Capítulo 14

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—Serán 15 dólares en total —dije con cansancio.

Miré mi cara reflejada en la estantería del mostrador y suspiré. Me veía demasiado demacrada. No importaba que tantos días pasaran de la vez que me quedé en casa de Elliot, no podía dejar de rememorar esos momentos. Poco después de recibir el mensaje de texto, regresé al sofá y me quedé ahí esperando que regresara. Transcurrieron varios minutos hasta que lo vi atravesar el umbral de la puerta y me señaló unas bolsas de comida a domicilio. Cenamos en un agradable silencio y terminé cualquier tipo de conversación al instante.

—Estoy en verdad muy cansada —me excusé.

Elliot asintió pensando que seguía afligida por lo que había sucedido con mi familia y me ofreció su cama. Me negué rotundamente y le dije que era una invitada y no debería hacer esas cosas. A mi negativa terminó accediendo a mi petición y me armó una cama improvisada en la sala de estar. Si no me hubiera encontrado tan trastocada, probablemente le hubiera pedido que se metiera conmigo en su cama, o algo por el estilo. Miré al techo una vez que nos acostamos y no pude pegar un ojo en toda la noche.

—Muchas gracias, Clare, nos vemos la próxima semana —me contestó la señora Lily mientras salía de la tienda.

Tenía muchos tipos de cuestionamientos rondando por mi mente, todos con respecto a qué pasaría con mis padres y sobre cómo demonios aquella extraña persona que me acosaba por el celular sabía que conocía a Elliot. Ni siquiera entendía de qué forma consiguió mi número telefónico. Luego de meditarlo con la almohada, pensé que lo más sensato era hablarle a Elliot sobre lo que sucedía, pero luego tuve un presentimiento. Dentro de mí sabía que si lo hacía, perdería toda oportunidad de conocer qué era lo que me estaba ocultado.

—Hola, bella —exclamó una voz conocida.

Volteé hacia el umbral y denoté la figura de la esbelta morena. Era Carla. Salí rápidamente del mostrador y la abracé.

—Te extrañé mucho.

Y era cierto. Podía decir con seguridad que la última vez que nos vimos fue cuando le entregué su automóvil con el corazón en la boca. Siempre que volvíamos a reencontrarnos la veía distinta. A veces con el cabello rosa, o con un nuevo tatuaje o con una nueva perforación. Nunca sabías que esperar de la excéntrica Carla y eso me fascinaba.

—Y yo a ti. Creo que hay muchas cosas con las que tenemos que ponernos al día, ¿no te parece? —inquirió.

Oh no, ya sé por dónde va la cosa.

—¿Natalia ya te habló de ello, cierto?

Carla asintió.

—Y quiero que sepas que me siento un poco molesta de no haberme enterado de primera mano por ti —hizo un puchero.

Di dos pasos hacia atrás mientras adoptaba una posición defensiva.

—Ni siquiera sé si hay algo que contar —bufé.

—Pues a mí me parece que sí lo hay. Considerando la manera en que abandonaste aquel bar con ese chico. Tú no eres de las que hace ese tipo de cosas.

Y yo también pensaba que no era del tipo que se lanzaba encima de un hombre pero creo que no sé nada de mi misma.

—Siempre que siento que lo estoy conociendo, sucede algo que me hace pensar que en realidad no sé nada. —confesé —¿Cómo podría hablar de una persona con la que ni yo misma entiendo qué clase de relación tenemos?

Carla rio mientras tomaba asiento al lado de unos hermosos claveles.

—Con más razón deberías confiarle a tus amigas estas cosas. Quién mejor que nosotras para darte consejos sinceros.

Enamorada del líder de la mafia [PARTE I & PARTE II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora