Consulta y sorpresa

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Los jadeos que se filtraban de mis labios junto con el movimiento constante sobre mi húmeda punta era todo lo que se escuchaba en esa habitación.

Al rozar el frenillo con el pulgar mis dientes se aferraron a mi labio inferior con fuerza. Pero no fue la suficiente como para mitigar ese gemido obsceno.

Combinando mis dos manos sobre mi eje para darme más placer solo me hacía recordar a unos movimientos, a unas manos, a un hombre, a un nombre. Ese nombre el cual he pronunciado como si fuera sagrado, otras veces como si fuera el causante de un milagro y otras como si estuviera por sumergirme en la fuente de la erótica y delirante lujuria misma.

Al recordar su mirada llorosa mientras me tomaba con su boca me recorrió un temblor.

«"Mew, mírame justo así... Ah, buen chico..."»

Unos minutos de rememorar esos momentos sórdidos que vivimos más como mi mano plasmaba su respuesta a estos en mi cuerpo bastaron para llevarme al éxtasis.

Mi corazón latía furioso mientras que mi raciocinio se hallaba en completa calma. Sentía como un caluroso hormigueo recorría mis mejillas y puente de la nariz tiñéndolas de color cereza.
Una pequeña sonrisa se hizo presente. Ese tono solo surgía de un momento de placer intenso y satisfactorio.

Procedí a limpiar y acomodar en el baño mi imagen a una más profesional.

«"Creo que ahora podré estar un poco más en control de mí mismo."»

Un pitido del teléfono me devolvió a la realidad para decirme que el último paciente ya habia llegado.

Deslicé las cortinas para permitirle al atardecer filtrarse en la habitación. Acomodé mi rebelde cabello antes de abrir la puerta y luego lo vi unos instantes. Se encontraba sentado cerca de las flores rojas abstraído en sus pensamientos.

Suspiré melancólico. Su pálida belleza en contraste de ese color vivaz me hacía sentir hipnotizado.

Me acomodé en la silla—. Dile que pase. Entendido... Gracias, Gael. Ya puedes irte a casa, yo me encargo del resto.

Le di una última limpieza a la placa que dictaba "Dermatólogo Gulf Kanawut" antes de hacer un ademán para que entrara.

—Permiso, doctor Kanawut.

Reí ante su respuesta—. Solo dime Gulf, Mew.

Me devolvió una sonrisa.

—Bien —emprolijé mi camisa—. Empecemos la consulta.

Luego de examinar su piel, responder sus dudas, decirle qué productos evitar, recomendarle otros profesionales cerca de locaciones donde iba a grabar y ponernos un poco al día, el reloj que marcaba las 19:30 dio fin a la consulta.

«"¿Consulta de emergencia? Sí, claro." pensé sarcástico»

Sé que hizo esto para no brindar posible material escandaloso que pudiera dañar nuestras imágenes y para visitar a un viejo amor.

«"Idiota" sonreí en mi mente.»

Durante toda la hora y media hubieron vestigios de coqueteo y miradas cargadas de profunda admiración, afecto e inmenso respeto por el otro.

Ambos dejamos claro que pese a los 5 años que pasaron de nuestra relación de pareja, la química y la tensión por momentos nos tentaban a cruzar esa línea de íntima amistad que habíamos trazado y que, por momentos, parecía desdibujarse.



Esa semana previa a la llegada del invierno en su —próximamente— antiguo departamento bañado a la luz de la luna, en un largo beso agridulce embalsamado con vestigios de perlas acuosas y un hueco en el corazón, elegimos embarcar rumbo a esas oportunidades y amarnos desde la libertad.

Cita de emergencia | TwoShot MewGulfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora