Capítulo 37. Los Extrañé

460 55 128
                                    

Luego de pasar unos días ingresados por fin son liberados para ir a casa, era temprano pues Altagracia se moría de ganas por estar en su casa con los chicos, José Luís se llevó primero las cosas mientras que su esposa terminaba de colocar a ambos bebés en las sillitas, sería más sencillo transportarlos así, además tenían mucha experiencia para colocarlas en el coche, no iba a ser nada complicado.

Cuando el regreso tomo ambas sillitas luego de ayudara su esposa a levantarse, aún estaba algo adolorida pero nada del otro mundo, era como haber echo demasiado ejercicio, como tenían que atravesar el pasillo de las habitaciones le toco a el ir primero ya que no podían estar juntos, llegando al elevador ella presiona el botón haciendo que las puertas se abran, poco tiempo después andaba checando que José Luís los colocará bien.






- Mi amor estate tranquila – sonríe – He echo esto miles de veces

- Lo sé pero esta es la primera vez con bebés tan chiquititos amor, me pone algo nerviosa que los andes moviendo – admite

- Ellos están bien dormidos y casi ni los muevo – termina de colocar a Bruno – Listo ya podemos irnos a casa

- Se ven cómodos? – indaga en lo que sube al asiento de copiloto

- Si y no te preocupes, sus mantas siguen ahí tal y cómo se las pusiste, no tendrán frío – cierra la puerta

- Está bien – asiente – Entonces vamos a casa, estoy loca por ver sus caritas cuando nos vean llegar

- Ahorita deben estar en la mesa con mi mamá – sonríe encendiendo el coche – Podremos desayunar con ellos

- Ay el primer desayuno de los bebés! – se pone el cinturón

- No lo había pensado así – avanza – Tienes razón es el primero

- Siento que ya voy a llorar – se queja

- Mi amor, estás bien? – se preocupa

- Si sólo que se siente bonito – admite – No me hagas mucho caso, ando sensible

- Ahorita que lleguemos te doy un abrazo si? Porque sé que si me detengo te vas a enojar porque llegaremos algo tarde – ríe

- No estás muy lejos de la realidad – asiente – Están tan calladitos – se gira para verlos – Es tan lindo cuando mueven la boquita

- Diablos y me lo estoy perdiendo – ríe

- Lo seguirán haciendo hasta que lleguemos a casa – sonríe – A menos que se despierten

- Espero que sigan dormidos en ese caso – se detiene en el semáforo – Sería muy malo que me volteé ahorita para verlos?

- Si te tardas nos tocaran la bocina y tendremos a dos bebés llorando – juega con su cabello

- Ahs – se queja – Bien los veré en casa






Luego de unos cuantos minutos atraviesan el portón de la casa siendo felicitados por el guardia, una vez estaciona el coche José Luís se apresura para ver a sus hijos que para su buena suerte aún estaban dormidos y moviendo su boquita, cuando los sacaron del coche, sin la sillita esta vez, ambos se quejaron un poco pero no duro mucho, era cómodo estar en sus brazos.

Entraron a la casa sin hacer mucho ruido pues no sabían la hora en que ellos llegaban, así que sería una gran sorpresa, cuando aparecen en el comedor los chicos enloquecen yendo enseguida a saludarlos al igual que a sus hermanitos, ya cuando las emociones se calmaron un poquito, su suegra la ayudo con Bruno, José Luís desayunaria con los peques, Altagracia lo había echo en el hospital por esa razón no tenía hambre.






Por Casualidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora