Capítulo VIII- La cita primera parte

67 6 1
                                    


Al final Izzy tampoco había sido de ayuda. ¿Qué había querido decir con eso de citas virtuales?

En fin, en últimas tenía una carta bajo la manga.

Taichi no podía evitar reírse de manera triunfal mientras esperaba a Meiko en la estación de Shibuya. La verdad era que aunque los consejos de Izzy no le hubiesen servido, la noche anterior, cuando estaba a punto de cancelar todos sus planes, alguien tocó a su puerta, era Takenouchi Sora .

No meditó demasiado sobre cómo Sora había logrado enterarse de su cita con Meiko, pero supuso que Mimi o Yamato habían tenido algo que ver y en eso no estaba del todo equivocado. La noticia de su cita se había regado como pólvora a todos los niños elegidos, incluidos su hermana. Todos, en algún momento, llamaron a Sora preocupados.

―Entonces, te lo encargamos.

―Lo sé, lo sé.

Al colgar el teléfono dejó salir un profundo suspiro. Luego se levantó al tocador y sacó dos boletos para el Zoológico de Ueno. Los miró y sonrió para sí misma.

―Has madurado, Taichi.

―¿Yagami-san? Lo siento, llegué tarde.

Una voz agitada provenía detrás suyo.

―¡Mochizuki-san!

Se detuvo un instante para observarla, pues creía haberse equivocado de persona. Mei llevaba el cabello recogido y vestía un suéter ligero de mangas largas y unos shorts de tiro alto con volado. Pero lo que más llamó su atención fue el hecho de que no usaba gafas y que sus orejas estaban perforadas.

―¿Estás..?

Al ver que Taichi la miraba, Meiko cubrió sus orejas. En verdad, no estaba acostumbrada a usar aretes, le parecía extraño.

―Mimi-san pensó que podía ser buena idea, tal vez no debí...

Taichi negó con la cabeza.

―Me gustan.

―Gracias.

―Por cierto, veo que tampoco estás usando tus lentes, ¿estás bien con eso?

―¿Eh? Estoy usando lentes de contacto.

―¿Pasaste mucho tiempo con Mimi, no es así? Bien, ¿vamos?

―¿A dónde vamos?

Le preguntó Meiko cuando estuvieron en el tren. Taichi no contestó, sacó orgulloso los dos boletos del zoológico de Ueno y se los enseñó en espera de su reacción y al ver que esta era positiva, aprovechó para jactarse de su idea.

Poco a poco los nervios de la cita se fueron disipando al llegar al lugar y ver los  primeros animales. Visitaron al panda gigante y luego al panda rojo, las dos estrellas del lugar.  Lo que Meiko disfrutó mucho, pues nunca había visto un panda en su vida. Luego visitaron los animales nocturnos y aunque los murciélagos la asustaron, los gatos nepalí le recordaron a Meicoomon.

Después de eso tomaron el monorriel para ir a la parte oeste y una vez allí fueron a ver los cocodrilos, luego los hipopótamos y finalmente los pingüinos.

Como el recorrido había sido largo hasta ahora, Taichi fue por algo de comer mientras Meiko se entretuvo tomando fotos.

―¡Qué lindos!

Dijo, cuando sintió que algo la golpeaba en el pie derecho. Al revisar, no vio nada de su estatura, abajo, una criatura blanca con cresta amarilla la miraba.

―¿Gomamon?

El gomamon le dirigió una mirada de extrañeza y Meiko entendió que no era el mismo que había conocido en el pasado. De hecho, el gomamon de Joe había desaparecido poco después de l Agumon y Gabumon. Este era diferente, sus líneas eran más azules que moradas y sus ojos de un verde más claro.

Taichi y Meiko, El recuentro. Una ero-historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora