Un paseo en la tarde

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Había una vez, un niño llamado Piero que un día se sentía muy triste, caminaba cabizbajo cansado y no saludó a su amiga Chiara cuando pasó por su lado. Chiara al instante se dio cuenta de cómo se sentía Piero y se preocupó mucho, últimamente su amigo había tenido la misma conducta y no habían jugado hace tiempo.


- ¡Hola Piero! - saludó a Chiara esperando que su amigo la salude con entusiasmo

- Hola... - Contestó Piero sin levantar la mirada

- ¿Quieres venir conmigo a pasear por mi casa? - le dijo Chiara


Piero se quedó en silencio pero después de pensarlo, aceptó, y fueron camino a su casa. 

En el camino, Chiara intentaba animarlo y conversar pero Piero tenía su mente en otro lado, veía sus pies y le respondía con pocas palabras

De pronto, Piero ve a un perro y un ratón en una esquina. Ambos van corriendo y ven al ratoncito escondido detrás de una pequeña grieta en la pared, temblando del susto mientras que el perro ladraba y trataba de cazarlo.


- ¡Entiendo tanto al ratón! Está triste y asustado - dijo Piero- Hay que ayudarlo.


Chiara inmediatamente agarró al ratón y lo tuvo entre sus manos, calmándolo mientras que lo acariciaba, y luego se lo dio a Piero


- Ya está mucho mejor- Dijo su amiga - Felizmente estamos acá para ayudarlo y ya no está triste ni asustado.


La mirada de Piero cambió y dejó al ratoncito libre en el pasto, luego continuaron caminando.


-Ojalá me pase lo mismo que el ratón...- Dijo el niño

-No te preocupes, así como ayudé al ratón, estoy acá para ti- Contestó Chiara dándole un abrazo- Lo bueno es que ya te diste cuenta que eso de sentirnos así nos pasa a cualquiera.


En medio del camino, se encontraron con un adorable gato que se pegó a sus pies. Chiara y Piero encantados empezaron a acariciarlo y pasaron un lindo momento junto su nuevo compañero.

Sin embargo, el gatito se va de repente y deja a los niños solos y un poco desanimados.


- ¡Qué  molestia! Quería seguir jugando con el gato- Dijo molesto Piero y poco a poco empezó a enfadarse más.

- Tranquilo Piero, te entiendo- Le contestó su amiga- Mi mamá me enseñó que cuando me molestara, contara hasta 10 porque me iba a tranquilizar, ¡hay que intentarlo!

- 1...2...3...4...5...6...7...8...9...10- Contaron ambos.


Al terminar de contar hasta 10 y seguir el consejo de Chiara, Piero estuvo más  tranquilo y se dió cuenta que el gatito había ido a encontrarse con su familia.


- Mira, ahí están y hay más gatos- Dijo Piero emocionado

-¡Tienes razón!- Contestó Chiara


Ambos se unieron a los gatos y pasaron una linda tarde riendo y divirtiéndose, sin duda alguna, Piero había aprendido que las emociones eran normales y también se enteró de un truco para controlar el enojo


- Sin ti, ahorita estaría triste y molesto- Le dijo Piero abrazando a Chiara

- ¡Siempre estaré aquí!- Dijo Chiara y ambos se despidieron contentos


Piero comprendió que la alegría está ayudar y recibir apoyo de los demás, que es es normal que a veces estemos tristes y que depende de uno elegir si actuar sobre las emociones negativas o afrontarlas.

Un paseo en la tardeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora