El maratón... La carrera más demandante en el mundo, tan hermosa como dolorosa, kilómetro a kilómetro el dolor y el sabor a gloria van creciendo... Pero les contaré de la carrera más difícil que tuve que correr en mi vida, donde la incertidumbre y el dolor me estaban matando en vida...
Todo comenzó cuando un día mi gran amigo Edgar, me invitó a correr una carrera, yo en la vida había movido un dedo siquiera en defensa propia, sin embargo acepté. Apenas llegué a la meta me inscribí a otra y después a otra, conforme corría me sentía mejor emocionalmente, mis padres me acompañaban en cada carrera y mi madre al inicio de cada una me decía: "Nos vemos en la meta". Un día mi madre me dijo "ya conoces las carreras de 5k, es momento de subir". Con mucho pesar me inscribí a una de 10k, al terminarla pensé ¡Genial! Sigo vivo, entonces me volví el rey de los 10k. Mis padres siempre estaban en la meta y en a veces algunos amigos que iban por curiosidad...
Pasaron algunos meses y mi madre un día me entregó una hoja donde leí con mucho cuidado, al mismo tiempo que la escuchaba toser casi sin aliento: "Usted ha sido inscrito con éxito a nuestro medio maratón y su número de participante es el 2150". "¿Estás loca?". Ella simplemente me sonrió con aquella hermosa cara de travesura: "Es momento de que avances..."
Así todo el mes de febrero me dediqué a entrenar arduamente para no fallar... mínimo para no morir en el kilómetro 13, al mismo tiempo aquella tos de mi madre crecía día con día y a todos en casa nos tenía sumamente preocupados, todo había empezado en diciembre pasado. Un día me pidió que la llevara al médico pues sentía que no podía respirar, nos dijeron que tenía algunos problemas pulmonares no muy graves y que con los cuidados correctos estaría bien, pero para finales de febrero las cosas no mejoraron, tuve algunas carreras ese mes y mi madre me seguía acompañando con gusto.
El 13 de marzo de 2016 tuve una hermosa carrera en Teotihuacán, nos levantamos muy temprano para llegar, antes de empezar la carrera mi madre me dijo: "Nos vemos en la meta pero te apuras porque me quiero comer mi último helado de chocolate..." como siempre la tiré de a loca y sonreí. Al terminar la carrera fuimos por una paleta de chocolate, se la comió tan despacio y la disfrutó tanto como si hubiese sido la primera vez que probaba esa paleta en su vida.
15 de abril. Mi madre había sido internada, pues pese a que se sentía mal y le insistíamos que fuera al "seguro" ella se negaba, hasta que se sintió mal de verdad y aceptó ir. Los doctores ya no la dejaron salir, le dijeron que tenía síntomas de infarto.
23 de abril. Era de noche y me tocaba a mí hacer guardia en el hospital, mientras esperaba pacientemente en la sala, una enfermera con su acostumbrado tono pronunció: "Familiares de la señora Munguía... ¡Graciela Munguía!" con preocupación me acerqué, ella me comunicó que mi madre sería trasladada a piso, que por fin había dejado de estar en cuidado intensivos, esa era una noticia fantástica, el peligro había pasado. Cuando dio el horario de visitas, subí de inmediato a verla y con aquella sonrisa de ángel me miró desde su cama con un libro en la mano: "Ya lo terminé, me tienes que conseguir otro". Después de platicar durante una hora, nos reímos y comentamos que el martes sería dada de alta, sus ojos se iluminaron con esa noticia y dejando el libro a un lado me dijo: "Te quiero pedir dos favores, el primero es que pase lo que pase nunca dejes de correr y el segundo quiero que la cuides mucho siempre. Tú sabes a quién me refiero..."
26 de abril. Me disponía a trabajar como todos los días, en ese tiempo trabajaba en recursos humanos, estaba por encender mi computadora cuando de pronto llegó un mensaje a mi celular, era mi cuñada que nos avisaba que mi madre se había puesto mal, que estaba sufriendo una crisis, sin pensarlo dos veces tomé mis cosas y al tiempo que corría a la puerta le dije rápidamente a mi jefa que solo asintió con la cabeza. Al llegar a la clínica subí hasta el piso donde esperaba mi padre con el rostro desencajado, me explicó que mi madre había tenido un ataque de ansiedad que no la dejaba respirar, a hurtadillas me metí al cuarto donde estaba y la vi sentada con una mascarilla, al verme me dijo que se sentía mejor pero su respiración no me lo parecía así que con desesperación quise buscar a un médico pero ella me detuvo diciendo: "Tranquilízate, estoy en un hospital y ellos saben lo que hacen". Me tomó con fuerza del brazo y con una mirada que no veía desde mi última travesura "¿Recuerdas los favores que te pedí?" "Sí ¿pero qué tiene ver eso ahora?", "Quiero que los cumplas, recuerda pase lo que pase... Nos vemos en la meta."
Después de unos minutos y con toda la impotencia del mundo los doctores nos dijeron que habían tenido que inducir en coma a mi madre o sufriría un infarto fulminante, que harían todo lo posible por salvarla.
Mi mundo se empezaba a desmoronar...
30 de abril. Una bacteria se instaló en los pulmones de mi madre mientras permanecía en coma, las cosas se complicaban cada vez más. Me sentía como abandonado en la luna, ¿por qué las cosas cambian tan drásticamente? Necesitaba salir corriendo, tomar aire, quería salir y no saber más del tema, el miedo me invadía de pies a cabeza...
Los doctores hacían todo lo posible por salvar a mi madre, mis hermanos me dijeron que me fuera a la casa porque tenía que correr pero yo no me quería mover de aquel lugar. No sé cómo explicar lo que sucedió después, solo sé que es algo que no le deseo a nadie y es algo que todos sabemos que sucederá y todos llegaremos a este punto, sin embargo no queremos que así sea... No existe una palabra que te reconforte en ese momento, no existe una frase que no suene tonta y sin sentido, no existe absolutamente nada que te cure en ese momento...
1 de mayo. Para ser sinceros yo no quería correr ese día, es obvio que no tenía ánimo pero todos me decían que si eso había pedido mi madre eso tendría que hacer, pero ¿qué ganaba? Ella ya no estaba, ¿quién me esperaría en la meta como antes?, estaba decidido a no moverme un centímetro....
1 de mayo, 6:00 am. El día de la carrera había llegado, estaba desvelado y temeroso, mi padre y mi hermano menor me acompañaban, ya había calentado y me mantenía en movimiento para no enfriarme, el estómago me reclamaba solo traer una rebanada de pan con crema de cacahuate y mermelada de fresa.
7:10 am. Habían dado la largada y con miedo empecé a trotar. Correría 21 kilómetros y había que guardar energía, levanté un dedo al aire mientras perdía a mi padre y a mi hermano de vista. Imitándome con una sonrisa descompuesta atrás de las vallas la gente gritaba para darnos ánimos y vaya que lo necesitaba.
8:00 am. Había superado los primeros diez kilómetros de esta difícil carrera y un sentimiento de logro y miedo me recorría al mismo tiempo el cuerpo.
9:10 am (kilómetro 18). Las piernas me dolían, estaba decidido a renunciar en el bosque de Chapultepec. "¡Prohibido rendirse!" gritó Edgar, un amigo que trotaba unos metros atrás de mí —alguien te espera en la meta—. Las lágrimas casi me traicionan, mi mundo no tenía sentido en aquellos momentos ...
9:30 am. La meta estaba a un kilómetro y de pronto me detuve, me quedé parado en la última recta mirando "META" completamente inmóvil. Tras las vallas la gente gritaba, ya no eran voces sino graznidos. Ella ya no estaba, ¿Quién me esperaría en la meta ahora?, ella había fallecido el día anterior y no veía más sentido a las cosas...
Un fuerte tirón en la mano me movió al tiempo que escuchaba "Mira al frente, mira quien está ahí." Eran mi padre y mi hermano bajo la palabra META, sin respirar corrí ese kilómetro lo más rápido que he corrido en mi vida. Al cruzar Edgar me sostuvo fuertemente la mano, en ese preciso momento me di cuenta que no solamente él me sostenía, en la otra estaba mi madre, porque ella no me esperaba en la meta, ella corrió conmigo a partir de ese momento...
Al cruzar la línea final alcé nuevamente el dedo y mi padre y mi hermano hicieron lo mismo. Desde aquel momento, cada logro que tenemos por mínimo que sea alzamos el índice al cielo. Las cosas suceden por algo, ese amargo capítulo de mi vida se convirtió en motivación día con día.
Días después de la carrera encontré un sobre con mi nombre entre las cosas de mi madre, sentí sorpresa y miedo al ver lo que contenía: "Felicidades aquí está tu número de corredor para el Maratón de la Ciudad de México es el 25330". Como si fuera su última travesura.
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Nos vemos en la meta
ContoMas que una historia es un capitulo de mi vida, uno muy triste y desafortunado, sin embargo despues se convirtió en una motivación... espero que les guste