#35. Verdades oscuras.

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Pov. Santino.

Un líquido helado impactando contra mi cuerpo provoca mi despertar. A medida que recobro la conciencia mi cuerpo siente los estragos de la golpiza que me dieron. Mis ojos arden por la agua sucia que entró en ellos y mi boca escupe la asquerosa agua que de mezclo con la sangre seca.

Miro hacía los lados y distingo mis extremidades atadas a una barra de hierro alta que me deja sin posibilidades de poner mis pies en el suelo. Estoy en ropa interior lo que significa que todas mis pertenencias han sido arrebatadas.

—Al fin despiertas, soldadito —una voz rasposa es lo primero que escucho.

—¿Tan aclamado soy aquí? —indago irónico y con la voz ronca de no hacer bebido agua.

—Chertov frantsuzskiy (Maldito francés) —gruño en ruso y para su sorpresa entendí.

—Chertov russkiy (Maldito ruso) —devolví la ofensa en su idioma natal—. Kstati, ya ital'yanets (Por cierto, soy italiano).

Volvió a gruñir y salió del ¿sótano? No sé ni dónde demonios estaba, solo sabía que no tenía calefacción por el frío de puta madre, aunque, ¿quién le pone calefacción a su secuestrado? Nadie, obviamente.

Que puta mala suerte, la verdad.

¿Qué le habrá pasado a mi Kathy? ¿Estará bien?

Seguramente lo está, pedí que la protegieran en la casa para agentes del escuadrón Anti-Rusaka, lo más probable es que esté preocupada por mí.

Bueno, a lo mejor... Quizá solo esté pensando en su difunto esposo.

—¿Pero qué tenemos por aquí? —cuestionan desde la puerta, a medida que se acerca la persona percibo que es el Boss de Rusaska quien me mira con asombro fingido.

—Sí, sé que soy irresistible pero ten pudor, estoy en paños menores, hombre —ésta vez yo finjo el asombro.

Conociendo lo pervertido que es, no dudo que me esté morboseando.

—Hijo de perra —masculla—. Detesto cuando te pones de gracioso.

Cierto. Por un momento olvidé que nos conocemos desde cerca.

—Pedófilo.

Y no miento.

—Cállate —ordena furioso—. No sabes lo que hablas.

—La verdad duele, cerdo —lo miro con asco.

—¡Que te calles! —vuelve a ordenar y me tira un puñetazo en la mejilla.

A ése puñetazo le siguen otros más en el estómago, las costillas y la boca. Descarga la rabia golpeándome hasta que se cansa, aprovechando mi vulnerabilidad al estar amarrado porque de otra manera no podría ni tocarme un pelo.

—Ni siquiera te daré el lujo de disfrutar tus últimos momentos de vida —gruñe agitado—. Brutus, ven.

De inmediato un hombre alto, robusto y con una enorme cicatriz en la cara, entra al recinto. Otro eslabón más es la cadena se está mafia, aunque no es más que un sicario que sigue órdenes para que no dañen a su familia.

—¿Qué manda, Boss?

—Trae el baúl de instrumentos de tortura, hoy me toca divertirme —sonríen siniestramente.

—Como si fueras un niño pequeño para jugar —susurro a duras penas por el dolor que provocó sus golpes—. No eres más que un pedófilo violador.

—Cállate, no vuelvas a tocar ese tema, bastardo —me mira con odio—. Apúrate, Brutus.

El hombre sale del lugar acatando la orden de inmediato.

—No quieras tapar el sol con la mano, todos sabemos lo que hiciste con tu sobrino... —acentuo apático.

—¡No es cierto, no fuí yo!

—¡Que sí fuiste tú. Violaste a tu sobrino y seguramente querías hacer lo mismo con los niños del Jardín de Niños y con el hijo de Kathy!

—No, eso fue en el pasado y estaba drogado. Nunca ví con morbo a los niños, solo los quería cuidar y al hijo de Katherine no le hice nada malo, con ella tengo cuentas pendientes... por su culpa casi descubren mi identidad.

¿Quién se cree éste? ¿Por qué amenaza a mi Kathy?

Maldita sea el momento en que ganó él en vez de otro espermatozoide al fecundar el óvulo.

—¡No te atrevas a ponerle un dedo encima a Kathy! —vocifero—. De nada te sirve vengarte, no te describieron los policías.

—Pero casi lo hicieron.

—Fue por tu culpa, la intentaste violar como a tu sobrino —recalco.

—Ella me provocó —brama titubeante.

Hijo de puta.

—Ella no te provocó. Vez cosas donde no las hay, ¿o me vas a decir que tu sobrino te provocó y que por eso abusaste de él?

—No, pero tuvo la culpa. Yo estaba drogado, ebrio y con apetito sexual... ¡me hubiera cogido hasta una vaca, pero se me atravesó él y ni siquiera me importó!

Imbécil, ¿cómo se le ocurre decir eso? Solo daña psicológica y físicamente a las personas con su mentalidad retrógrada.

—Eres un maldito enfermo, me das asco y te vas a pudrir en el infierno, puerco de mierda.

—Como si me importa lo que dices, mejor prepárate que cuando te mueras le tocará a tu putita Katherine.

—No te atrevas ni a decir su nombre con tu sucia y asquerosa boca. A ella no la toquas, házme a mi todo lo que quieras pero a ella no —advierto escandalizado.

A mí Kathy que no la toque, no la vea mi la mencione que soy capaz de todo por ella.

—Shhh, las palabras sobran. Ahora me toca disfrutar de matar a un soldadito Anti-Rusaka, no siempre me puedo dar éste lujo.

Intenta tapar mi boca y a pesar de que me remuevo, logra ponerme el bozal. Observo como entra el tal Brutus con un enorme baúl antes de que me obstruya la vista con una manta.

—Espero que resistas todo lo que tengo preparado, soldadito —dice antes de sentir como encaja algo filoso en mi muslo.

La piel me arde y la sangre fluye pero puedo soportar, tengo que soportar para poder proteger a Kathy y a sus hijos, mis niños.

En la tierra como en el cielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora