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A lo lejos, sentando sobre una banca bajo un gran árbol de cerezo, un joven azabache de unos veinticinco años, observaba atentamente a su perfecta y más bella creación. Lo que más adoraba y amaba en el mundo. Su pequeño cachorro, jugando cerca de uno de los estanques del palacio con su nueva mascota.
— ¡Shisui! ¡Permanece en la orilla! — ordenó al notar que su hijo estaba a punto de meterse al agua para atrapar al maldito insecto volador que se burlaba de él.
Aunque esta era poco profunda, estaban en pleno otoño y la última vez que lo había hecho, había cogido una fuerte gripe que no los dejó dormir por noches. El niño volteó sobre su hombro ante su advertencia y contestó obedientemente con una hermosa sonrisa inocente.
— ¡Sí, mami!
Obito le devolvió una sonrisa llena de amor y lo dejó seguir con su actividad de todas las tardes desde que había encontrado una absurda fascinación hacia los insectos. A Shisui le encantaba cazar cualquier clase de bicho para admirarlos de cerca, mostrárselos a su mamá mientras le contaba todo lo que sabía de ellos y luego soltarlos. Y ese día, les tocaban a las pobrecitas mariposas.
— ¡Ven, Pakkun! — gritó Shisui, emocionado al ver a la desafiante mariposa abandonando el estanque y sobrevolando ahora los crisantemos bien cuidados de su abuela.
Obito negó divertido cuando el perro ladró en respuesta y salió corriendo detrás de su pequeño travieso. Y a la vez, sintió pena por las flores de su madre.
— ¡Tengan cuidado con las flores o harás que se enoje la abuela, Shisui!
— ¡Sí, mami!
Pakkun le parecía un nombre bastante hilarante para un perro tan gruñón, pero le gustaba la ironía que conllevaba eso; y es que ni siquiera lo había escogido su hijo.
El pequeño de cuatro patas, había sido abandonado en las puertas del palacio y nadie le hacía caso. O eso, le habían contando los sirvientes, que eran quienes más entraban y salían de su hogar y cada tanto lo alimentaban para que no muriera. Hasta que un día, sin que los shinobis que resguardaban la entrada se dieran cuenta, ingresó a los terrenos del palacio y llegó directamente cómo un huracán a su hijo, que cayó al piso cuando este se le lanzó encima. Obito recuerda que, Shisui, casi pone el lugar patas para arriba con únicamente su llanto. Todo porque uno de los guardias que los cuidaban, le había arrancado bruscamente al perro de los brazos. Obviamente, el can fue devuelto a su cachorro después de un fuerte regaño de Obito y desde ese día, no se separaron ni por un segundo. Incluso, dormían juntos. Pakkun era como el pequeño guardián personal de su hijo, pues este siempre olfateaba a las personas que se querían acercar a él. Excepto a Obito. Como su madre, era la excepción. Al principio, el invasor sólo era llamado "perrito" –mal pronunciado, cabe destacar – por su hijo. Luego, encontraron que la placa del collar que colgaba en su cuello, traía más que la marca de un espantapájaros. Detrás de la pieza redonda de metal, que estaba colocada al revés por alguna razón, decía "Pakkun". Sólo así dejó de llamarse "perrito" y pasó a formar parte de la familia noble del clan Uchiha.
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El Último Omega 🌺KakaObi🌺
Fanfiction◆◇ Llegará el día en que, el cruel ciclo de guerras e incesantes cacerías, llegará a su fin. Y deberá ser antes de que, el último omega, deje de existir. ◇◆ 🌺UA Omegaverse. 🌺Kakashi Alfa. 🌺Obito Omega. 🌺 Todos los personajes y el mundo de Narut...