Una chica muy discreta

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En una oficina de la empresa Ecomoda una joven de largo cabello negro y expresión  dulce intentaba concentrarse en el trabajo que tenía  sobre su escritorio, aunque no podía evitar que sus pensamientos se desviaran.

"¿En qué te metiste Beatriz? Qué tal que tu papá descubra que le mientes? - se hacía  estas  preguntas cuando otras aún más  perturbantes  se le ocurrieron- ¿Qué tal que él se arrepienta?, ni siquiera tienes ropa interior adecuada, todo es tan aburrido y simple".

Beatriz se preocupaba sentada en su escritorio, cuando la irrupción de Aura María la sacó de sus ensoñaciones.

- ¡Betty! ¡Betty, le estoy hablando! ¿A usted que le pasa que anda tan despalomada estos días, ah? - le preguntó con desparpajo la joven madre.

Beatriz la miró y en un arranque de valentía decidió responder con la verdad.

- Aura María, ¿usted me podría acompañar a - a comprar ropa interior? preguntó vacilando un poco al final.

La expresión de Aura María se transformó de sorprendida a pícara en cuestión de segundos.

- Betty, ¿no me diga que se decidió a seguir mis consejos? - enfatizó sus palabras con un golpe de su melena y un pequeño meneo de hombros.

Betty asintió mordiéndose los labios, las mejillas rojas por la vergüenza.

- Uy, mija, fresca, hoy mismo vamos a una tienda que yo conozco, ahí me compraba cuando tuve un novio ejecutivo, ¡si viera qué combinaciones tan finas! - la rubia se entusiasmó, ya imaginando a su amiga siguiendo sus consejos. 

Betty de pronto se asustó un poco, el entusiasmo  de su amiga le parecía demasiado.

- Aura María... tampoco nada muy exagerado, mire que yo soy más bien discreta - Betty se encogió un poco de hombros, como disculpándose.

- No se preocupe, mija - respondió la rubia mientras se retiraba el cabello hacia atrás con un gesto pícaro - es todo chiquitico, ¡muy discreto! - enfatizó sonriente. 

Betty abrió muy grandes los ojos y comenzó a negar efusivamente, cuando la puerta se abrió y Don Armando apareció solicitándole un informe.

- Aura María,  luego hablamos - despidió  a la rubia con un gesto, esperando que su amiga entendiera que debía ser discreta.

- ¡Nos vemos a la salida, Betty! - se despidió la joven, retirándose  prontamente. 

                                  ◇◇◇◇◇◇◇◇◇◇◇◇◇◇◇◇◇◇◇

Unas horas más tarde una azorada Beatriz junto a una encantada Aura María ingresaba por primera vez a un muy intimidante comercio de lencería, el cual exhibía en su vidriera multitud de conjuntos a cuál más atrevido.

- Aura María, yo no creo que aquí pueda encontrar nada para mí - musitó en voz baja y avergonzada, casi sin atreverse a mirar en detalle los colgadores con diminutas prendas de encaje. 

En su cabeza se repetía  en bucle la frase favorita de su inflexible padre: "No lo olvide Betty, el diablo es puerco" haciéndola  sentir en falta con sólo estar en ese lugar.

Aura María  la observó  y chasqueó los labios  mientras negaba con su cabeza. Ella sabía  que su amiga quería  hacer esto, sólo le faltaba un poquitico de valor, ¡y ella iba a dárselo, como que se llamaba Aura María  Fuentes!

- Ay, no, mija! No va a echarse pa'atrás ahora, mire que las lagartas están a la orden del día para quitarle los novios a las que se quedan! - se quejó haciendo aspavientos con las manos -  Y usted no quiere que le quiten al suyo, ¿verdad? - sonrió y señaló hacia otro sector de la tienda - Uy, mire, creo que allí está lo que nos interesa.

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