Me siento rota. No soy capaz de moverme ni un solo centímetro. Sé que sigo viva porque el monitor que muestra mis latidos a mi izquierda hace ruido continuamente.
Me despierto a instantes, alguien viene a darme de comer, incluso a bañare, escucho algunas voces, pero todo es difuso y distante. Entonces vuelvo a cerrar los ojos y a sumergirme en un sueño interminable.
Abro los ojos por primera vez en no sé cuanto tiempo. A mi alrededor se dibuja una fría habitación de hospital, unos tenues focos fluorescentes me apuntan la cara, el ambiente me ahoga, huele a alcohol y antisépticos. Intento levantarme pero mi cuerpo no se mueve, cada extremidad me duele y siento como si en mis venas corriera plomo en vez de sangre. El aire me sofoca, intento hablar, pedir ayuda o algo, pero no soy capaz, llevo mis manos a mi garganta pero esta rodeada con un collarín, mi pulso se empieza a acelerar y mis sentidos se disocian, el marcapasos que contaba mis latidos empieza a emitir un ruido punzante. Una enfermera entra rápidamente a la sala, me toma de los hombros para tranquilizarme y evitar que me levante.
— Tranquila, tranquila — susurra. — Shhh, esta bien, estas bien.
Un doctor acompañado de una segunda enfermera entra a la habitación.
— ¿Ha despertado? — pregunta a la primera enfermera y esta asiente. — Vale, necesitamos hacer un chequeo.
Doy una sacudida cuando la segunda enfermera me toma del brazo para quitarme el suero, la miro aterrorizada, siento mis instintos más a a la defensiva que nunca, como si me estuviera protegiendo de algo o... alguien.
— Hola Nora. — saluda el medico tomando asiento a mi lado en el borde de la cama. Intento decir algo, pero mi cuerpo no responde. — Tranquila, tienes lesiones de asfixia mecánica, no puedes hablar, tus cuerdas vocales están bastante inflamadas pero tranquila, con el tiempo podrás volver a hacerlo, ahora solo necesito que me respondas unas preguntas, si la respuesta es positiva solo debes parpadear una vez, si es negativa, dos. Luego podrás hacer las tuyas si quieres, anotándolas en una hoja.
— ¿Tu nombre es Nora Amelie Rose? — aquel nombre me suena de alguien ajeno a mi, es como si lo hubiera escuchado hace muchos años. Parpadeo una vez.
— ¿Sabes qué día es hoy? — parpadeo dos veces. Continua haciendo preguntas de mi estado sencillas, hasta que llega a la ultima.
— ¿Recuerdas algo de lo que paso antes de que cayeras inconsciente? — lo miro fijamente.
Y pienso: ¿Hay algo que debo recordar? Siento mi cabeza dar vueltas, imagenes aleatorias me golpean bruscamente, pero ninguna es lo suficientemente clara, de lo único que soy totalmente consciente es de un dolor profundo, muy profundo y agudo en mi pecho. Parpadeo dos veces.
— Muy bien, no te preocupes, es posible que eventualmente vayas recuperando esos recuerdos, ahora mismo pareces estar en un trance de shock, tu cerebro esta resguardando esas memorias, es un mecanismo de defensa de la mente para afrontar situaciones...complicadas. — me mira de reojo, hay una chispa de lastima en sus ojos. — Pero no tienes nada de que preocuparte y ahora, si tienes preguntas puedes anotarlas aquí, tranquila, tomate tu tiempo.
Anota algo en su bitácora, y me pasa un portapapeles con un par de hojas y un bolígrafo. Dejo mi mirada fija sobre el lapicero, realmente no creo ser capaz ni siquiera de soportar el peso de este, siento como si todo fuera de cristal a mi alrededor,..solo estamos él y las enfermeras, no hay nadie mas, ni siquiera mi familia.
Levanto la vista, la mirada del medico seguía fija en mi, pero soy incapaz de mover mis manos, entonces solo señalo con la mirada alrededor, esperando que de alguna manera milagrosa pueda explicarme en qué punto de mi vida me encuentro.
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Inocencia perdida (+18)
Novela JuvenilNora es una joven adolescente proveniente de una familia adinerada y privilegiada, no conoce nada de la vida, ni siquiera de si misma, aún así es llevada a un internado católico conservador con el único objetivo de conseguir esposo y casarse al fina...