Wiccan y Hulkling: El legado de la Bruja Escarlata

00 - El sacrificio de la Bruja Escarlata

En el corazón de los montes más nevados y recónditos de Sokovia, una pequeña cabaña aguardaba un secreto más profundo que su propio origen. Pues surgida de las manos de una mujer con cabellos rojos como el atardecer, la cabaña apareció en menos de lo que el viento dejaba de soplar las hojas de la ladera.

Ella había respondido toda su vida ante un único nombre, Wanda Maximoff, y era conocida en todo el mundo por haber formado parte del famoso equipo de Los Vengadores, cumpliendo una excelente labor para la humanidad. Poseía un increíble manejo de la telequinesis y del control mental, magia con la que manejaba la realidad hasta el punto de casi haber conseguido derrotar al mismísimo Thanos, si no hubiera sido por el gigantesco ejército con el que éste contratacó.

Pero lo que una vez fue finalmente dejaría de serlo, pues los silbidos, aplausos y vítores que una vez la inundaron fueron reemplazados por miradas sombrías repletas de ira y de rencor, pero sobre todo de temor. Los acontecimientos sucedidos en Westview no tardaron en conocerse alrededor del mundo y ya no había ser en la Tierra que no conociera el nombre de la "Bruja Escarlata".

Wanda ya había asumido que jamás podría deshacer lo que hizo, pero si era sincera consigo misma tampoco se arrepentía de haberlo hecho. Finalmente pudo conseguir aquella vida que le fue prometida una vez. Al fin y al cabo había conseguido traer a la vida el recuerdo más feliz que pensó que jamás volvería a sentir. A Visión, el amor de su vida junto con el que trajo a la vida un par de gemelos a los que llamaron Tommy y Billy Maximoff, y no le importaba el hecho de haber tenido que haber empleado su magia para conseguirlo, quizás no fuera plenamente consciente en un principio, pero su corazón bien sabía que todo aquello había sido, de cierta manera, inevitable.

Pero tuvo que renunciar a su felicidad una última vez más, y aquella vida prometida le volvió a ser arrebatada. Liberar a los ciudadanos de Westview de su control se convirtió en su prioridad, pero, por mucha bondad que hubiera en su corazón, sabía bien que ese error la condenaría de por vida y que el mundo la consideraría más una villana que la heroína que una vez fue.

No obstante, la Bruja Escarlata era mucho más fuerte de lo que la opinión pública pudo llegar a especular y no consentiría que la sociedad la definiera, pues solo ella podía saber quién era realmente, y no necesitaba de nadie para ello. Ya se lo dijo a Agatha Harkness antes de condenarla en la ciudad de Westview.

Wanda Maximoff se preparaba un café, bien caliente para cobijarse del frío de aquellas montañas sokovianas, pero no estaba sola, ya que en lo más profundo de la cabaña se encontraba la poderosísima Bruja Escarlata, estudiando cada párrafo, cada línea y cada coma del conocido Libro de los Condenados, el Darkhold. Sus poderes cada vez iban ganando más y más fuerza, llegando al punto de ser capaz de proyectarse de forma astral al mismo tiempo que su mundano cuerpo continuaba con su mundana vida. Wanda no podía permitirse ni un segundo de descanso, pues cada nueva página que se estudiaba significaba un paso más de conocer los límites de su poder, y se llegaba a plantear la remota posibilidad de que éstos no tuvieran límite alguno.

—¡Mamá! ¡Mamá ayúdanos!

Su mirada se perdió en el infinito al escuchar aquellas voces lejanas y un escalofrío recorrió todo su cuerpo. Habían pasado ya varios meses desde la última vez que las había escuchado. Toda su atención se enfocó en ese eco dejando a un lado el Libro de los Condenados. No había dejado de pensar ni un mísero segundo de su existencia alejada de su familia, pero sabía que ese sueño estaba destinado a llegar a su fin, o eso pensaba hasta que lo único que escuchaba su cabeza eran las voces de sus dos hijos suplicando su ayuda.

—¡Billy! ¡Tommy! —llamó Wanda cerrando los ojos con fuerza aumentando su concentración—. ¿Estáis bien? —preguntó con el corazón queriendo salir de su pecho de la emoción.