¿Lemonade Stand?

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1. ¿Lemonade Stand?

Miré fuera de la ventana, el aire veraniego me llegó a la cara, reposé mis brazos en el marco y posé la vista en el sol ocultándose. Suspiré.

Fruncí el ceño. Pensé en el próximo concierto de Fall Out Boy, no tenía el dinero suficiente para ir, incluso aunque quisiera, vivía demasiado lejos de la costa y, para mi desgracia, era en la playa donde se daría el maldito concierto. Podía conseguir dinero, tal vez algo de mis ahorros me serviría, pero quería estar en la primera fila, quería verlos y más a Patrick Stump, mi mayor ídolo en la Tierra.

Incluso podía soñar con casarme con él.

De todas formas, el conseguir dinero era un problema en mi familia, mayormente el problema de lidiar con mi padre. Para él, yo estaba en una pequeña bola de cristal y como todo padre, él tenía el "deber de cuidarme", si tenía que envolverme en plástico de burbuja, lo haría, si tenía que meterme en una caja de acero, no dudaría.

Demonios, si tenía que prohibirme trabajar para conseguir dinero, dinero que él no me daba, lo haría.

Déjame decirte algo, vivir así era una completa mierda.

Suspiré, por veinteava vez en media hora. Tenía que ir. Debía y necesitaba ir.

Escuché el ruido de la puerta principal cerrarse, bajé la mirada y noté que el auto de mi padre ya estaba en la entrada. Volví a suspirar. Di media vuelta y caminé hacia la puerta, saliendo de mi habitación y bajando las escaleras.

Papá estaba en el sofá, lucía cansado, pero a sus cuarenta y tantos años, seguía manteniendo cierta belleza. Su cabello carecía de canas, brillaba en un rubio natural, su tez no tenía arruga alguna y siempre mostraba una sonrisa en el rostro, incluso cuando se encontraba molesto, él no te levantaría la voz.

Respiré profundo antes de entrar a la sala y enrollé un mechón de mi cabello rojo entre mis dedos. Antes de pronunciar palabra alguna, él ya estaba preguntándome cómo me fue en el día.

Oh, papá, me he despertado a mediodía, después de una larga noche mandando mensajes, leyendo o escribiendo, deberías intentarlo.

Jamás en un millón de años

-En realidad, quería hacerte una pregunta -Entrecerró los ojos y entrelazó sus manos, luciendo expectante. Vamos, Dee, puedes hacerlo -Quiero conseguir un empleo.

Frunció el ceño.

-Estoy confundido -Para ser un abogado, por supuesto que se encontraba confundido por esto.

-Dinero. Trabajo. Sol. Buses. Esas cosas que un adolescente normal hace en verano -Traté de explicar. Su ceño se profundizó más, al punto de que ambas cejas casi se tocaban.

-Pero tú no eres normal, hija -La próxima vez omitiré aquella palabra.

-Sí, bueno, lo que todo adolescente hace -Aclaré. Sus cejas estaban a medio centímetro de rozarse.

-Pensé que a los adolescentes no les gustaba trabajar

-Nos gusta el dinero

-Por supuesto -Murmuró con cierto recelo.

-Así que quiero conseguir trabajo.

-No

-Papá...

-Hija... -Repitió en el mismo tono de voz que yo había utilizado, sonando como un niño malcriado.

-Por favor

-Bueno

-¿En serio? -Pregunté feliz.

-¡No! -Respondió de la misma manera. Joder.

-Vamos

-¿A dónde?

-Por favor -Rogué de manera sincera, él me miró y luego de pensarlo por al menos lo que sentí media hora, sus ojos azules que compartía conmigo, se entrecerraron mientras decía:

-De acuerdo.

-¡SÍ!

-Puedes tener tu puesto de limonada

-¿Ah?

Lemonade Stand » lh (Short story)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora