8. Empiezan los problemas

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Capítulo VIII: Cambio de aires y nuevas oportunidades. 

Un día cualquiera en un abril cualquiera. 

Daniella. 

Me gusta escribir. 

No sé si seré buena —nunca le he mostrado mis historias a nadie. —pero me gusta imaginarme un mundo diferente al mío. En el que todo es perfecto, el chico va a por la chica y viven felices para siempre. 

Francia se trata sobre eso. 

Me siento tonta por tomarle tanta importancia al nombre de ese restaurante cuando de seguro él ni se debe acordar. 

¿Lo peor de todo? Azazel tiene el protagonista en mi historia, igual que en mi vida real, claro que le cambie de nombre. 

Benjamín, así lo llamé. 

¿Lo bueno de Benjamín? Que está vez yo controlo los hilos de sus acciones, no es un descarado ni obsesionado con invadir el espacio personal de los demás. Mucho menos rompe el corazón de la otra protagonista.

Amo a Benjamín, es un Azazel mejorado.

Demasiado perfecto como para ser real. 

Sigo escribiendo en mi libreta, de vez en cuando sacudo mi mano derecha para que el adormecimiento —que sucede cada vez que me canso. —pase más rápido. 

Me gustaría tener una laptop para poder escribir sin detenerme cada diez minutos. 

Existen veces en las que dejo volar mi imaginación tanto que me empiezo a ilusionar. Como que algún día el libro en el que trabajo sea leído por miles de personas y que sea reconocido, la piel se me eriza y mi corazón da un salto de tan solo pensarlo. 

Eso no va a pasar, ni siquiera lo publico en internet. Es algo mío. 

¿Me gustaría dedicarme a esto? Me encantaría, mi carrera universitaria soñada es periodismo. Poder escribir mi opinión de las cosas, redactarlas, investigar; daría todo de mi. 

Pero no va a poder ser, así de simple. Medicina es la carrera más rentable —según papá. —que puedo seguir. 

Papá ha cambiado los últimos días y todos lo hemos notado. 

Ha tratado a mamá como una verdadera princesa, la lleva a cenar fuera todas las noches y no me ha gritado durante las últimas dos semanas. 

Eso debe ser un récord. 

Aún así no me fío, sigo cerrando la puerta de mi habitación con seguro cada que me voy a dormir o estoy distraída. 

Mamá si ha bajado la guardia completamente, no para de presumirlo a sus amigas como el mejor esposo del mundo. 

No creo que cambie, las personas como él no cambian. 

Suspiro y agito mi mano frustrada. Cambio de posición, me echo boca abajo y empiezo a leer lo que he escrito durante la última hora. 

¿Qué estará haciendo él?

No he sabido de Azazel desde ese día, en parte yo tengo la culpa. Lo he bloqueado de todas las redes sociales y evitado en la escuela. 

Bueno, técnicamente la que lo hizo fue Marina, dijo que debía enseñarle de lo que se perdía. 

Aunque él no se pierde de mucho, estuve en casa todo el tiempo. 

Mi celular, que está a mi lado, vibra y el pequeño pitido suena a los segundos.

Hablando de la reina de Roma.

Cuando lo conocí ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora