Capítulo nueve: Educación mágica

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Disclamer: J. K. Rowling y Takao Aoki, son dueños de Harry Potter y Beyblade, respectivamente. Yo hago este fic sin ánimo de lucro, como medio de entretenimiento y ocio.

Educación Mágica

El olor que despedían las cocinas fácilmente se infiltraba en la Sala Común de Hufflepuff. Si Tyson supiese en dónde se encontraba él, se moriría de envidia. Se había levantado por el mismo aroma del desayuno que se estaba preparando por ahí. Sus compañeros de cuarto, tan amables cómo el resto de la casa, le habían hecho una pequeña bienvenida, siguiendo una leve merienda, (obtenida de las cocinas) antes de dormir. Algunos de ellos, de origen muggle, le pedían que les relataran sus juegos que tuvo durante el Torneo mundial, cosa que Max, no podía negarse.

Ahora tenía tiempo de admirar la decoración de la Sala Común. Veía un sinfín de número de cactus que adornaban el lugar. Algunos de ellos estirándose, cómo si acabasen de despertar. Los sillones mullidos que invitaban a quedarse en lugar de ir a clases. Pero lo que le llamó la atención, fue la pintura de la mujer de cabellos rojos que había visto en el cromo que le regaló a Aneshka.

—Hola, Max —le saludó un niño pelirrojo, de ojos azules. El rubio se sobresaltó un poco.

—Hola, Andrew —le sonrió.

— ¿Listo para empezar? —le preguntó, mientras los dos iban hacia la entrada.

—Sí, me muero por saber cómo es la enseñanza aquí —le manifestó—. Aunque debo ser sincero, el olor que sueltan las cocinas es motivo para levantarse.

—Lo sé. Los elfos domésticos se esmeran mucho para hacer la mejor comida. Pero no esperes algo copioso cómo el banquete del día de ayer. Aun así, el desayuno está bien.

Salieron hacia el vestíbulo, notando que otros alumnos de diversas casas bajaban o subían escaleras para dirigirse la Gran Comedor. Algunos le veían emocionados, comprobando realmente que era Max Tate. Ingresaron a la habitación. Apenas se comenzaban a llenar las mesas. Siguió al pelirrojo hasta la que pertenecía a Hufflepuff. Con la mirada buscaba a sus amigos, de los cuales no había rastro alguno. Quizás fuese muy temprano.

—No te preocupes por ellos —le manifestó su compañero, al sentarse—. Es probable que aún no hayan llegado porque se encuentran en las Torres, que están un poco más alejadas que nuestro agradable Sótano.

—Sí, puedes tener razón —en ello tomó una jarra de leche para servirse; un plato, en donde puso huevos con tocino—. Vaya, el día está nublado —señaló con la vista el techo, dónde efectivamente se apreciaba el clima gris. Tomó un pan tostado, para empezar a comer.

—Ojalá no llueva si nos toca Cuidado de Criaturas Mágicas o Herbología —dijo el mago, para después enfocarse en los panqueques que tenía enfrente.

— ¿Las clases son difíciles? —le preguntó con curiosidad Max.

— ¡Las que llevamos con nuestra Jefa de casa no! ¡Son geniales! Pero sinceramente no me gustaría llegar con lodo por los charcos y tener a Filch sobre mí —hizo una mueca.

— ¿Filch...?

—El conserje. El odia a los niños, y hace lo posible para meternos en problemas. Suerte los castigos no son severos gracias a Dumbledore.

—Ya veo.

En ese momento entraron Rei, Kai y Kenny, junto a una chica rubia, la cual hablaba amenamente con el chino. Los otros dos le saludaron (el ruso con una simple inclinación de su cabeza), para ir a sentarse a la mesa de Ravenclaw. De nueva cuenta, varias cabezas se voltearon a verlos, emocionados al comprobar que eran el equipo Campeón. El rubio soltó una risa por lo bajo, al no ver llegar a Tyson desde la Torre de Gryffindor. Pero a punto de retirar su vista de la puerta de roble, observó a su amigo ingresar junto a Aneshka, aún con un poco de somnolencia, que se esfumó al ver toda la comida que tenía frente a sus narices.

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⏰ Última actualización: Apr 11, 2021 ⏰

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