CAPÍTULO VEINTITRÉS

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Eran innegable que cada palabra de Jungkook me estaba derritiendo. Éste hombre sabe lo que hace, como lo hace y porque lo hace y eso, atrae demasiado a una mujer. La seguridad de un hombre es básica.
 
Terminamos todo y Jungkook me estira su mano para tomarla y salir del restaurante.

Fuimos a la salida, esperamos el auto y Jungkook me abrazaba mientras tanto, dejaba besos en mi cuello, apretaba mi cintura y estaba empezando a colapsar mi mente al sentir sus manos calientes en mis brazos mientras los acariciaba.

Agradecí al cielo que el auto llegara, nos montamos en él y nos fuimos sin saber a dónde.

— ¿Te gustó la cena? — Dice pícaro.

— Me encantó, aunque el final de la lasagna estaba un poco pasado de picante — Sonríe y niega.

— Y eso no es nada — Jungkook coloca una emisora de Jazz, y disfrutamos de la paz y el ambiente que esa música da.

Amaba el jazz, me parece de los mejores ritmos para estudiar, relajarte, disfrutar una velada, o un viaje en auto.

Al menos me estaba relajando después de lo que Jungkook intentaba hacer.

— Amo esa música, pediría que la pusieran en mi funeral como último pedido en vida — Dice y río por eso — Desde mitad del siglo XIX existe semejante ritmo divino para el deleite del oído humano, es refrescante escuchar Jazz. Me hubiese gustado ser de esa época, aunque no por la esclavitud.

— Tienes razón, hay ritmos que ya últimamente no son tan escuchados y que realmente son piezas musicales — Me mira y vuelve su mirada al frente.

— Tú eres latina y he escuchado muchas cosas horribles de su música y he traducido algunas y me sorprende que eso guste, se ha perdido todo — Me río con fuerza y le doy la razón.

— No soy de escuchar la música de latinoamerica, muy pocas me gustan y no son de ese género que ahora todos escuchan y bailan. Amo bailar, pero denigrar a una mujer en una canción, no es de mi agrado en lo absoluto.

— Estoy de acuerdo, yo solo las denigro en la cama pero las hago sentir más mujer de lo que ya son — Dios, necesito ayuda.

— Ya veo porque siempre estás rodeado de mujeres.

— Solo diré que no todas han tenido en placer y el privilegio de estar en una cama conmigo, no todas han sentido más allá de excitación con palabras porque tienen un detalle que no me gusta.

— ¿Cuál?

— No se resisten — Esto se va a poner interesante y quiero escuchar más, masoquista me dicen — Cuando cortejo a una mujer y le digo cosas que sé que harán que su vagina pida a gritos ser penetrada, tocada, besada, etc. Espero que ellas se contengan, mantengan su postura por muy difícil que sea, eso, me excita de una mujer, me vuelve loco, me ciega. Pero, cuando les digo esas cosas y se lanzan a mí, ya no me gustan y la gran mayoría son de esas.

Eso fue una indirecta demasiado directa por lo que veo.

— ¿Entonces te gusta lo difícil?

— Me mata, así como tú me tienes loco al mantener tu postura a pesar de que te aseguro que debes estar deliciosamente mojada y buscas la manera de buscarme conversación y pensar en otra cosa, para no terminar sobre mí — Si sigue diciendo esas cosas se me va a hacer muy difícil. Me sonríe ladino y estoy a punto de lanzarme del auto.

— La modestia siempre por delante.

— Yo le llamaría realismo — Llegamos a un edificio blanco muy alto y al parecer bastante lujoso. Entramos al aparcamiento y dejamos el auto para ir a no sé dónde.

WALK ALONE © | SUGA - BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora