Epílogo

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1ª PARTE
𝓐𝓵𝓮𝔁 

Habíamos quedado con Luis y Max para hacer la pequeña mudanza a las doce del medio día. Esa mañana iba a ser tranquila, Miriam y yo nos habíamos propuesto descansar y limpiar bien la casa o, al menos, la zona donde de ahora en adelante descansaría su cama y la cómoda donde guardaría la ropa, pero Tefi tenía otros planes muy diferentes.

Se había empeñado en sacarnos de casa a las diez de la mañana para pillar las mejores prendas de ropa de la tienda antes de que fuesen manoseadas y escogidas por otros clientes. Cosas de ella, no intentéis buscar el porqué, sobre todo porque normalmente los sábados no venía ningún cargamento de ropa que ver antes de nadie. Pero a ella le hacía ilusión y la casa, al fin y al cabo, no estaba tan sucia como para necesitar una limpieza extra antes de meter la cama, así que decidimos hacerla feliz y, por qué no, darnos también algún que otro caprichito textil nosotras también.

—Va a quedar cojonudo, es que ya lo estoy viendo.

—La verdad es que tienes razón, Miriam es muy buena dibujando planos; yo no llego más lejos de hacerlo con los SIMS —las tres sonreímos sin dejar de caminar por la avenida principal—.  ¿No has pensado nunca dedicarte al interiorismo o algo así?

—¿Yo? Qué va. Además, solo soy buena con el estilo que me gusta. 

—Muy buena —corrigió Tefi.

—Y que lo digas —confirmé con una sonrisa cuando nos detuvimos frente a la puerta de la tienda que meses atrás había visitado con Estefanía.

La persiana aún estaba echada, pero según la hora de apertura debían estar casi al abrir. Nos apoyamos en la fachada y miré el reloj para volver a confirmar que sí, efectivamente Tefi me había levantado a las nueve de la mañana un sábado para ir a comprar ropa. Ropa. A las nueve de la mañana. Yo a esa hora lo único que quiero es seguir durmiendo hasta que me duela la espalda, y más después del día terrible de trabajo que tuve justo la jornada anterior.

Poco después, un sonido agudo nos sorprendió para seguidamente ver subir de manera mecánica la persiana del establecimiento. Tardamos en entrar lo que tarda un helado en derretirse en plena ola de calor, casi un abrir y cerrar de ojos.

—Vale, tenemos que organizarnos —se giró para mirarnos al tiempo que Miriam y yo compartimos una mirada de soslayo—. ¿Por qué nos buscamos por nuestro lado y luego nos juntamos para probarnos ropa y hacer el debido pase de modelos para ver lo que nos llevamos y lo que no? Y que sea ropa de verano, que llega el calor y hay que renovar el armario.

—Las cómodas —añadió Miriam.

—Cierto —asentí dándole la razón. Yo tampoco tenía armario, pero era más de tener ropa doblada que colgada en perchas.

—Nos vemos en la zona de probadores en... ¿veinte minutos?

—¿Veinte minutos? —pregunté a Tefi sorprendida.

—¿Necesitas más? ¿Media hora? —intentó averiguar cuánto necesitaba a juzgar por mi expresión.

—No, es decir, ¿no es mucho? —alcé una de mis cejas.

—Para Estefanía no —negó Miriam aguantando la risa.

—Bueno, hacemos una cosa; buscamos por veinte minutos y, si necesitamos más tiempo, pues luego vamos juntas. Y si encontráis algo de mi gusto, ya sabéis, elegante y guerrero, me avisáis.

Soy Diferente© [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora