Único.

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Gen jamás se considero una buena persona.

Estaba tan enfocado en aprender sobre la mente humana y la magia que nunca prestó real atención a su alrededor hasta que fue demasiado tarde.
Desde ese momento, no se creía más que un ser rastrero capaz de arrastrarte a un abismo mental con tal de sobrevivir. Un murciélago superficial le llamaron y la gente que le vió crecer no hizo más que apartar la mirada y darlo por un desconocido, como si fuera una amenaza para su pueblito.

Gen se odia por ser tan desinteresado en lo que no le gustaba, gracias a eso ni siquiera le dejaron tranquilo en su pueblo, tuvo que irse, construirse un futuro desde cero, darse un nombre, ganarse reconocimiento.

Gen no dejaría a nadie más acercarse, esa era la regla de oro que había mantenido sin romper durante muchísimos años, incluso cuando obtuvo la reputación que deseaba y era respetado de entre los magos. Eso, hasta que decidió tener un lugar fijo para vivir.

Su plan era simple, simplemente viviría en la Villa Ishigami vendiendo pociones, hechizos, armas encantadas y otras cosas, solo se relacionaría con los habitantes por negocios y ya.

No obstante, todo se arruinó cuando le tendió la mano a Luna, una chica que la pasaba realmente mal y ofreció hacerla su aprendiz junto a otra niña del pueblo, para darle un lugar donde vivir.
Lo hizo para ayudarla porque sabía lo difícil que era vivir de esa manera, lo que jamás pensó era que se terminaría encariñando con ambas niñas.

Se odia por pensar que vivir en el campo le daría la vida tranquila que esperaba.

Lo único bueno era que los habitantes no parecían tener el más mínimo interés de relacionarse con él, no se quejaba, eso era lo que quería desde un principio.
Era un poco solitario al principio, pero podría aguantarlo si Luna y Suika se quedaban a su lado.
Era curioso como antes no le importaba estar solo hasta que esas niñas llegaron a su vida, sentía que podía lidiar con todo lo que se pusiera en su camino.

Esa fue su sentencia.

Se lamenta en lo más profundo de su mente, en un día común descuidó su vista y esta fue a parar a la espalda de un joven de cabellera peculiar. Su ropa estaba descuidada y cargaba con un libro que parecía que se rompería si era maltratado.

Gen se odia, no pudo apartar la mirada del alquimista y no pudo cerrarse a tiempo antes de que este le descubriera, antes de que se diera cuenta, estaba ayudando al muchacho.

Y disfrutando de su compañía, aprendía de todo lo que el ojicarmín hacía; aprendía a agarrarle gusto a lo que le desangraba, a apreciar el arte de la alquimia, el arte que Senku parecía amar más que cualquier cosa.

Pasaba bastante tiempo con el de ojos rubí, mostrándole sobre magia al ser un igual en ese ámbito, enseñándoles a sus alumnas de todo y a quien quisiera unirse mientras enseñaba. Antes de darse cuenta, se había ganado el amor de la aldea.

El se odia, si no se hubiera ablandado nada de eso hubiera sucedido.
Asagiri Gen, el mentalista, el mago, el murciélago superficial, el bastardo mentiroso, el intento de estafador, ahora era vulnerable.

No sé quejaba, todo era maravilloso, parecía ser feliz junto con los nuevos amigos que había obtenido, atendiendo en su tienda, enseñándole a los niños, ayudando a quienes necesitaban una mano, huyendo cada vez que Senku deseaba ponerlo a hacer trabajo pesado, haciendo lo que más amaba, ¿qué más querría en ese momento?

Todo marchaba bien hasta que el ojicarmín le enseño con sumo detalle el libro que estaba investigando. Uno que se encontraba en un idioma desconocido y que, por alguna razón estaba logrando traducir, uno que, según para sus ojos e instintos, era una alta amenaza.

Noche. [SenGen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora