Medias y panties

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Me puse a investigar sobre el fetiche de pies. Sinceramente creí que era como lo hacía con Santiago: masajes, mordidas, lamidas, masturbaciones y corridas. Como el "sexo regular" pero integrando los pies. Mi sorpresa fue grande. Hay un mundo de posibilidades sólo en esta práctica. Y de forma honesta, hubo varias que me cachondearon al leerlas y creo que me pondrán aún más cuando lo haga.

Leí muchas cosas y me puse muy caliente pero hubo algo que me intrigo a intentar. Según lo que leí, mucho fetichistas de pies también disfrutan de adorar los pies cuando traen medias o calcetas. Asimismo, me encontré con unos foros de gente que tiene fetiche con los panties: olerlos, lamerlos, masturbarse con ellos o venirse en ellos mientras los tienes puestos. Sin duda, la sexualidad es un mundo.

Estaba pensando como introducir estas ideas a uno de mis encuentros con Santi. He tenido algo de trabajo entonces no le he escrito para vernos. Pero con esta lectura, tenía que escribirle.

—Hola, Santi... ¿cómo estás?
—bien, Fátima... ¿y tú?
—bien, bien... gracias. ¿estás ocupado mañana por la tarde... cómo a las 7?
—mmm déjame checar... —pasaron unos minutos. —no, estoy libre... ¿qué plan tienes?
—excelente... ¿te parece venirte a mi casa a tomar algo?
—claro... ¿llevo algo?
—no, acá está todo lo que necesitamos.

Mi día paso normal y en la noche en casa preparé todo. Mis rommies se irían unos días, así que la casa estaría sola para mí. Escogí las medias que me pondría y unos panties nuevos que compre. Todo estaba listo para aquella tarde. Al día siguiente fui al trabajo como normalmente hago, como a eso de las 5 me llega un mensaje.

—¿estás ocupada?
—no, Santi... dime —creí que cancelaría
—tenemos muuuchas ganas de verte.

Y me llega una foto de él en bóxer con su miembro durísimo. Empecé a mojarme de ver esa foto en mi pantalla.

—mas vale que no te masturbes o se cancela todo, Santi
—estoy esperando tus ordenes
—así me gusta.

Y terminó la plática. Salí de trabajar y fui a mi casa. Me bañé para estar fresca y me vestí. Me puse las panties nuevas, las medias, un short y una blusa de tirantes. Se hicieron las 7 y estaba ya mojada de pensar en lo que iba a hacer, no les miento, me toque un poco por encima de la ropa antes de que llegara él. Como a las 7:20 tocaron a la puerta.

—Pasa, Santi... —lo saludé en la mejilla —¿cómo estás?
—bien, bien... ¿y tú?
—bien.. ¿te sirvo algo? hay vino y cerveza
—vino está bien.

Se sentó y yo serví dos copas de vino y lo acompañé. Platicamos un rato, ya saben, lo de siempre. Al cabo de unos minutos, subí uno de mis pies a sus piernas. Enseguida sentí como se empezó a agitar, pero trataba de ocultarlo. Bajo su mano hacia a mi pie y empezó a acariciarlo. Muy discretamente sentí como su miembro crecía porque empezó a abultarse su pantalón. Sólo necesitaba decirlo y lo tendría bajo mi control de nuevo. Me levanté a llenar mi copa de nuevo, la puse en su lugar y me fui a espaldas de Santi y me recargué en él.

—Tengo ganas de algo, Santi...
—¿sí... de qué?
—de esto... —bajé mi mano hasta su miembro erecto —de que me cojas de nuevo
—¿cómo quieres que lo haga?
—ahorita verás... —Seguí tocándolo por encima del pantalón. Ya estaba durísimo pero lo sentía crecer en mi mano. Una delicia. Me acerqué a su oido —me vas a hacer caso ¿verdad?
—siem... pre... ya lo sabes...

Ya estaba a mi merced. Le dije que se levantara y fuéramos al cuarto. En el cuarto todo fluyó. Empezamos a besarnos y cerramos la puerta, yo brinqué y el me cargó. En un giro me recargó en la puerta y gemí. Empezó a morder mi cuello mientras apretada mis nalgas durísimo. Yo gemía y tenía mis manos sobre sus hombros. De vez en vez arremetía contra mí, como si ya me estuviera penetrando. Estaba mojadísima.

Pies en el sillónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora