Segundo Día

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Cuando Win por fin se detuvo, cayó en unos de los sillónes del bar y se quedó allí dormido, entonces todos decidimos irnos, yo me encargue de llevarlo en taxi a su casa, el iba dormido, decidí despertarlo solo cuando llegamos.

—Win, Win escucha —pronuncie sosteniéndolo—. Intenta caminar lo mejor que puedas y ve directo a tu habitación, ¿entiendes?

—Si no... no te preocupes... pue... puedo hacerlo —respondió  balbuceando—. Ya meeeee... mee voy Baii.

Caminó tambaleándose hacia la puerta, mientras yo rogaba que su padre no lo viera así, y cuando llegue a mí casa salí rapido al patio por si escuchaba algo, pero no oí nada por un rato hasta que estaba a punto de entrar.

—¡Ven aquí maldito niño! —era su padre quién gritaba—. Dónde fuiste idiota... quién te crees que eres llegando así a mí casa... dónde mierda estas Win —continuó gritando.

Segundos después escuché ruidos, mire hacia la cerca y vi a Win cruzar hacia mi casa, entonces corrí a ayudarlo, cuando bajó vi que tenía sangre en su rostro, su padre lo había golpeado otra vez, logré sujetarlo y el se desmayo encima de mí, decidí llevarlo a mí habitación, mientras aún escuchaba los gritos de su padre llamándolo.
Lo acoste en mi cama, fui a buscar una toalla humada para limpiar su rostro, mientras lo hacía el despertó y tomó mí mano.

—Puedes dormir conmigo, tengo miedo —dijo apretando mi mano—. Bright tengo mucho miedo.

—No te preocupes yo cuídare de ti siempre —afirme acariciando su cabeza.

El miró mis ojos una vez más y luego se durmió, sin soltar mi mano, me acosté a su lado y mientras el dormía yo acariciaba su cabello y su rostro, ese rostro tan dulce y tan golpeado también.

Se que fue en ese momento en el que pude entender porqué sentía tantas cosas cuando estaba con el, porqué me sentía tan diferente, allí entendí que yo me había enamorado de el.

A la mañana siguiente despertamos con el sonido de la alarma, cuando abrimos los ojos estábamos frente a frente, yo aún seguía abrazandolo.

—Gracias por cuidar de mí —dijo en voz baja, y una pequeña sonrisa en sus labios, luego solo hundió su cabeza en mi pecho otra vez, volviendose a dormir.

Desde ese entonces todo entre nosotros empezo a cambiar, creo que fue porque nos dimos cuenta que ambos sentíamos lo mismo por el otro, y aunque no dijimos nada en ese momento todo cambio, cada sonrisa, cada gesto que hacíamos para el otro era diferente, se sentía así al menos.

Ese mismo día cuando volvió a su casa me dijo que su padre lo castigó, no lo golpeó, pero no lo iba a dejar salir de la casa por lo menos hasta el día de clases y no logramos vernos hasta el martes porque el lunes las clases se habían suspendido, ese día no pasó por mi, pero yo me quedé a esperarlo en la entrada de la escuela, cuando me vio a lo lejos corrió hacia mi con una hermosa sonrisa en el rostro nuevamente.

—¡Me esperaste! —exclamó emocionado al llegar frente a mi.

—Si —respondí con una sonrisa también, pero unos segundos después su expresión había cambiado y la sonrisa en su rostro desapareció—. ¿Qué sucede Win? —pregunte preocupado.

—¿Aún se me nota el golpe? —preguntó desanimado.

—Solo un poco —respondí con una sonrisa—, pero no tienes que preocuparte.

—¿Y si me preguntan que me paso?

—Si no quieres hablar de eso solo di que fue un accidente —le aconsejé acariciando su rostro—. Todo estará bien, no debes preocuparte.

Por mil nochesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora