Revolviendo entre madrugada y taciturno una bebida impía
busco bajo tilineantes espectros ser capaz de remediarme el hastío
Infructifero en las comidas, infructifero en las marchas
para las cuales me desvelo hasta poco antes del equinoccio
y para las que me levanto, cuando la niebla de abril
se posa en los orificios de mi piel, para sacudirme desde dentro
Revuelvo antes del atardecer mi recipiente de color almizcle
buscando en saciar la alegoría que me retumba en lo hondo
del cráneo, de mis nervios y carne dentro desde el hueso
La siguiente muestra que me ha de entender con la receta
cuando deposito en mis entrañas la sustancia
que me agita desde el nunca hasta el vamos
e implorandome vomitar, cual perro que ha el ollín tragado
Ya no busco en seguir aborreciendo, como si fuera deber horripilante
en aborrecer las magulladuras bajo las cuales me abrasa
un sútil negro con sabor a espanto
un poco de aroma a encanto
y reconsigo el amplio testigo de mis manos y mis ojos
para atragantarme con mariposas de otoño y escupirlas
como ceniza al final del invierno
Musitando con aquella ceniza que previamente llevé al fondo de mi garganta
durante el termino de predichas mordidas al muslo
concluido, caminante, zigzagueante
y hasta quizás contagiado en los pulmones
Vuelvo a lanzar una moneda ante el desastre de mi fortuna
y me vuelvo a quietud como el hielo al hierro
Casi enmudeciendome al hallarme desprolijo cara a cara
enterandome por rumores como una nueva pintura corrompida
seguirá pintando el declive de la locura hasta la cabeza
de una estimada minotaura en cunclillas
Agito en un pedestal un recipiente con vinagre y ceniza
no poseo la creencia de la inmolación como redención
Susodicho y espantado, y lanzo mi agua restante al escafismo
hundido hasta las claviculas en el vinagre, y me hago desperdicio