Capítulo nueve

44 21 53
                                    

—¿Pasa algo Saul? ¿Está bien el pastor? —. Fue lo primero que dijo mostrando cierto nerviosismo.

—No calmate, mi papá está bien —. Respondió algo extrañado por las preguntas, el día anterior lo vio bastante bien, junto a Carla y él conversaron, rieron y almorzaron de lo mejor. Entonces preguntó :

—Dime ¿Mi padre te habló?

—Saul ayer por la tarde lo visite, fui a despedirme—. Estas últimas palabras se perdieron en un tremulo suspiro.

—¿Como que a despedirte? -—. Interrogó Saul dolido en lo más profundo de su ser.

—Es cierto —aclaró ella—, a las seis de la tarde me voy con Andrés a Sucre para casarme —. Y entonces llegaron las lágrimas, delicadas y abundantes, no era necesario decir más, se encariño con Saul, pero mucho más con el pastor Robles, lo quería tanto como a su propio padre. Es que la había comprendido, aconsejado y acompañado en sus peores momentos, se ganó su respeto y cariño, ahora debía rehacer su vida; había hablado con el pastor y este obviamente le aconsejó que no desperdicie esa oportunidad.

Saul la abrazo con fuerza y le dio un beso en la frente.

Rápidamente fue en busca de su padre, lo encontró sentado sobre su cama, sumido en una tristeza abismal, le tomó de ambos brazos y comenzó a zarandearlo suavemente, el anciano reaccionó :

—Sabes hijo estoy quedándome solo.

—Papá ¿Es que no soy su hijo? —Habló Saul con dulzura.

—Por supuesto que lo eres, pero... —. El silencio se prolongó por algunos minutos retornando al poco la conversación —. Es necesario que terminemos la historia que te he estado relatando.

—Si te hace sentir mejor, lo haremos.

«Pasaron dos semanas y la casualidad o el destino quizo que Ninon se quedara sola en su cuarto día, creo que era un lunes, porque su esposo salió a precidir algunos temas espirituales y administrativos en otras iglesias de la ciudad y el pastor Mendieta viajó al interior por similares asuntos. El caso es que Julián permanecía atento a todos los movimientos de la pareja, yo personalmente lo vi desde mi ventana entrar sigilosamente al patio y deslizarse a los cuartos traseros, como a los veinte minutos vi que salía del mismo modo que entró. Luego me enteraría de lo que pasó. Al comienzo discutieron, pues Ninon yo supongo sentía que debía serle fiel a su esposo, Julián la abrazo y besó, ella por supuesto lo rechazó, sin embargo no pudo resistir por mucho tiempo y salió a relucir su amor por él. Fue cuestión de segundos en que ambos se tumbaran sobre la cama y cuando ivan a dar rienda suelta a su sexualidad Ninon se acordó del bebé que dormía tranquilamente en su cuna y cesó al instante sus intenciones, se acercó a observar de cerca al parvulo, ¿es mi hijo?, le pregunto quedamente mientras se complacia mirándole, levantó el tul blanco que servía de mosquitero y acarició la tierna cabezita del pequeño, volvió a preguntar si era su hijo, ella no dijo nada, entonces tubo la certeza de sus presentimientos, quedaron en volver a verse al día siguiente a la misma hora, en el mismo lugar. De eso me percaté cuando al otro día vi al muchacho escurrirse a la parte trasera de la iglesia, pasaron tres días y la situación no cambiaba hasta que me vi en la imperiosa necesidad de intervenir»

—Quiere decir que consintió que esa pareja cometiera adulterio ¿Aquí mismo, en la iglesia?

—Así es Saul, como vez a veces lo correcto no es lo justo y en ciertas ocasiones es necesario infringir las reglas por la felicidad de alguien.

El anciano tosio con fuerza, parecía tener problemas con la respiración, pero lo disimulo muy bien, trago saliva y retomó la historia.

—Papá, antes que continúes quiero decirte que creo saber lo que les dijiste.

En vísperas de la muerte de un gran amor (completo) ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora