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Como cualquier otro día aquel momento en que terminó su desayuno, no vio a sus padres en ningún momento, ni siquiera por la noche y lo mejor fue que YoungJo logró pasar toda su tarde encerrado con aquel antherio que se había encontrado.

Toda una semana había trascurrido, después de ese suceso.
Ambos disfrutaban de la compañía del contrario. Y no dejaban de hablar, siempre tenían algún tema de discusión.

-Entonces... ¿Estás diciendo que alguien quiere robar tu reino?

-No lo llamaría "robar", ¿entiendes?, creo que es un...

-Admitelo. Se le dice robar, cuando quieren quitarte la corona real.

Hwanwoong quedó en silencio pensando en su respuesta, hasta finalmente asentir soltando unas risitas.

-Tienes razón.-Mencionaba con una sonrisa bella.

Una expresión tan magnífica, que Young quería fotografiar y para ello usaba de sus herramientas para crear una bella pintura del perfil humano del antherio.

-¿Qué harás para evitar aquello?

-Tengo que hacer un acto heroico mayor al que aquel extraño hizo, y después verán si me otorgan la corona  a mí o se la dejaran a él.

-¿Cualquiera puede tener el poder?

-Creía que no. Pero al parecer sí. Mi padre fue el heredero, después de la guerra, conoció a mi madre y... Viví creyendo que por lógica llegaría a ser rey. Ahora veo que no.

-No te muevas.-Aquel pintor habló rápidamente. Pues su musa había bajado la cabeza unos cuantos centímetros de la misma manera en que cambió su expresión.

Volvió a acomodarse pero no era la misma pose de antes, así que el mayor  caminó hacía él y colocando su mano en la barbilla del menor, le acomodó en la misma posición que tenía anteriormente.
Después, acercó su rostro al contrario y le dio una sonrisa amigable.

-Te ves maravilloso si sonríes.

Dicho aquello, se alejó, de vuelta a su lienzo y dedicarse a concluir con su pintura.
Aquellas palabras y sobretodo, la cercanía que se habían tenido, ocasionó que el sentimiento triste que ocupaba en el corazón de Hwan se había esfumado. Mas rápido que el correr de una estrella fugaz.

-¿Te encuentras aquí, hijo?.-Era totalmente extraño que la reina buscará por cuenta propia a su hijo,  sin embargo YoungJo se encontraba demasiado enfocado en sus asuntos, que no se percató de aquel llamado.

Mientras que HwanWoong estaba embobado viendo a aquel artista que tenía frente suyo. Lo veía muy distinto ante otros hombres y antherios que había visto o incluso conocido Y eso le agradaba mucho.

Debido a que nadie había contestado, la mujer se retiró del sitio. Dejando que la pareja de nuevo permaneciera sola.

-He terminado.-Informó demasiado orgulloso de su creación. Aquel que había estado modelando para él, se acercó rápidamente a ver aquel gran arte. De la misma manera en la que se quejaba de permanecer con la misma postura todo el tiempo.

-¡Eres increíble! ¡Wow!

-¿Yo?, pero, tu eres el que está en la pintura. Eso hace que el lienzo pase de ser un blanco aburrido, a un bello ser.

-¿Dijiste bello?

-Sí, es porque lo eres ¿Por qué crees que quise pintarte?

HwanWoong jamás había escuchado que alguien le llamara "Bello", pues realmente nadie le decía nada. Siempre era cuidado por aquella mujer que parecía odiarlo. Por lo cual no recibía muchos cumplidos, como los que les daban al príncipe Kim.
Aquello provocó que se dejara ir a los brazos del artista.

-Gracias.-Mencionó con rubor en sus mejillas, ocultando su rostro en el pecho del mayor. Aquel simplemente sonreía devolviéndole el abrazo.

-Pronto será la cena. Debo de ir, volveré pronto.-Mencionó antes de separarse y tomar su toalla con la cual se limpiaba la pintura que quedaba su piel.-Te veo en un rato.

-¡Espera!.-Tal cual como ocurre en un matrimonio, la pasiva detiene a su hombre para acomodarle la corbata. En este caso, no fue así. Sino que HwanWoong se decidió en limpiar un poco de pintura que tenía el chico en su mejilla.-¿Cómo llegó la pintura ahí? ¡Aiñ! No se quita.

Mencionaba intentando retirar aquella diminuta mancha.
El príncipe Kim comenzaba a sonreír, pues su corazón Volvía a palpitar rápidamente, con sólo sentir la mano de Yeo en su mejilla.

-Y creo que, está listo.-Mencionó satisfecho aquel chico. Orgulloso de haber logrado retirar aquella imperfección.-¿Qué ocurre? ¿Tengo algo en el rostro?.-Preguntó al darse cuenta que Kim no retiraba su mirada hacia el chico.

-Tu rostro está perfecto.-Y con la misma sonrisa, se decidió el salir de aquel lugar, pues comenzaba a sentir un calor inundar su cuerpo.

Contento y alegre se dirigía hacia su recámara. En donde dos trabajadoras le esperaban.

-Joven príncipe, la reina quiere que vista esto.-Mencionó una de las mujeres, entregándole un conjunto de ropa.

-Príncipe Kim, la reina quiere verle en el salón.-Habló la otra, mientras traía en sus manos, un par de zapatos.

Las mujeres al terminar de dar el recado. Salieron de aquel lugar, dejando que el chico se vistiera cómodamente.
Debido a su felicidad, no se preocupó ni preguntó por los motivos por el cual debía de portar con aquella vestimenta. Simplemente obedeció, sin ninguna queja y salió, tomando rumbo al salón principal.

Al abrir las grandes puertas, observó a su padre con un gran vestuario. Aquello, ya comenzaba a intrigarle un poco.

-Madre, te ves muy bella hoy.

-Gracias cariño, digo lo mismo de ti.-Debido a ese cumplido que recibió, se percató de su vestimenta (Que en realidad era un poco antigua da) la mujer llamó a su sirvienta y le pidió que ordenara los cabellos revueltos de su hijo.

La mujer cumplía con su deber, mientras YoungJo se quejaba por aquello. Preguntándole a su madre una y otra vez, sobre lo que ocurría. Pero esta, se negaba en contestar.

Cuando la sirvienta terminó su labor, la mujer caminó junto a su hijo, directo a otras puertas enormes.
Al ser abiertas observaron que su madre estaba sentado sobre su gran trono.
Y a su lado cinco sillas, en donde solo había dos vacías.
Pues las demás las estaban ocupando la familia real de apellido Jung.

-Es día del retrato familiar.

Habló contenta la mujer, mientras se dirigía a su sitio. Saludando a sus invitados.
YoungJo por su parte se quedó en su mismo sitio sin comprender lo que veía.

La chica que ya conocía, le sonrió y con una mirada le indicó en donde el chico debía de sentarse.
Claramente, había orden jerárquico de asientos.

El Príncipe Y El Anhterio (RAVNWOONG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora