Anne reunió el coraje durante semanas para decirle a Leroy que lo adoraba con intensidad y que no dudaría en ser su esposa si él se lo pedía.
Pero esa tarde cálida, por error, pudo verlo besando a su hermana mayor, Carina.
La decepción y la rabia anidaron el corazón de Anne, se sintió impotente y corrió hacia la nada.
Su rostro emanaba vapor del enojo y se refugió junto a un árbol enorme a llorar desconsoladamente por la envidia.
Su alma acunó rencor y odio y no fue capaz de imaginarse algo más que una traición, una deslealtad y una humillación. Sentía que entre su hermana y ella había una rotura irreversible.
Lloró hasta que la preciosa arrebolada en el cielo le indicó que debía regresar a casa.
Pero la chiquilla del odio fue incapaz de fingir y, con pena, escuchó del compromiso del ser que adoraba con su hermana, antes de salir por la puerta para jamás de los jamases volver.
Como si la naturaleza supiera del llanto de su alma, comenzó una lluvia desmesurada, triste y patética.
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Cuentos de siempre acabar.
Historia CortaHay historias que acaban, que terminan, que sí tienen fin. No por eso son malos, ni tristes; los atardeceres son prueba de que los finales pueden ser hermosos.