Capítulo 1

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Entonces lo veo y es justo en ese mismo y preciso instante en el que me doy cuenta de que su cara está muy cerca de la mía, sus labios distanciados de los míos por unos cuantos milímetros y sus manos posicionadas en la pared dejando mi cabeza en el medio de ellas y sin escapatoria.

Tenía que salir, debía hacerlo.

¿Pero....cómo?

Vuelvo a verlo y esta vez...

—Ahhhhh— chillo desde lo más profundo de mí dominada por mi miedo, mis agonías.

Otra pesadilla más, no puedo dejar de soñar con él, con sus labios, sus grandes manos, sus fuertes brazos, pero sobretodo con sus imponentes ojos que pueden llegar a intimidar la mirada más ruda que pueda existir.

Sin previo aviso una gotas de agua salada se desprendieron de mis ojos haciendo que mis mejillas se humedecieran, primeramente estas caían poco a poco, sin embargo más tarde mis lágrimas empezaron a recorrer cada parte de mis cachetes con fuerza, con rápidez.

— ¡Cariño!— exclamó al verme mi madre a la vez que abre mi puerta.

—No pasa nada— hice un intento por tranquilizara.

—Está bien— se dirigió hacia la puerta.

—Gracias— susurro.

Pensé que las lágrimas habían cesado pero no fue así.

Miré el móvil, no tenía ni la más mínima idea de qué hora era. Cogí el móvil, encendí la pantalla y ví la imagen que decía:

"Sad people love rain because they are no longer crying alone"*

Sabéis antes del incidente yo no era así.

Yo era feliz, la gente creía que yo vivía en una burbuja y por eso la alegría dominaba mi rostro, pero la cosa no era así, yo me enfrentaba al mundo con una sonrisa.

Cada decepción, enfado, golpe sicológico, emocional, dolor todo lo resolvía con una simple sonrisa.

Sin embargo después de aquello, sigo afrontando el mundo, solo que las sonrisas fueron sustituidas por lágrimas de dolor, de decepción, de mucho sentimientos.

Me decidí, no me importaba despertarla a estas alturas.

—¿Quién eres maldito acosador?— dijo mi amiga asustada.

—¿Mi... Mi... Michelle?— conseguí articular a pesar de la risa.

—Ah...eres tú— comentó aliviada.

—¿Quién pensaba que eras pillina?— formulé pícara.

—Ay zorrita...¿puedes venir a mi casa?— cuestionó esperanzada.

—Iría, pero...despertaré a tus padres.

—Te dejo abierta la ventana, tráete las botas militares las necesitarás— apuntó ella.

—Ya voy, y como las roce te patearé tu precioso culo— la amenacé.

La confianza da asco y eso es algo que nosotras tenemos desarrollado al 100%.

Ambas colgamos.

Dejé una nota encima de la mesa que decía:

"No se preocupen estoy bien, fui a casa de Michelle.

Besos Ingrid"

Al cabo de cinco minutos de salir de mi hogar llegué a casa de mi mejor amiga. Como ella me había dicho dejó la ventana abierta y menos mal que traje las botas.

Subí o lo intenté por la pared de ladrillos, sin embargo uno se desprendió lo que provocó que mi culo tuviera el gusto de conocer el suelo.

Tras muchos minutos conseguí llegar a la ventana, salté y entré por ella.

—¿Pasó algo?— pregunté asustada.

—No, ¿por qué? Es que...he estado viendo una película de miedo y estoy cagada— confesó.

—Jaja— me reí, mi mejor amiga es única. — ¡Qué cagada que eres!

—Cállate— me ordenó.

—No— dije como una niña chica a la misma vez que cruzaba los brazos y me enfurruñaba.

—Shhh....he oído algo.

Ya empezamos con sus ruidos silenciosos y sus visiones invisibles.

Se oyeron unos pasos caminar por el pasillo, nosotras nos encontrábamos muertas de miedo, en el caso de Michelle estaba meándose y yo a punto de sufrir un ataque de pánico.

El picaporte de la puerta fue girando hasta que la puerta se abrió.

Michelle iba a gritar si no fue porque le tapé la boca.

—¡Estúpido!— le espeté enfadada.

Él empezó a reírse locamente.

—¡Jajaja, si vieraís vuestra cara!— pudo articular entre risas.

Como amigas que somos nos leímos la mente y nos abalanzamos rapidamente sobre el hermano de Michelle.

—¡Quitáos focas!— exclamó entrecortadamente.

—¿Cómo has dicho Australopithecus?— habló mi amiga. —¡Te vas a enterar!

De repente se dejó caer encima de nosotros.

—Ayy...— nos quejamos al unísono.

—Enana eres una BRUTA— habló Sean.

— Eso es poco— dije mientras me levantaba del suelo.

****

— Oye...¿lloraste?— preguntó Michelle.

—¿Cuándo?

—Antes de venir aquí y llamarme— respondió a mi interrogación.

—Sí— asentí secamente, ella sabe que no me gusta hablar de estos temas.

—Ingrid...sé que no te gusta de hablar de tus sentimientos...

—Exacto, lo sabes pero sigues— la interrumpí.

Me dirigí hacia la ventana y apoyé mi brazo en el marco de esta.

— Cariño, yo sé que duele pero...no puedes quedarte de brazos cruzados— su voz sonó dulce.

—Estoy de acuerdo contigo, y no me quedaré con los brazos quietos— sentencié.

—¿Qué vas a hacer?—
mencionó horripilada.

—Vengarme.

Michelle abrió la boca y dijo aún sorprendida:

— Estás de broma ¿no?

—No, no lo estoy— respondí seca.

—Es decir que tu Ingrid McCartney tienes ansias de venganza.

—Sí— afirmé.

— Y...¿cómo lo harás?

— Me convertiré en uno de ellos— expliqué con simpleza.

—¿Estás segura de convertirte en todo lo que siempre has odiado?— cuestionó no muy convencida de mi decisión---.

—"El fin justifica los medios". Y tú me ayudarás— aseguré.

*"Sad people love rain because they are no longer crying alone"--->"Las personas tristes les encanta la lluvia, porque no están llorando solas"

Fin del capítulo, espero que os haya gustado.

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