica darse la vuelta rápidamente.

***

—¡Es increíble que hayas puesto en riesgo tu salud de esa manera, Harry! —mi padre reclama.

—¿Pensaste en las consecuencias?, ¿pensaste en lo que te pudo haber pasado? —mantengo mi vista cabizbaja mientras escucho los reclamos de mis padres, los cuales no recordaba cuando fue la última vez que los había escuchado.

—Solo quería salir de esta maldita burbuja —exclamo dejándolos, al parecer, atónitos.

—¿Qué es lo que te pasa Harry?, tu no eras así.

Mi madre entre lágrimas cuestiona.

—¡Solo estoy viviendo la vida, mamá!, ¿pueden comprender? No quiero morir y darme cuenta de que lo único que hice fue pasar el resto de mis días sentado en ese maldito sillón del hospital mientras veía mi vida irse.

Las palabras definitivamente ya no salían de mi boca, salían de mi corazón. Lo tenía tan guardado y esto fue la gota que derramó el vaso.

—¿Por qué no pueden entender?... Que ella es lo mejor que me ha pasado en mi puta vida

—Voy a estar con ella... Les guste. O no.

Salgo de mi casa. Sintiéndome de una manera que jamás había presentido. Libre. Era como si me hubiese quitado algo de encima.

Corro desesperadamente por la ciudad. Mis lágrimas brotaban de una manera increíble pero a la vez sonreía. De pronto a lo lejos. La veo, estaba cabizbaja sentada en las escaleras principales del edificio. —¡Sydney! —grito su nombre. Ella mirándome se levanta, su mirada era confusa pero estaba conectada a la mía.

No dudo ni un segundo para correr a sus brazos y sostenerla fuerte y definitivamente, jamás soltarla.

SAFE [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora