Capítulo 25

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Ángela Brown

Cruzamos la cafetería los 5, las miradas y los murmullos no se hacen esperar. Ya estoy acostumbrada a que la gente nos observe, pero esta vez es diferente, porque tengo a Carter a mi lado derecho y no deja de darme miradas insinuantes y sonrisas de lado.

Estoy segura de que es él quien se está robando la atención y como no si está más bueno que el pan blanco con ese porte que de modelo más el puto sex appeal que se nota a kilómetros. Teniéndolo tan cerca puedo oler su colonia, es más fresca que la que uso el día de la feria y de la fiesta de aun así me gusta.

Nos sentamos en una de las bancas de afuera y de la nada llegan Diego y André (un amigo de Natalia) con la comida.

—Carter amigo, no sabía que estuvieras en nuestra universidad— lo saluda Diego con una palmada en la espalda como si se conocieran de toda la vida— al fin un hombre más en el grupo, con Sebastian en clase, nos deja en desventaja en las garras de estas brujas.

—Pues las brujas levantan cosas sin tocarlas así que me queda el apodo, amor.

Todos racionamos diferente ante las palabras de Pamela. André casi se ahoga con la bebida, Diego suelta una risa nerviosa, Tamara se sonroja mirando a otro lado, Carter voltea a ver a la rubia alzando las cejas y luego a mí.

Es mejor que vaya conociendo como son si es que se quiere juntar con nosotros.

— Hay gente que no quiere escuchar esas cosas, en especial yo, me van a sangrar los oídos y me van a dejar traumada de por vida— se queja Natalia entendido el doble sentido hasta el último.

Todos nos reímos, creo que exagera, pero ha de ser incómodo escuchar de la vida sexual de tu hermano y tu amiga.

Así trascurre una semana, no sentamos todos juntos, pedimos comida de algún lugar cercano, platicamos y reímos entre todos. Descubro que Erick Carter estudia administración de empresas, sus papás están divorciados y vive en un departamento cerca del campus a unas cuantas calles del mío con Tamara.

La verdad no es el troglodita que pensaba que era al principio. Todavía no confió en él del todo, pero esta semana ha demostrado que aparte de ser increíblemente guapo, es gracioso, pero no simple, educado, pero no pretencioso, en resumen, el sueño húmedo de cualquier mujer. Pensé que me iba a pedir una cita, pero no, ni siquiera volvió a coquetearme o al menos no tan descaradamente.

Eso me desilusiona un poco, en mi mente esperaba al atrevido e inapropiado chico que me beso a la fuerza y me subió hasta al cielo con solo sus labios y sus caricias fuertes. Pero no se  mostrado más que atento y correcto, un como burlón sí, pero no tan descarado como en veces pasadas. Parece que en vez de una simple contusión con el accidente le hicieron un lavado de cerebro y lo cambiaron por el hombre perfecto, es eso o esta, o estuvo fingiendo.

Lo que no creo que sea fingido es su atracción por mí. Me acompaña siempre puede a mis clases y cuando ayudo a estudiar a Natalia me ve fijamente sin disimulo mientras yo trato de no sonrosarme ante su excautiva mirada. Platicamos bastante y a veces dice cosas que definitivamente pintan mi cara de color rojo, pero no me ha invitado a salir. Tal vez es lo mejor, acabo de salir de una larga relación y empezar otra no es lo mejor. No quiero repetir las mismas equivocaciones del pasado, como lanzarme a brazos de Marcus cuando todavía tenía fuertes sentimientos por Gil.

Entro al departamento después de practicar tenis con Pamela veo como tengo varios mensajes en la contestadora.

Algo inusual por qué todos los que conozco me hablan al celular.

Tal vez son para Tamara.

Pongo el primer mensaje y la voz de mi hermana suena en todo el recibidor, haciendo que la culpa me invada como con años pasados.

Entre besos y engaños. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora