Y aquí estamos, o mejor dicho, aquí estoy, en una ciudad que es nueva para mí, a punto de comenzar, a punto de ver cosas nuevas, y ahora, que acabo de bajarme del auto, acabo de pisar por primera vez la libertad, o al menos eso siento.La vista es preciosa, ya veo que desde el puente se puede apreciar todo, es y se siente increíble, luché mucho por estar aquí, por ser aceptada en la universidad, por convencer a mamá de dejarme mudarme sola con Sahara, eso ni con limpiar la casa un año entero se logra, pero lo importante es que lo logré y hoy por fin estoy aquí
-Hora de ir a nuestro donde viviremos, cariño - oigo la voz de Sahara, mi prima, si, con la misma que voy a vivir a partir de ahora
Dejo salir un suspiro, me doy media vuelta en dirección a donde dejamos el auto estacionado pero me detengo un momento, vuelvo mi mirada hacía la vista que apreciaba anteriormente, dejo escapar una sonrisa de mis labios y luego de eso si camino directo a el auto.
Ya dentro Sahara se pone al volante y nos ponemos en marcha con el objetivo de llegar al que será nuestro nuevo hogar y por lo que sé es muy lindo y cómodo.
Luego de pasar varias calles, señales de transito, avenidas y entre otras cosas por fin vemos la entrada a un conjunto residencial llamado Kensaiz. No puedo creer como es que ahora tenemos una casa aquí, si, tenemos, porque mis tios, los padres de Sahara nos la dieron de regalo a penas nos graduamos, fue un regalo para ambas, para que vivamos juntas mientras estudiamos en la universidad.
Hablando de universidad, estoy entuciasmada ya que en dos días, es decir, el Lunes, comienzo clases. Y eso resulta ser también un inicio, un nuevo paso que estoy dando para cumplir mis sueños.
-¿En qué calle queda nuestra casa?- Decido preguntarle a Sahara, a lo que ella responde
-Calle B, casa 6- luego añade dándose cuenta de que llegamos -¡Y mira, aquí es!
Aparece ante nosotras una casa blanca, de dos pisos, con ventanales enormes y un muy bonito jardín hasta parece mentira
Sahara aparca el auto en el garaje y la oigo contar
-uno, dos, tres, cuatro-cuenta los segundos que faltan para oír mi grito.
-¡Por fin estamos aquí!- Suelto chillido de felicidad -Sahara ¿Puedes creerlo? ¡Por fin!- Yo casi que no lo creo, esto significa mucho para mi, la verdad es que sí, porque me dediqué a hacer muchas cosas para que mi mamá me dejara venir, tomé varios trabajos de medio tiempo para ahorrar dinero, me esforcé en tener las mejores notas del instituto y ver que todo eso dio resultado me llena de una felicidad inexplicable.
-Bien, bien, entiendo tu emoción, Primita- dice Sahara, en medio de unas pequeñas risas, -Pero vamos, hay que bajar las cosas.
Tardamos aproximadamente media hora bajando maletas, y solo las mias porque mi prima ya tiene sus cosas aquí y está más que instalada. Por mi parte decido subir a la que Sahara dijo es mi habitación e iniciar a acomodar mis cosas. No me tardo mucho y al ver todo en orden me dispongo a caminar por la casa aprovechando para ver cada habitación.
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Todo lo que no era
Teen Fiction¿Por qué ese amor me marcó tanto? Porque siempre he pensado que los amores que se basan en palabras bonitas, que vislumbras como algodón de azúcar y mariposas en el estómago son aburidos y están sobre valorados, que son para personas débiles, que no...