𝓢𝓸𝓵𝓸 𝓾𝓷 𝓭í𝓪

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–Lamentamos mucho tener que dejarte solo –Las disculpas de mi mejor amigo salieron con sinceridad– No podemos dejar a Mateo con su abuela hasta muy tarde o se asusta y comienza a llorar, aún no se acostumbra a nuestra ausensia.

–Volveremos mañana a primera hora, puedes hablarnos por celular si necesitas algo –Mikasa parece algo preocupada mientras sonríe en mi dirección.

Sonrío hacia ellos y no trato de detenerlos más, después de todo la vida cómo padres debe ser pesada para ambos– No hay problema, estaré bien.

Ambos me dirigen miradas de tristeza y preocupación, pero les sonrío tratando de transmitirles la seguridad que no tengo y muevo mis manos en forma de despedida.

Al verlos alejarse mis pensamientos me atacan sin remedio, allí se alejaba la única familia que me quedaba. Ambos me habían acompañado en la muerte de mi padre a los diez años y estuvieron llorando conmigo en el funeral de mi abuelo.

El suspiro que abandona mis labios me hace notar la dificultad del aire para pasar atraves del nudo en mi garganta, mi abuelo y padres, ¿Me estarán esperando en dónde estén?, ¿Estarán acaso ansiosos por nuestro reencuentro?

Sacudo mi cabeza tratando de alejar aquellos pensamientos, aliso mi bata de paciente, pronto comenzaría el procedimiento médico, exactamente en media hora.

Caminando por los blancos pasillos sin vida, paseo mi mirada por las paredes con carteles informativos, tratando de distraerme leía algunos, pero la sensación de desinterés por ello me motiva a caminar nuevamente sin rumbo cuándo una persona pasa por mi mente sin siquiera pedir permiso para ello.

Annie, que no daría yo para tenerla a mi lado en este mismo momento. Su ausencia duele cómo mil cuchillos atravesando mi pecho de manera lenta.

Al caer mi mirada al suelo, mis pasos caen en medio de las baldosas sin pisar las líneas. Era un juego que jugaba en compañía de mi rubia novia.

Mis recuerdos vagan en su cabello, ella usa un shampoo con olor a chicle, el cuál adoro. Desearía tanto poder pasar mis dedos entre su suve cabellera, desprendiendo aquel aroma que adoro, o directamente hundir mi nariz en él cómo lo hacía cuando la abrazaba de espaldas mientras cocinabamos.

Oh, esas tardes de fin de semana en que nos poníamos a cocinar apesar de que ambos somos pésimos en esa área. Terminábamos basándonos y la comida se quemaba sin que fuésemos conscientes de ello.

Cómo escenas de una película de comedia romántica, ante mis ojos se reproducía la vez en que su gata había muerto. Ella había estado muy triste, así que la acompañé y abracé toda la noche mientras ligeras lágrimas aparecían en su rostro de vez en cuándo. No era algo que disfrutara ver, pero sabía entonces que lo único que podía hacer era acompañarla y tratar de confortarla.

No me gustaba verla llorar, pues sus ojos eran opacados por las lágrimas y la preciosa calma de su mirar desaparecía dejando en su lugar simple dolor. Anhelo tanto observar sus mirada tan única una última vez, aunque fuese una enojada, seguiría estando bien.

Ante mi vista aparece una banca que da a un ventanal, me siento y delante de mis ojos esta el atardecer pintando el cielo en sus usuales tonos, los cuales son preciosos apesar de poderse apreciar todos los días. Podría comparar aquel hecho con la suave piel de la mujer causante de mis suspiros, la cuál siempre me causaba una enorme calma sin importar cuántas veces la acariciara, alguna vez me llegué a preguntar qué tipo de crema hidratante usa.

Quisiera repetir las veces que entre carcajadas decía mi nombre tratando de detener los ataques de cosquillas de mi parte. Siempre era yo quién terminaba con un golpe pero valía la pena por verla reír.

Si tan sólo tuviese un día, un sólo día junto a ella, le pediría disculpas por todas aquellas veces que la dañe sin darme cuenta, por todas las veces que lloró por mi causa incluso sin que yo sea consciente de ello. Pasaría cada segundo con la atención en ella, porque a su lado soy solo la luna que admira y gira alrededor de la tierra analizando cada una de sus maravillas.

Si tuviese veinticuatro horas junto a ella, besaría con delicadeza sus labios para rememorar las veces en que mi corazón latió con fuerza ante aquel contacto tan suave y adictivo.

Si tuviese mil cuatrocientos cuarenta segundos junto a ella, le diría lo mucho que la amo, el cómo cada segundo que paso a su lado se vuelve una eternidad, le describiría cada una de las sensaciones que su presencia me causa.

Tan sólo un día...

–Joven Arlert, ya es hora –La presencia de aquella enfermera distrajo mis ensoñaciones.

Aquel dolor en mi pecho hizo presencia mientras me paraba. Camino con la mirada al suelo, sintiendo una fuerte golpiza por parte de la nostalgia luego de tales pensamientos, la pregunta de dónde se encontrará Annie en este momento no me deja respirar con tranquilidad.

Pasan unos minutos hasta que llegamos a la sala, la enfermera se dispone a abrir la puerta cuándo un grito se escucha en medio del pasillo.

–¡Armin!

Siento a mi corazón dar un vuelco cuando volteo hacia aquella voz, ella se encuentra corriendo con los tacones en su mano izquierda, su rubio cabello algo desordenado y la alteración en su mirar la notaría incluso aunque no la conociera.

–¡Perdóname!, ¡Traté de acudir lo más rápido que pude!, ¡Me alegra llegar a tiempo! –Exclama eufórica, incluso soy capaz de oír los fuertes latidos de su corazón mientras me abraza con fuerza.

Mientras el alivio en mi pecho se acrecenta, y siento fugaz la felicidad de tenerla una vez más junto a mí, una cuestión pasa por mi cabeza haciéndome incapaz de soltarla hasta tener la respuesta.

–Annie, si salgo vivo de esta operación, ¿Te casarías conmigo?

La siento tensarse por un momento para luego alejarse, su cara de póker me parece ilegible. Genial, me siento terriblemente avergonzado, pero la vida es una y estoy al borde de ella.

–Armin, si digo que sí nos cansaremos a cómo de lugar.

–¿Te casarías con un cadáver?

–Te vas a operar de apendicitis, no de un maldito tumor cerebral.

–Ya, ¿Pero no sabes que igual podría ocurrir algo malo y podría morir en el intento?, ¡¿Que tal si el doctor se equivoca y una de sus herramientas me causa una herida que luego me dará una hemorragia y eventualmente me deja tres metros bajo tierra?!

La risa de mi novia me causa algún tipo de calma– Deja de ser un dramático y abrázame una última vez antes de que tengas que organizar nuestra boda por andar haciendo esas preguntas, tonto.

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Just One Day  |Aruannie One-shot|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora